viernes, 10 de abril de 2009

AMENAZA PATACÓNICA


Río Negro - 09-Abr-09 - Opinión

Editorial

En algunos casos se tratará de una forma de presionar al gobierno nacional, en otros, de una maniobra que podría intentarse si la crisis económica se agravara mucho más en los meses próximos, pero sea como fuere desde hace algunas semanas los responsables de las finanzas de distintas provincias están hablando de la alternativa supuesta por las cuasimonedas, estos papeles que, por falta de dinero auténtico, comenzaron a usarse a fines de los años noventa para pagar los salarios de los estatales. Aunque a ningún gobernador le gustaría tener que recurrir a dicho expediente, las circunstancias podrían obligarlos a hacerlo, ya que en última instancia una cuasimoneda como el tristemente célebre patacón bonaerense sería mejor que nada. A su modo, se asemejan a los tickets canasta que por un rato sirvieron para aumentar el poder de compra de muchos empleados aquí y que, con variantes, se reparten entre los necesitados en países como Estados Unidos.

El renovado interés por las cuasimonedas refleja las distorsiones propias del "modelo" kirchnerista en que, si bien las finanzas nacionales parecen disfrutar de salud, las provinciales están al borde del colapso. Según se estima, este año las provincias en su conjunto tendrán un déficit financiero rayano en los 20.000 millones de pesos, un monto que la Nación no estará en condiciones de girarles sin correr el riesgo de ver vaciada la caja que es la clave de su poder político. Fue para mantenerla llena que el gobierno kirchnerista se apropió del dinero de los fondos de jubilación privados, pero el alivio producido por aquella medida duró poco, ya que la Anses nunca contó con dinero suficiente como para subsidiar a todos. Por lo demás, el zarpazo supuesto por la estatización de los fondos dio un estímulo adicional a la fuga de capitales, la que, combinada con la caída precipitada del valor de las exportaciones y las repercusiones del conflicto con el campo, ha dejado al país sin muchas defensas en un momento en que, como a menudo nos recuerda la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, "el mundo" se ha puesto a conspirar en su contra.

En la raíz de la crisis está la centralización extrema favorecida por el matrimonio presidencial y la arbitrariedad que es inseparable de su voluntad de usar la caja para disciplinar a los gobernadores, premiando a los dóciles y castigando a quienes procuren independizarse. Aunque virtualmente todos los gobiernos nacionales han manejado la relación con las provincias conforme a criterios políticos, ninguno lo ha hecho de manera tan flagrante como el kirchnerista. También ha resultado costosa la costumbre oficial de pasar por alto la situación en las provincias a la hora de reivindicar su forma de manejar la economía nacional, como si tuviera sentido jactarse de un superávit abultado cuando muchas provincias, incluyendo a la de Buenos Aires, ya estaban en rojo. He aquí una razón por la que el panorama financiero frente al país parece haber cambiado con rapidez sorprendente. Otra consiste en las dudas ocasionadas por la manipulación de las estadísticas producidas por el INDEC.

En el exterior, ya se habla de un nuevo default en el 2010, o sea, de una repetición inminente del drama que el país protagonizó diez años antes. El peligro de que ello ocurra sería menor si se normalizara la relación con el FMI, pero hay un consenso en el sentido de que mientras los Kirchner estén en el poder la Argentina se verá excluida de la nómina de países que, en caso de emergencia, recibiría el apoyo decidido de la comunidad internacional. Aunque las reformas del FMI que se han anunciado han brindado al gobierno una oportunidad para abandonar su hostilidad hacia el organismo so pretexto de que, merced a sus críticas, ya no es lo que fue, también tendría que dejar que los odiados técnicos revisaran las cuentas nacionales, algo que por motivos evidentes no podría permitir, y llegar a un acuerdo amistoso con aquellos acreedores que se negaron a aceptar la oferta leonina que les hizo el entonces presidente Néstor Kirchner. Así las cosas, es de prever que nuestra relación con "el mundo", que luego de la reunión del G 20 en Londres se ve representado por el FMI, seguirá siendo tan difícil como la del gobierno nacional con los provinciales, que se sienten constreñidos a solucionar sus propios problemas con los escasos medios de los que disponen.


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