viernes, 7 de agosto de 2009

NI EL COLLAR, NI EL PERRO......


Ni el collar, ni el perro... "¡El sistema, estúpido!" (I)

Cercano está el 25 de agosto en que CORREO DE BUENOS AIRES cumplirá cuatro años de su nueva etapa. Es el momento en que lectores de vieja data ansían que tiremos la casa por la ventana, pero mucho inferimos que tras esa sospechosa sintonía se oculte el deseo irrefrenable de incluirnos en esa acción. No.

Como acostumbramos decir, Argentina es predecible, de tal manera que se puede saber con exactitud lo que va a suceder mañana leyendo el diario de. treinta o cuarenta años atrás. El jueves pasado, sin frotar una lámpara dijimos: "Ahora, para aumentar la confusión general, han salido a dictar consejos radiales y televisivos los ex titulares de Economía Miceli, Lavagna y Lousteau, que han olvidado su militancia en aras del "proyecto nacional y popular bolivariano con inclusión social" y su responsabilidad en lo que sucede y se permiten dar consejos al Gobierno y al nuevo ministro del área para encarar los acontecimientos que se precipitan. Falta Cavallo y el vaso rebasaría por lo lleno". Y bueno, a las pocas horas salió el economista del "uno a uno" en PERFIL solicitando que Duhalde debería ser convocado como jefe de Gobierno. Como se observa, la magia, en análisis político no existe.

Hay demasiados personajes que quieren volver para hacer las mismas cosas y que, como personajes mediáticos, pululan por radios y televisoras para recomendar acciones que no efectuaron cuando estuvieron en el lugar de los que hoy critican, y otros que quieren quedarse mientras balbucean excusas inconfesables acerca de la defensa de las estatizaciones, el exorbitante aumento del gasto público innecesario, el otorgamiento de potestades especiales a la Casa Rosada, la liberalización del consumos de droga (como si de hecho no estuviese liberalizado), las inconstitucionales trabas a las exportaciones o el accionar de las diversas patotas oficiales.

El domingo 28 de junio en horas de la noche comenzó a blanquearse el principio del fin de la revolución socialista bolivariana en Argentina cuyo primer manotazo fue dar a conocer la cantidad de infectado y muertos por la gripe porcina. Estamos en los tiempos de los aumentos a toda marcha de gas, luz, medicina prepaga, expensas, seguros y lo que venga. La fiesta terminó y alguien debe pagar la cuenta. Por supuesto que todos se niegan y protestan, y la excusa, banal, conocida, es un despectivo: "Yo no lo voté". ¿Pero quién puede aportar pruebas de lo que votó en el cuarto oscuro?

Julio fue un mes de "diálogo" y agosto será igual. Aunque ahora el Congreso se vista de interesantes discusiones. El tiempo escasea y la realidad aprieta, tritura los discursos porque mandan los hechos. El Gobierno intenta ganar tiempo hasta el 10 de diciembre, hasta la semana entrante, hasta mañana. y le es funcional que millones de argentinos se solacen con otras cuestiones. Como Chávez, que fracasada la operación que montó en Honduras con otros correveidiles presidenciables para reponer a otro camarada marxista en el sillón presidencial, montó con sus esbirros un ataque armado a la sede de Globovisión para aparecer ahora como garante de los derechos democráticos de Venezuela al mismo tiempo que sus seguidores, en las afueras del Palacio de Justicia, vociferan esta mañana amenazantes consignas de apoyo para quien encabezó el asalto, una especie D'Elía con polleras: "Con Lina Ron todo, sin Lina Ron plomo". Aquí, el pasatiempo pasa por la devolución de los bienes de María Julia Alsogaray para el remate judicial, el procesamiento a Fernando de la Rúa o la reanimación de Castagnola de Fernández Meijide diciendo que los muertos de los 70 no son tantos como decía.

Hablar en el siglo XXI de la iniciativa privada o del ahogo que producen las pesadas cargas públicas en los empresarios y la clase media, no es referirse al pasado sino, lamentablemente, a una muy presente antigua realidad. Desmantelar el aparato burocrático, el capitalismo de amigos y la izquierda enquistada en los medios educativos y comunicacionales oficiales que agigantó el matrimonio Kirchner va a llevar mucho tiempo, más del que algunos piensan que puede solucionar un simple acto eleccionario. Mucho más que el que lleva cambiar el collar o el perro.
SALINAS BOHIL
CORREO DE BUENOS AIRES

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