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jueves, 7 de agosto de 2008

ARTE DIFICIL

El difícil arte de pararse en la vereda que no calienta el sol

La dirigencia argentina está enferma. Sufre de inmovilidad cerebral crónica. Con un país tan rico puede darse ese lujo. Eso cree. Y a los demás no le va tan mal. Es la que elige cada dos años quien va a conducirla. ¿Hacia dónde? Una comarca en la que dos juegan y nadie pierde es, para ojos foráneos, inextricable. Aquí no hay víctimas y muchos menos victimarios. Todos juntos marchan hacia... atrás.

Hoy, el futuro a copiar es Brasil. Ayer Itamaraty se plegó a Occidente enviando tropas a un conflicto que se cargó decenas de millones de muertos. En el mismo partido aquí se apostó al perdedor. Como siempre. Y anteayer el Simulcop fue Chile. La semana pasada Chávez (¿la semana pasada?, si está aquí otra vez visitando la sucursal sureña de un imperio bolivariano); en los noventa Bush-Clinton; en los setenta Libia y Cuba. ¿Cuba? ¿Cuba libre? No, pero vive. Como su tirano momificado. Ese vive y es un vivo bárbaro. Con capital más los intereses de rigor le debe desde principios de los setenta como cuatro mil millones de dólares a otros vivos que se creen los más vivos del mundo y que lo mejor que saben hacer desde que eran colonia (¿eran?) es pagar y pagar como el mejor. Paganinis for export. ¿Vivos? Están tullidos de tantas equivocaciones. De rodillas, diría el filósofo mendocino Roberto Dromi.

El sábado a la tarde, a un par de horas de la inauguración oficial de la tradicional muestra de la Sociedad Rural en su predio de Palermo, la Presidente disertó largamente sobre la realidad nacional e internacional en la Quinta de Olivos en un acto al que se lo denominó “conferencia de prensa”. El hecho tuvo como innegable objetivo pisar la inauguración del acto agropecuario y fundamentalmente el discurso de su titular que se anticipaba –como fue– muy crítico con el Gobierno.

En verdad, al igual que suele hacerlo la oposición, el oficialismo marcha varios cuerpos atrás de los acontecimientos. Puede sacar de la amplia galera de sus improvisaciones una “conferencia de prensa” para ganar centímetros en los titulares periodísticos que minimizarán un acto empresario opositor; correr a trompadas y palazos a opositores políticos de la Plaza de Mayo por medio de sus matones a sueldo; anunciar para el 20 de junio y el 9 de julio la realización de actos masivos en apoyo del Gobierno para que esos lugares no sean utilizados por fuerzas opositoras; armar un sinfín de carpas frente al Congreso para pisar y ocultar a otra opositora, o montar un acto el mismo día, a la misma hora y a poca distancia de otro al que asisten quienes no comparten las políticas gubernamentales. Pero no es únicamente en el campo nacional en donde la Casa Rosada. Como la oposición, marcha atrás de los acontecimientos. En esta ciudad, donde hay tela para cortar y mucha más para juntar, y donde es minoría, prácticamente ha desaparecido de la escena con una mudez que en mucho se parece a una tácita aceptación de las políticas implementadas por el gobierno municipal.

Dicen los que dicen saber que el Gobierno tiene la imagen positiva por el suelo. Antes estaba por las nubes. Ni tan tanto ni tan poco. Supongamos que tiene el siete. Bien. Con eso le alcanza para ganar. Y por mucho. Los de enfrente, aunque se unan, no llegan al tres y medio. El cincuenta por ciento es escándalo. Como se ve la democracia es una simple cuestión de números y para uso de los vivos aunque a veces voten hasta los muertos.

Políticos oficialistas y opositores tienen problemas para situarse en la vereda de enfrente. Ni qué hablar de la propia. Pero no son los únicos. En los cuatro meses del conflicto que mantuvo el campo con la Casa Rosada, el presidente de la Federación Agraria, un troskista de colección, aprovechó la tribuna que le prestó “la oligarquía ganadera” para agredir a los sectores que están en contra de su pensamiento. Demasiado resentimiento y coincidencias con el pensamiento Rosado. El último episodio se dio al referirse despectivamente a las “señoras gordas de Recoleta”.

Señoras gordas las hay en todos lados. Como señores gordos o panzones. A lo mejor tiene una “señora flaca” o todavía no comprendió que en el acto de la avenida Libertador no hubo mujer que se pusiese un pañuelo blanco en la cabeza y que ninguno de los presentes cantó el himno nacional con la mano derecha abierta apoyada sobre en el corazón o extendida al frente y arriba de la cabeza haciendo con los dedos la ve de la victoria. Y mucho menos con el brazo izquierdo y el puño cerrado. Hay que entender. El dirigente agrario está preparando su candidatura política para el año próximo. De ahí la presencia de algunas banderas rojas junto al palco en el acto multitudinario de Palermo que mañana le aportarán un sello partidario para la inscripción como candidato que la CTA carece por el momento. Mas todo no le será tan fácil. Primero deberá ganar en septiembre las internas de la Federación Agraria. Deberá ganar. ¿Ganará?

En el mismo ambiente hay otros yerros de la dirigencia que no han caído bien a quienes apoyaron la lucha de cuatro meses contra el Gobierno. Por ejemplo, la Sociedad Rural acaba de regalarle unas cuantas vacas al simpático Raúls Castels como retribución por su participación junto a los autoconvocados. ¡Ésas teníamos! La dirigencia agropecuaria debería abrir el paraguas para lo que se viene y pensar seriamente en la “distribución de su riqueza” y el igualitarismo con los asistentes a cada acto o piquete venidero. Por lo menos medio kilo de lomo a cada concurrente. Y a apurarse antes que De Ángelis lo lleve a ochenta pesos.
SALINAS BOHIL
CORREO DE BUENOS AIRES

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