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martes, 10 de abril de 2012

VACAS FLACAS

Las vacas flacas del país del asado editorial@diariocastellanos.net Los argentinos vamos camino a convertirnos en leones herbívoros. El descenso, gradual en el último medio siglo, ha alcanzado el punto históricamente más bajo de 53,40 Kg/habitante en 2011 contra los 86,40 Kg/habitante de 1961. Algo contrastante con 2002, cuando en el peor momento económico del país y con una desocupación del 22%, se consumían 60 kilos por habitante. Algo que a muchos les inspira aquella filosofía del asfalto de "¡qué bien que estábamos cuando estábamos mal!" Disfrazar a la necesidad de camino a la vida saludable es una hipocresía mayúscula, algo como aquello de la zorra y las uvas. Posiblemente reducir el consumo de carne vacuna sea bueno y las alternativas puedan ser beneficiosas a mucha gente, pero la necesidad nunca ha sido una buena consejera nutricional. La situación actual de las carnes demuestra que a veces el remedio es peor que la enfermedad. Como todo se desdibuja en el tiempo y hay quienes intentan hacernos creer que siempre fue así, a veces hay que hacer un ejercicio de memoria para saber dónde y cuándo comenzó un problema. Ese salto en el tiempo es el que nos lleva a seis años atrás, Marzo de 2006, cuando el Gobierno nacional comenzó sus intervenciones tratando de evitar que los altos precios de la carne en el extranjero "contagiaran" al mercado local. Una práctica que por lo visto no fue beneficiosa para nadie y mucho menos para los argentinos ya que sus resultados ni siquiera han servido para alertar a los responsables mostrándoles la magnitud del fracaso y el camino para enmendarse. Pero ¿Cómo convencer a los "illuminati" oficiales que las exportaciones funcionan como un incentivo para quienes quieren invertir y generan una mejor oferta interna? Si se hubiera dejado que el sector exporte libremente, se habría alentado una mayor producción. Los altos precios que se obtendrían por los cortes internacionales habrían redundado en rebajas de precios en los cortes más populares en el mercado interno del país. Pero el control – un "neologismo trágico" al decir de González Tuñón – es tan caro al sentir oficial que ni ha pensado en esa posibilidad. Como negados a cualquier cálculo parece que a nadie del Gobierno se le ocurrió que cuanto mayor sea la cantidad de novillos que se producen para exportación, mucha más carne se producirá para el consumo interno, ya que sólo un 15% de los cortes de una res entera es lo que se exporta quedando el resto en el país. Mientras tanto lo único que se ha conseguido es una implosión de la producción. Las trabas a las exportaciones, las intervenciones con o sin Guillermo Moreno en el mercado de Liniers, las cuotificaciones e intromisiones en la cadena de producción, lograron como resultado diezmar el stock ganadero. Pero no sólo eso, otro triunfo oficial, a resultas de lo anterior, ha sido la pérdida de mercados internacionales, los cuales recibieron alborozados a uruguayos y brasileros ansiosos de acceder a ellos. Además, al achicar la oferta de carnes en el mercado interno, consiguieron elevar los precios en el mostrador y desalentar el consumo. Toda una proeza impensada en el país del asado, el bife de chorizo y la milanesa. Si esto fuera poco se deberá agregar que ha cerrado el 20% de los frigoríficos y la industria expulsó similar porcentaje de empleados. En la actualidad la mayoría trabaja a pérdida o salva los costos, esperando ver la luz al final del túnel. Las cifras apabullan y hablan por sí solas. Entre diciembre de 2009 y agosto de 2011 el precio al público subió 80% y el consumo cayó 14%. Pero por esas particularidades de los argentinos, los consumidores – salvo ese 14% que no puede – han convalidado los aumentos mediante el consumo y traccionado sobre la oferta, lo que ha hecho que los precios aumenten indefectiblemente. Pero en este caos la peor parte es quizá la merma del stock ganadero. La Argentina perdió 12 millones de cabezas en cuatro años, lo que equivale a todo el stock bovino de Uruguay. No hay posibilidad de ningún decreto de necesidad y urgencia que haga parir trillizos a las vacas ni que acorte el tiempo de gestación. Hay países en el mundo donde si se equivocan, se dan cuenta que se equivocaron y tratan de corregir el error. Felices de ellos.

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