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viernes, 24 de agosto de 2012

COLAPSO

PODRÍA OCURRIR UN COLAPSO MONETARIO La exposición del diputado nacional (Coalición Cívica-Ciudad de Buenos Aires), Alfonso Prat Gay, en el pleno de la Cámara baja resultó muy importante. Él fue presidente del Banco Central, a cargo del rescate de cuasimoneda, entre otras tareas. Conoce en profundidad la relación entre el BCRA y la Casa de Moneda, cuya falencia, en teoría, provocó la expropiación de la ex Ciccone. Su advertencia de que no se ha resuelto nada y de que el colapso monetaria se viene de todos modos, es para tener en cuenta. Aquí el texto completo de Prat Gay, para guardar y leer en algunos meses más, cuando entre la inflación y la mala gestión colapse la impresión de papel moneda en la Argentina K: Discurso del diputado nacional Alfonso Prat Gay en la sesión del miercoles 22/08 sobre la expropiación de la ex Ciccone Calcográfica: Señora presidenta: el diputado Yoma nos recordaba con razón que lo que estamos discutiendo hoy, como dice el artículo 1° de la ley en tratamiento, es la declaración de utilidad pública de la Compañía Sudamericana de Valores. Eso no está en duda. Si nos tomamos el trabajo, quienes lo venimos haciendo, de profundizar la discusión, no es porque no sepamos qué estamos discutiendo sino que queremos saber para qué estamos debatiendo la utilidad pública de la ex Ciccone en este momento. En esa misma línea argumental, si uno ve con honestidad los fundamentos del proyecto del Poder Ejecutivo, en el segundo párrafo se nos dice: “Es primordial para el gobierno nacional continuar recuperando para el Estado capacidades que son estrictamente de su competencia indelegable e insustituible, como es el caso de la emisión de moneda de curso legal.” Me permito decirles a mis colegas y a quienes están escuchando que esta ley no resuelve esta cuestión. Aun antes de adentrarnos en la categoría de la soberanía monetaria, donde creo que hay mucha confusión, me parece que con esta discusión el relato épico del kirchnerismo ha llegado quizás a su punto más ridículo. ¿Por qué digo esto? Utilizando los números mencionados por el miembro informante del oficialismo en el Senado, la Argentina necesita 1.600 millones de billetes nuevos por año –yo creo que es más‑, la Casa de la Moneda tiene una capacidad para producir 800 millones de billetes por año, y el contrato que se ha celebrado entre el Estado Nacional y la ex Ciccone le adjudica a esta empresa la producción de 410 millones de billetes en un año, que –como hemos visto hasta ahora‑ pareciera ser que no llega a tener esa capacidad porque los billetes que salen lo hacen de manera defectuosa. Entonces, aun expropiando toda la empresa en la que existe una máquina que permite la impresión de estos billetes, la capacidad de producción de la Casa de Moneda ampliada por esa máquina de Ciccone –si hago bien los números‑ sería de 1.200.000 billetes por año, con lo cual todavía estaríamos lejos de cumplir con el cometido que se dice perseguir con esta norma. Me permito hacer la siguiente aclaración: soberanía monetaria no es autoabastecimiento de producción de billetes de papel moneda. Soberanía monetaria es moneda sana. Moneda sana significa que los ciudadanos de un país confíen en esa moneda, ahorren en esa moneda y celebren créditos o contratos a largo plazo en esa moneda. Soberanía monetaria es una política monetaria sana. Soberanía monetaria no es, ni por asomo, una inflación anual del 25 por ciento, como tenemos hoy en la Argentina. Si la discusión fuera soberanía monetaria, habría que resolverla en otro lugar. Pero volvamos por un segundo a la ex Ciccone. Siguiendo con el tema de soberanía monetaria, me permito recordar a mis colegas que solamente en dos ocasiones en la historia hizo falta contratar a la ex Ciccone para imprimir papel moneda. Esas dos ocasiones están asociadas a momentos en los que precisamente había falta de soberanía monetaria, inestabilidad monetaria y desconfianza en el peso. Una de esas dos ocasiones es la que conocimos todos a través del escándalo del caso Boudou: se contrató a Ciccone para imprimir 410 millones de billetes. La otra ocasión fue durante el gobierno de la Alianza, con las tristemente célebres cuasi monedas. Hace un rato lo escuchaba al señor diputado Felipe Solá, que en ese momento era gobernador de la provincia de Buenos Aires, quien se quejaba de la restricción de Ciccone, pero no se quejaba de la restricción de la Constitución Nacional, que impedía a las provincias emitir papel moneda, emitir billetes. Esta es otra discusión. Me gustaría que estuviera aquí presente la miembro informante del oficialismo, que fue funcionaria de la Alianza en ese entonces, cuando se emitían las cuasi monedas, para dar fe de los números que quiero compartir con ustedes: los Bocade de La Rioja, 35 millones de pesos; los bonos CAT, de Catamarca, 59 millones de pesos; el Bono Federal, de Entre Ríos, 260 millones de pesos; y el Patacón, de la provincia de Buenos Aires, 2.703 millones de pesos. Esto hace un total de 3.057 millones de pesos de cuasi monedas emitidas por Ciccone, que en aquella época representaban el 14 por ciento de la circulación monetaria total. El contrato que el gobierno celebró con la ex Ciccone por 410 millones de billetes de cien pesos representa hoy el 17 por ciento de la circulación monetaria total. Vale decir que el desarreglo monetario de la gestión de Cristina Fernández de Kirchner es aún superior al desarreglo monetario que hubo que atravesar sobre el final de la época de la Alianza. Con esto me permito hacer una reflexión: vamos a tener muchos billetes pero seguiremos sin tener una moneda estable, una moneda sana. Esto nunca había ocurrido antes en la historia, salvo en la época de la Alianza. Me permito recordarles cómo fue que se rescataron esas cuasi monedas durante nuestra gestión en el Banco Central. Se trataba de 7.674 millones de pesos en 13 papeles diferentes de distintas provincias, que en ese entonces representaban el 28 por ciento de la circulación monetaria. Es como si hoy necesitáramos de una Ciccone y media, es decir, 600 millones de billetes, para poder rescatar esas cuasi monedas. ¿Usted recuerda, señora presidenta, que en 2003, cuando rescatamos las cuasi monedas, se hablara de Ciccone, de Boldt, de Vandenbroele, de Boudou o de alguno de ellos? No. ¿Y sabe por qué no lo recuerda señora presidenta? Porque el Banco Central tomó recaudos, porque tenía el papel billete estoqueado, porque la Casa de Moneda tenía la capacidad para imprimir todos esos billetes y porque se gestionaba correctamente la cosa pública. Digo esto porque pareciera ser que en la épica lo que estamos discutiendo es la soberanía monetaria. Lo que estamos discutiendo en la práctica es una pésima gestión que llevó a la Casa de Moneda a no invertir y que gracias a la inflación de este último tiempo saturó por completo la capacidad de Casa de Moneda y también de la ex Ciccone. Lo decía el diputado Pinedo y lo sugerí al diputado Yoma en privado: esto se resolvía comprando dos máquinas. Entonces, yo interpelo a los colegas del oficialismo: el modelo nacional y popular que tiene récord de recaudación que hace un culto de todos los logros de un Estado cada vez más presente, ¿no tiene los recursos ni la capacidad para comprar dos máquinas para imprimir billetes en papel moneda? Hay algo que está mal: el relato o la gestión. Yo creo que están mal las dos cosas. Voy a hacer referencia a la versión taquigráfica del Senado, a la parte en la que habló el miembro informante. Me refiero al miembro informante del Senado porque no encontré demasiado contenido en la explicación del miembro informante de Diputados, pero como pertenecen al mismo partido creo que se aplica la misma cuestión. Nos dice el miembro informante, senador Aníbal Fernández, a lo largo de su exposición: “Los requerimientos para la impresión de billetes pasaron de ser de un promedio de 440 millones a 1.600 millones por año, lo cual es incomprensible.” Es incomprensible solamente para él y para quien cree en el INDEC, debo aclarar yo. “Reitero,...” –dice el senador Fernández- “...se pasó de 440 millones por año a 1.600 millones por año.” Me gustaría que nos preguntemos por qué se pasó a esa cantidad en tan poco tiempo. Yo creo que hay por lo menos tres motivos. El primero es la inflación, el segundo es la pésima gestión de la Casa de Moneda y el tercero es la obstinación del gobierno por negar estos dos fenómenos. Me gustaría explicarles a ustedes algunos números que creo tener a mano para ejemplificar mejor esta cuestión. Insisto, estoy tratando de desentrañar cuál es el para qué de esta cuestión, el qué ya lo conocemos. El para qué no estoy seguro porque con esta ley no vamos a resolver el problema. Por eso es que uno inexorablemente cae en la sospecha de que el para qué de esta ley es rescatar al soldado Amado, no hay otra razón que uno pueda entender que no sea esa. Se nos dice desde el oficialismo que ahora se va a investigar más, que tomamos control de la ex Ciccone. ¿Quién toma control? Lorenzino y Katia Daura. ¿Quién nombró a Lorenzino y a Katia Daura? Amado Boudou. Entonces, los que van a favorecer la investigación en contra del acusado son quienes fueron nombrados por el acusado. Hago un esfuerzo pero créanme que esto me cuesta mucho entenderlo. Les hablaba de los números. El 15 de agosto del 2003 la cantidad de billetes en circulación era de 600 millones, el stock total de billetes en circulación. Al 15 de agosto de 2012, el último dato que tenemos disponible, la cantidad de billetes en circulación es de 3.100 millones de billetes. Vale decir que se ha multiplicado por 5 la necesidad de producción y esto no se aplica en términos nominales porque son billetes físicos y no se aplica en términos nominales porque este gobierno no ha querido seguir nuestro consejo de emitir billetes de mayor denominación. El 89 por ciento de la totalidad de la circulación monetaria está representada por un solo billete, el de mayor denominación. Hay 1.748 millones de billetes de 100 pesos, más de la mitad de la cantidad física de billetes. Esto no es norma en ningún lugar del mundo. ¿Por qué la obstinación de creer que la población se va a dejar llevar por la idea de que si emiten un billete de 200 pesos hay inflación? Ya sabemos que hay inflación y no hace falta esconderlo de esa manera. Yo creo que esa hubiera sido efectivamente la situación. En su momento se nos dijo con YPF que queríamos tener la soberanía energética y el autoabastecimiento de petróleo. Ahora se nos dice que queremos tener el autoabastecimiento de billetes. No lo vamos a tener porque con Ciccone no alcanza y, como bien dijo el diputado Pinedo, más de la mitad del costo de producción de un billete es de bienes importados que nosotros no producimos. Entonces, ¿cuál hubiera sido la solución que tarde o temprano va a haber que tomar inexorablemente porque este proyecto no resuelve el problema, como dije antes? La solución hubiera sido lograr un esquema de inversión en la Casa de Moneda que le permitiera acompañar el aumento en la producción de billetes. Y, segundo, para que esa inversión no sea excesiva, aumentar la denominación de los billetes de máximo valor, para no caer en esta trampa actual donde se nos habla de un Estado que aparece en todos lados, pero que en este tema concreto lo hace como un Estado bobo, rehén de una empresa a cuyos dueños no conocemos, y que efectúa toda esta movida en el Congreso de la Nación para quedarse con una máquina con la que ni siquiera va a resolver la mitad del problema. Esta es la ridiculez que estamos discutiendo. ¿Cuál sería la solución efectiva? Primero y principal, bajar la inflación. Por supuesto que para disminuirla habría que reconocer que existe tal fenómeno. Existen provincias que son conscientes de que hay inflación: Santa Fe, San Luis, Tierra del Fuego y Neuquén; en cambio, otras provincias lo reconocían hasta hace poco, pero tuvieron la instrucción del gobierno nacional de dejar de reconocerlo. La gente ya sabe que la inflación no es del 9 por ciento como dice el INDEC, o que un mes es del 0,8 y otro del 0,9. Como no van a bajar la inflación, la manera de resolverla sería dejando de negarla. Hemos hecho algunos números y tenemos un proyecto de ley que presentamos hace más de un año. Lo consensuamos en la Comisión de Finanzas, cuando yo la presidía, para la emisión de billetes de 200 y 500 pesos. Esa iniciativa contó con dictamen el año pasado, por lo que hemos presentado una nota al actual presidente de la Comisión de Finanzas, quien se ha comprometido a darle tratamiento en la próxima reunión. Por eso invito a los legisladores oficialistas a apoyar esa iniciativa. No crean ni por un segundo que quedándose con las máquinas de Vandenbroele, o de quien fuera, van a resolver el problema, que es mucho más profundo gracias a la pésima gestión de Casa de Moneda y a un modelo económico que tiene como variable de ajuste una inflación del 25 por ciento. Si el Banco Central emitiera billetes de 200 y 500 pesos, y si estableciera que conforme van saliendo de circulación los de 100 se reemplazan por uno de 500, y fijara un esquema para que a medida que se emitan los billetes de 200 y de 500 se reemplacen otros billetes –no todos, porque perderíamos el cambio‑, llegaríamos a la conclusión de que sería necesario producir 750 millones de billetes por año, aun con esta inflación. Si nos hubieran hecho caso hace un año, no estaríamos hablando de los escándalos de Boudou, de Ciccone, de Compañía Sudamericana de Valores, de Vandenbroele o de The Old Fund. O sea, de todos aquellos nombres a cuyos dueños desconocemos. Lamento muchísimo que no nos hayan hecho caso, pero en esta breve alocución no puedo llegar a otra conclusión de que si el problema a resolver fuera, efectivamente, la producción de billetes y la soberanía monetaria, el camino correcto hubiera consistido en comprar dos máquinas y no en expropiar una empresa que está en el centro… Sra. Presidenta (Abdala de Matarazzo).- Concluyó su tiempo, señor diputado. Sr. Prat-Gay.- Termino en treinta segundos, señora presidenta. Estamos hablando de una empresa que está en el centro de la investigación, cuyo principal sospechoso es el vicepresidente de la Nación. (Aplausos.)

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