La gente INTELIGENTE habla de IDEAS, La gente MEDIOCRE habla de COSAS, La gente IGNORANTE habla de la GENTE

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domingo, 12 de mayo de 2013

CINCO POR UNO....

"5 X 1, no va a quedar ninguno..." Inolvidable semana la que pasó, con una doble presentación de los 5 del Buen Humor, o los 5 Fantásticos, el equipo económico más cuestionado y cuestionable de la historia económica argentina. Hasta el equipo de Lorenzo Sigaut tenía más creatividad que el conjunto de incompetentes de Cristina. Aquí un comentario acerca de ellos: 09/05/2013: La presidenta del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont; y el titular de la AFIP, Ricardo Echegaray, ante las comisiones de Presupuesto y Hacienda y de Justicia, en el Senado. FOTO: JUAN VARGAS. por CARLOS SALVADOR LA ROSA CIUDAD DE MENDOZA (Los Andes). Kicillof, entre la genialidad y el delirio. Axel Kicillof es la continuación en otro tiempo de aquellos jóvenes brillantes, de superior inteligencia, que en los pragmáticos y amorales años '90 "robaban para la corona", salvo que ahora, en una era más ideologista, no se busca a estos jóvenes para que sigan robando, sino para que tapen los robos ocurridos. En otras palabras, los Kicillof noventistas armaron la arquitectura para los monárquicos robos de aquel entonces, mientras que los actuales construyeron la arquitectura para dejar de robar, mejor dicho, para estatizar los robos, de modo que ya no se los viera como robos sino como "expropiaciones"o "confiscaciones"de los bienes de los poderosos hacia las manos del pueblo. Que eso es lo que hizo con YPF. O lo que de YPF Kicillof le vendió a la Presidenta. El guión (o verso) ideológico fue el siguiente: antes de la era K, Repsol en complicidad con los gobiernos neoliberales, vino a robar el petróleo. Después, en la era K, pero antes de CFK, Néstor se asoció con los ladrones para así penetrar y conocer por dentro los tugurios del mal. Hasta que Cristina -cuando llegó Kicillof- reestatiza la empresa, con lo cual echa a los ladrones del templo y a la vez salva la memoria del que se asoció con los ladrones, ya que éste lo hizo no para robar, sino como primer paso hacia la expropiación que luego lograría su esposa. Ante esta explicación Cristina saltó de alegría, porque ni ella lo había pensado así. Entonces, Kicillof aprovechó para venderle que también sabía cómo salvar a la empresa de la debacle, ya que, como buen estatista, supone que al haberla reestatizado ya está casi todo hecho. Ahora lo único que faltaba es un cacho de gestión, minucias cuando se es poseedor de la ideología correcta, de la verdad histórica. Lo que la presidenta no vio es que Kicillof, como todos estos pibes geniales -neoliberales o revolucionarios- cuya superioridad cerebral medida en coeficientes de inteligencia es superlativa, son, por lo general, capaces de explicar todo pero incapaces de construir nada, porque su brillantez está unida a su delirio. Son extremos en ambas cosas. Los noventistas no sabían distinguir el bien del mal porque eran amorales, ensoberbecidos por su talento y por el increíble crecimiento económico que lograron al combinarlo con su falta de principios y su capacidad para venderse como la "nueva política". Los revolucionarios, en cambio, no carecen de principios sino lo contrario, ya que para controlar su desmesura cerebro-celular (que todo lo puede explicar, a favor o en contra) sin caer en el amoralismo, se atan a una fe en la que no creen pero que necesitan para asumir la acción política como una forma de redención. No son creyentes como la gente común, sino fundamentalistas, que es la fe de los intelectuales que no creen en nada y entonces sustituyen su falta de fe por el fanatismo en una idea a la que, además, creen encarnar. En suma, Kicillof le vendió una idea a la presidenta y junto a ella le vendió una gestión; la presidenta le compró las dos y así le fue. Cero gestión, pero el pibe sigue queriendo estatizar todo, aunque jamás se pregunte, ni le importe, si haya Estado donde estatizar algo. Él habla directamente con la reina, o en nombre de ella, no está para las pequeñeces. Aunque muy grande no se lo vio en la tevé, donde hablaba de todo pero no decía nada. Marcó del Pont, una poetisa en la cueva financiera. Mercedes Marcó del Pont es también brillante. De filiación política desarrollista, siempre debe haber soñado con encarnar -desde el progresismo- el proyecto frondizista de una patria desarrollada a partir de la industrialización. Mercedes creyó encontrar en los K la forma de concretar sus sueños y entonces se comprometió con ellos en alma, corazón y vida. Su lugar en ese mundo lo halló cuando la nombraron presidenta del Banco Central. Venía a reemplazar a un joven brillante pero neoliberal neoliberal, de esos que sostenían el dogma demoníaco de que el BCRAno sólo debía ser autónomo del Ejecutivo, sino también jugar un rol en la lucha contra la inflación. Mercedes vino con una nueva legalidad, revolucionaria, por la cual el BCRA se convertiría en un verdadero Banco Nacional de Desarrollo, el cual proveería los recursos para reindustrializar al país. ¡Si papá Frondizi me viera aquí!, debe haber pensado. Pero lo que ella nunca imaginó es que a sus afanes desarrollistas, el poder político que la convocó no le respondería usando las reservas para fomentar el desarrollo sino para seguir aumentando el gasto público y la inflación. A la poetisa económica no la metieron en el palacio del desarrollo sino en una cueva financiera, desde la cual ella debió proveer dólares. Por eso, en sus apariciones por tevé habló de un país que sólo existe en su imaginación. Habló con énfasis pero con tristeza. Dijo que el dólar blue casi no existe porque todo se maneja con el dólar oficial, y también dijo que la Argentina es el único país del continente que se está reindustrializando mientras que todos los demás se están reprimarizando. Así, la hija política de Frondizi termina poniendo la cara por piratas a los que se pretende blanquear mientras sigue soñando con lo que nunca fue. La pobrecita se puso los anteojos de los años '60 y mira con ellos los años 2000. Y así se la vio: ciega. Lorenzino, hijo del desheredado Boudou. Hernán Lorenzino es lo poco que queda deAmado Boudou, de ese sueño abandonado por el cual Cristina imaginó reconvertir a los pibes neoliberales de la UCD en revolucionarios. Esos buenos chicos, frívolos pero inteligentes, que fallaron en los '90 por carecer de una causa. Ella se las dio y por eso Boudou estatizó las AFJP. Porque contaba con la "tecnología" de los neoliberales, pero con las ideas revolucionarias de Ella y Él. Boudou era un chico bien, de buena familia, como uno, y por eso reconvertible en su confusión ideológica. Hay que hacer, pensó ella, como Marx hizo con Hegel: darlo vuelta. Usar su talento, pero ponerlo al servicio de una causa buena. Para hacer la patria socialista en vez de la liberal. Cuando Boudou entendió lo que Cristina quería de él, el tipo se prendió con las cuatro manos y se hizo más que socialista. En Mendoza, una vez prometió cambiar los planes de estudios de la facultad de Economía de la UNCuyo porque eran "neoliberales". El tipo se agrandó. Y así le fue. Creyó que bastaba con decir que era lo que no era, para seguir siendo lo que siempre fue. Y para llegar a tener la plata que nunca tuvo. Ciccone bien vale gritar ¡Viva Marx!, pensó. Hasta que lo descubrieron y la presi lo desheredó. Lorenzino es apenas un fleco de esa utopía perdida de Cristina. Un hijo de Boudou que murió antes de ser ministro porque su papa murió antes de asumir la vice. El pobre de Lorenzino se quiere ir pero no lo dejan. "Hasta que no se vaya tu jefe, vos te quedás le dicen". No hay muchos que acepten ser ministros sin serlo,menos cuando las papas comienzan a arder. Moreno, el mecánico del Ford Falcon. Guillermo Moreno es un viejo mecánico que quiere arreglar como a mediados del siglo XX los autos del siglo XXI. Esos viejos autos, como el Ford Falcon, que, de tan buenos y duraderos que eran, bastaba con agregarles -cuando envejecían y ya no había repuestos- un buen alambre, que igual seguiría andando, y en una de esas hasta mejor que antes. Lamentablemente, esos alambres que servían para arreglar un Falcon ya no sirven para los autos actuales, que vienen preparados para cambiarse cada tres o cuatro años, por lo cual, cada vez que Moreno los arregla, éstos se vienen aún más abajo. Con su tecnología para que sigan andando autos que ya no existen aplicada a toda la economía nacional, el secretario de Comercio está destrozando todo un país, pero él se siente un patriota, el artesano que con sus viejos pero buenos usos y costumbres arregla los desastres que cometen las nuevas luminarias con las que de tanto en tanto se marea la presidenta. En algo Moreno tiene razón, en que esas luminarias que seducen a Cristina son un desastre, pero sus alambres son igual de calamitosos. Son el hambre y las ganas de comer, que se han juntado. Echegaray, cinco por uno, no va a quedar ninguno. Ricardo Echegaray no es un intelectual como Kicillof o Marcó del Pont, no se quiere ir como Lorenzino, ni arregla viejos coches como Moreno. Él no vuelve al pasado ni vuela hacia las nubes de Úbeda, él siempre va a los bifes. Es el recaudador, el inquisidor, el ejecutor, el delator, el escrachador, el terminator. Moreno va a las oficinas de Clarín y amenaza con afanarle hasta las oficinas como un "petitero" prepotente. En cambio, Echegaray no amenaza sino que actúa directamente, por eso comienza allanando la casa de varios periodistas del "monopolio", para que todos sepan que no las va con chiquitas. Mientras los otros cuatro jinetes del cristinismo macaneaban en la tevé para intentar explicar el inexplicable blanqueo, Echegaray fue el único concreto cuando advirtió:Si cae Lázaro Báez, también va a caer Magnetto, sus socios, e incluso varios de la oposición. Lo dijo así, con todas las letras. Y después se fue a lo del periodista Sergio Lapegüe para comenzar a concretar, simbólicamente, su decisión.

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