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jueves, 19 de diciembre de 2013

UNIVERSIDAD PUTATIVA

La Universidad de las Madres: terrorismo y kirchnerismo Sección: Nota de portada Por Agustín Laje (*) El ministro de Justicia y Derechos Humanos, Julio Alak, dijo públicamente hace algunas horas que mandará un proyecto para estatizar la “Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo”. Que se entienda: estatizar significa, en la práctica, que Hebe de Bonafini ya no deberá preocuparse más por el financiamiento de su Universidad –que históricamente ha dado pérdidas–, pues ahora los encargados de solventarla económicamente y pagar sus deudas seremos todos los ciudadanos que, con nuestros impuestos, sostenemos este tipo de inmoralidades. Esta nueva medida oficialista en favor de la organización vinculada al terrorismo internacional Madres de Plaza de Mayo se da en el marco del pacto que hicieron Néstor Kirchner y Hebe de Bonafini el 26 de mayo del 2003 por directivas del dictador cubano Fidel Castro, pacto que narramos y documentamos con Nicolás Márquez en nuestro libro de reciente publicación titulado “Cuando el relato es una FARSA”. Los términos de la alianza fueron claros: Madres de Plaza de Mayo darían su apoyo público al kirchnerismo a cambio de apoyo estatal y persecución política a los miembros de las Fuerzas Armadas y de Seguridad que combatieron al terrorismo subversivo en los años ’70. Desde entonces y hasta ahora, la Asociación Madres de Plaza de Mayo, que pronto se convertiría en Fundación (para poder operar financieramente), ha recibido incontables favores gubernamentales: cheques millonarios emitidos por el Tesoro de la Nación como fondo no reintegrable para cubrir descubiertos bancarios, cheques sin fondo y multas del Banco Central; exorbitantes cantidades dinerarias en propaganda oficial para mantener la radio de las madres en AM 530; dinero girado por Lotería Nacional en concepto de “publicidad”; cámara permanente en la Televisión Pública, y hasta esa estafa multimillonaria que se llamó “Sueños Compartidos”, el proyecto de “viviendas sociales” financiadas por el Estado y construidas por las Madres de Plaza de Mayo que derivó en una causa por desvío de 280 millones de pesos. La operación “Con la Madres No”, ideada por Aníbal Fernández y ejecutada por el gobierno, logró usar a Sergio Schoklender como chivo expiatorio y salvar el pellejo de Hebe de Bonafini y del resto de la Fundación. Así pues, con la causa de corrupción durmiendo en términos de su resonancia en la opinión pública, el gobierno vio luz verde para dar este nuevo paso: financiar la Universidad de las Madres con dineros públicos. La Universidad Popular de las Madres abrió sus puertas en 1999, sin aprobación del Ministerio de Educación, bajo la dirección del escritor marxista Vicente Zito Lema en el histórico edificio de las Madres ubicado en Hipólito Yrigoyen, a metros del Congreso de la Nación. El 20 de noviembre de ese año se organizó un seminario que pretendía ser la antesala de la creación de la Universidad. Allí disertó, entre otros, el parricida Sergio Schoklender, quien tituló a su conferencia “El derecho a la violencia”. Entre otras barbaridades, la mano derecha de Hebe de Bonafini sostuvo frente al alumnado que: “El mito más grande es esto de que la violencia es mala”; “es cierto que el delito individual, ese delito callejero, es una de las pocas respuestas violentas que hay frente al sistema”; “intentan hacernos creer a nosotros que existe una salida pacífica, que existe una salida no violenta. Esa salida no es posible”; “nosotros tenemos que lograr transformar esa violencia individual en una violencia organizada. Tenemos que poder darle coherencia y organización a todos los estallidos sociales, no solo al robo”.[1] Hebe estaba fascinada con lo que escuchaba. Eran tiempos en que la Asociación de las Madres, como el propio Schoklender confesará años más tarde en su libro Sueños Postergados, se financiaba robando y delinquiendo. Lo cierto es que Zito Lema pretendía financiar la Universidad con métodos transparentes, pero las cuentas nunca le cerraban. Mientras veía que llegaba dinero de extraña procedencia que conseguían Hebe y Sergio, aquél prefería juntar monedas vendiendo panchos, hamburguesas y choripanes frente a la casa de estudios. Observar al director de la Universidad vendiendo chorizos a los alumnos era bastante humillante. Finalmente, asqueado por lo que veía, Lema decidió renunciar, dejando una carta a la que nadie le prestó atención pero que sería, a la postre, vaticinadora: “No quiero formar parte de algo que en el futuro pueda dar cabida a responsabilidades judiciales y a nuestra desacreditación pública”.[2] En la Universidad de las Madres se enseñaba y se enseña un marxismo revolucionario recalcitrante, capaz de reivindicar a las FARC e, incluso, a la mismísima organización terrorista Al-Qaeda. En el año 2001, por ejemplo, después de que el mundo entero se conmocionara tras los atentados contra las Torres Gemelas del 11 de septiembre, Hebe de Bonafini brindó un discurso a los alumnos en el que decía: “Hablo en nombre de las Madres, que somos la voz de nuestros hijos. (…) Cuando pasó lo del atentado yo estaba en Cuba visitando a mi hija, sentí alegría. No voy a ser hipócrita, no me dolió para nada. (…) Yo sentí que había muchos pueblos en ese momento que eran felices y sentí que la sangre de tantos en ese momento era vengada. (…) El día del atentado yo sentí que había hombres y mujeres muy valientes. Valientes, como una montaña de valientes, que se prepararon y donaron sus vidas para nosotros, tal vez para nuestros nietos, ni siquiera para nosotros. Declararon la guerra con sus cuerpos, manejando un avión para estrellarse y hacer mierda al poder más grande del mundo. Y me puse contenta, por qué no. (…) Brindé por mis hijos, brindé por tantos muertos, contra el bloqueo, por todo lo que se me venía a la cabeza. Brindé por los valientes. Brindé por los hombres que hicieron una declaración de guerra con el cuerpo. (…) Nuestros hijos eran terroristas”. El discurso de Hebe no fue el único de ese día en la Universidad. Otros profesores también se sumaron a reivindicar y festejar la muerte de más de 3.000 seres humanos. El docente David Viñas, por caso, dijo ese día que “las acciones violentas en Washington son una forma inédita de lucha de clases”, mientras el Director Académico Zito Lema, quien todavía no había renunciado, esgrimía que “el señor [Bin] Laden es un revolucionario. (…) Y esa lucha con Laden y con otros seguirá hasta que el imperio sea extinguido de la humanidad”.[3] Además de las reivindicaciones públicas que se hacían de Al-Qaeda, en la Universidad Popular de las Madres las FARC fueron tema de estudio desde el año 2001 en cursos especiales que muchas veces tenían como profesores a integrantes de la mismísima guerrilla colombiana. El 25 de marzo de 2005, Madres de Plaza de Mayo organizó un acto homenaje público por los cuarenta años de la creación del grupo narcoterrorista, donde se proyectó un mediometraje filmado por las propias FARC y luego hablaron Rubén Batalles, ex terrorista del ERP, y Eduardo Soabes, ex terrorista de Montoneros. El evento se promocionó con carteles que, en el centro, ilustraban un brazo que sujetaba un fusil en alto. Según se dijo, las FARC financiaban todas esas actividades organizadas por las Madres en nuestro país. Schoklender recuerda que “Hebe sentía una gran fascinación con las FARC porque, en cierta medida, sus integrantes representaban algunos de los ideales, del trabajo y de la historia militante de sus hijos”.[4] En agosto de 2002, Hebe seguía convencida sobre la necesidad de impulsar una revolución armada en nuestro país o, al menos, estar listos para hacer tal cosa, utilizando a la Universidad como centro de formación del nuevo “sujeto revolucionario”. En un discurso pronunciado en ese mes frente a numerosos alumnos, Bonafini sostenía lo siguiente: “Cuando hablamos de socialismo, hablamos de socialismo revolucionario, no de un socialismo de partido, para ir atrás de todos estos bandidos que se están uniendo, juntando. Las Madres sentimos que somos el puente entre nuestros hijos y ustedes; desde 1986 venimos hablando de revolución, de marxismo primero más tímidamente y después ya más lanzadas. ¡Revolución, socialismo y combate! La gente dice: ‘Ay, pero las armas’ ¡Caramba!, con zapallitos no vamos a poder hacer la revolución ¡A prepararnos para ser revolucionarios, a prepararnos para armar el socialismo, a prepararnos para hablar de combate! Y a prepararnos, también, para usar las armas si alguna vez es necesario”.[5] Sergio Schoklender nos ha brindado un testimonio ilustrativo al respecto: “El programa que sosteníamos con las Madres era totalmente revolucionario. (…) La única salida que se veía lógica era la lucha armada. (…) En aquella época en el sótano de la universidad guardábamos todo. Si me llamaban a medianoche, yo pensaba que había volado la universidad. Cuando se produjo el enamoramiento entre Hebe y Néstor tuvimos que sacar urgente todo lo que había en el sótano y hacerlo desaparecer”.[6] Se iniciaban nuevos tiempos, signados por la incorporación al Estado de esta asociación acostumbrada a bucear por la ilegalidad. ¿No se siente un idiota al saber que sus impuestos van a financiar a esta banda de facinerosos y apologistas del terrorismo internacional? (*) Agustín Laje es coautor del libro “Cuando el relato es una FARSA”. @agustinlaje | agustin_laje@hotmail.com

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