La gente INTELIGENTE habla de IDEAS, La gente MEDIOCRE habla de COSAS, La gente IGNORANTE habla de la GENTE

adsense

martes, 27 de marzo de 2012

PLAZOS

PLAZOS Un Nuevo Plazo Para Sobrevivir Por Carlos Acuña Desde hace varios meses y a medida que se enra­re­cía la situa­ción polí­tica, los obser­va­do­res más ansio­sos comen­za­ron a fijar pla­zos –siem­pre en voz baja– a la dura­ción del kir­ch­ne­rismo en el poder y por lo gene­ral se recu­rría al fra­caso eco­nó­mico para expli­car lo que podría­mos defi­nir, con las pala­bras de un afa­mado escri­tor, “cró­nica de un final anun­ciado” que nunca lle­gaba. Para ello se recu­rrió a dis­tin­tos argu­men­tos y al lugar común (pero cierto) que hacía refe­ren­cia a “la natu­ra­leza de las cosas”, pero la ver­dad era –y es– que la mar­cha a con­tra­mano de una admi­nis­tra­ción como la que sufri­mos lleva en sí misma las múl­ti­ples razo­nes de una cul­mi­na­ción com­pli­cada y hasta peli­grosa. Habla­mos de con­tra­dic­cio­nes, la falta de Jus­ti­cia, inca­pa­ci­da­des, des­co­no­ci­miento, arro­gan­cia y resen­ti­miento, fac­to­res que hoy cita­mos por ser los prin­ci­pa­les, aun­que no los únicos. Ahora, la reali­dad nos hace ser más taxa­ti­vos y con­tun­den­tes, el perio­dismo –excepto el pagado con los recur­sos ofi­cia­les o el pre­sio­nado abier­ta­mente con la publi­ci­dad– cri­tica seve­ra­mente el com­por­ta­miento de los fun­cio­na­rios. Desde Cris­tina Fer­nán­dez hasta los con­ce­ja­les que quie­ren qui­tar el monu­mento a la memo­ria de los héroes de Man­chalá son cen­su­ra­dos como corres­ponde y hasta los polí­ti­cos, habi­tual­mente cau­tos y calla­dos por un increí­ble exceso de pru­den­cia, comien­zan a cri­ti­car a boca abierta y en voz alta. Hay gente que se pre­gunta, y espe­cial­mente los que no la vota­ron, cómo es posi­ble que Lilita Carrió, que anun­ció tan­tos nego­cia­dos y ano­ma­lías de toda clase, haya obte­nido tan pocos sufra­gios y así sur­gen los deba­tes acerca del empe­ci­na­miento de los argen­ti­nos por no acep­tar la reali­dad y mucho menos los pre­sa­gios. Sólo el peso de los hechos pal­pa­bles gana influen­cia cuando es dema­siado tarde, cir­cuns­tan­cia que puede com­pa­rarse con el rápido olvido de los suce­sos más trá­gi­cos o más repug­nan­tes. Sin embargo, hay que acep­tar que son tan­tos, que se enci­man cro­no­ló­gi­ca­mente y se des­pla­zan unos a otros en una suce­sión inter­mi­na­ble, indig­nante y cansadora. No obs­tante, todo indica que esta vez los lími­tes de la tole­ran­cia ini­cia­ron su des­mo­ro­na­miento, un pro­ceso que se ace­lera a medida que se pro­duce, hasta que la velo­ci­dad genera un des­con­trol mucho mayor que el que mues­tra el estado emo­cio­nal de la Pre­si­dente de la ex Repu­blica Argen­tina. Podría­mos agre­gar los irra­cio­na­les cir­cun­lo­quios de la mente de la señora de Kir­ch­ner, quien da órde­nes insó­li­tas a sus cola­bo­ra­do­res, cuya ges­tión ubica al país fuera de todo con­texto inter­na­cio­nal y en el más abso­luto ais­la­miento. Esto ocu­rre en todos los ámbi­tos; el irra­cio­nal com­por­ta­miento de Cris­tina Fer­nán­dez de Kir­ch­ner nos apartó de cual­quier grado de influen­cia en la región y en los paí­ses veci­nos, hasta donde había­mos lle­gado con nues­tra cul­tura, nues­tra eco­no­mía y nues­tra capa­ci­dad mili­tar. Hoy, gra­cias al empeño de la viuda y al cada vez más redu­cido grupo de cola­bo­ra­do­res de con­fianza que man­tiene, lo malo que deja­mos dicho se ha poten­ciado y nos acerca cada vez más a un abismo cuya esen­cia es des­co­no­cida en Oli­vos y en la Casa Rosada. Des­pués de la muerte de su marido, Cris­tina se quedó con todo el poder y lo amplió gra­cias a la genu­fle­xión de quie­nes la rodean y a la inde­ci­sión de quie­nes se dicen opo­si­to­res. Los dis­tin­tos fac­to­res de la deca­den­cia se unen unos con otros; en las comi­sa­rías que depen­den de la Poli­cía Fede­ral han ins­ta­lado urnas que sir­ven para reco­ger la opi­nión de los subal­ter­nos sobre el “com­por­ta­miento” de los supe­rio­res que, de esta manera que­dan ata­dos a la volun­tad o los deseos de quie­nes deben ser con­du­ci­dos, el prin­ci­pio de auto­ri­dad y jerar­quía queda anu­lado, como lo sos­tu­vi­mos hace poco, y el país, inde­fenso, asiste a su pro­pio derrumbe. A veces, en medio de la indi­fe­ren­cia de algu­nos, lo que cons­ti­tuye otra expre­sión de una misma decadencia. El mal ejem­plo cunde. Tal como sucede desde otros ámbi­tos ade­más del nues­tro, se anun­cia cada vez con más insis­ten­cia que se ave­cina una cri­sis social de gran­des dimen­sio­nes, cri­sis a la que ahora le pode­mos agre­gar la som­bra de una vio­len­cia posi­ble que deberá ser encau­sada y dete­nida. Tarde, el Gobierno quiere fre­nar algu­nas mani­fes­ta­cio­nes por­ta­do­ras de un futuro posi­ble, algo así como un anti­cipo del deve­nir. Y ese deve­nir puede lle­gar mon­tado en una segui­di­lla de pro­tes­tas cada vez más agu­das, que podrían mate­ria­li­zarse al pro­me­diar o acer­carse el final del mes pró­ximo. Hay quie­nes sos­tie­nen que ese plazo se exten­de­ría al mes de junio, para tomar cuerpo poco a poco y con­ver­tir a la situa­ción en un paro gene­ral por un tiempo deter­mi­nado, con exi­gen­cias que debe­rían cum­plirse de inme­diato y si eso no se cum­ple, el paro se pro­lon­ga­ría por más días y así suce­si­va­mente. No hay más que leer aten­ta­mente el con­te­nido de las decla­ra­cio­nes de Hugo Moyano, para apre­ciar cómo se per­fila ese movi­miento que ha lle­vado a la mesa de con­ver­sa­cio­nes no sólo al actual Secre­ta­rio Gene­ral de la CGT, sino tam­bién a Luis Barrio­nuevo, de la corriente Azul y Blanca. Asi­mismo y den­tro de la reserva con que se lle­van ade­lante estas con­ver­sa­cio­nes, el “Momo” Vene­gas apor­ta­ría su pres­ti­gio y amplia­ría el movi­miento que se ali­men­ta­ría con la CTA y otros sec­to­res. Por ejem­plo, el campo, con­tra el que se pla­nean medi­das finan­cie­ras (y fis­ca­les) simi­la­res a la que die­ron lugar a la pri­mera gran derrota que sufrió el kir­ch­ne­rismo. Éste teme las con­se­cuen­cias de un enfren­ta­miento pero la deses­pe­ra­ción por man­te­nerse en el poder es tan grande que, a los mano­ta­zos, apunta des­or­de­na­da­mente hacia cual­quier lado para obte­ner los ansia­dos resul­ta­dos que se le van entre los dedos. Cuando eso con­cluya, con­ver­tirá a su mano izquierda en un puño cerrado.

No hay comentarios.:

Chiste de la semana

Chiste de la semana