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miércoles, 4 de julio de 2012

DESCONFIANZA

Puertas adentro por Sergio Crivelli En épocas normales, el éxito de los políticos se debe a su capacidad para resolver problemas concretos de gestión, no a su ideología ni a su carisma personal. Si bien la Argentina bordea siempre lo excepcional, los Kirchner no escapan a esa regla. Tuvieron una altísima adhesión cuando hallaron respuesta a los reclamos de la gente, pero desde hace seis meses la presidenta Cristina Fernández la está empezando a perder en la medida en que no encuentra o demora la solución de problemas cada día más gravosos. Allí está el corazón de la crisis que hoy afecta a su gobierno y que no será superada con "relatos" sobre una epopeya histórica en favor de los pobres, ni con estadísticas falsas, ni con propaganda oficial en medios adictos de escasa difusión. ¿Qué problemas resolvieron los Kirchner al llegar al poder en 2003? Los que tenía la gente de "puertas para adentro". Básicamente el altísimo desempleo, los bajos ingresos y la merma del consumo. Aunque resulte paradójico, un gobierno que se autotitula "progresista" y habla continuamente de políticas públicas y decisiones estratégicas, no hizo nada (bueno) respecto de lo público. ¿Un ejemplo? La política sobre el transporte público resultó en el actual estado catastrófico del servicio de trenes, la penuria con los subtes y las deficiencias del transporte automotor. El tránsito en la Ciudad de Buenos Aires es un caos porque los Kirchner hicieron posible que una inédita cantidad de personas pudiese comprar un auto, pero el transporte público se deterioró hasta niveles también inéditos. Las muertes por accidentes son otra de las secuelas, la más trágica, sin duda, de la falta de políticas para el sector. Pero la carencia de políticas públicas no se limita al transporte. Otro tanto ocurrió con la energía y con la seguridad para señalar dos áreas fundamentales. En el caso de la energía, la Presidenta amagó con una solución al problema de los subsidios, pero se frenó en seco después de un gravísimo accidente de tren. En el de la seguridad, las marchas y contramarchas con la Gendarmería muestran también una patética pérdida del rumbo. La estrategia de resolver exclusivamente los problemas de los ciudadanos de "puertas adentro" dio excelentes resultados electorales, pero la demagogia siempre termina complicando al gobernante que la aplica de manera sistemática. No resulta, por lo tanto, excesivamente ilógico que ahora que tiene que resolver problemas macro como la inflación, la pérdida de competitividad o el déficit fiscal y de balanza de pagos, la Presidenta aparezca paralizada o andando en círculos. Para disimular esto último, desde el Gobierno se insiste en que la responsabilidad de que la economía se frene y la inflación crezca es la crisis externa; que todo se debe a que el mundo "se nos cayó encima". Los números no autorizan, sin embargo, esa interpretación. Las causas principales del parate son, según los expertos, el cepo cambiario y la ola de desconfianza por la desesperación del Gobierno para apropiarse de recursos a como dé lugar. Así se paró la inversión privada, la construcción y la obra pública. En síntesis, si más allá de llenarse la boca con las políticas públicas, no se las pone en marcha, no habrá soja que alcance.

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