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miércoles, 2 de enero de 2013

C HAVISMO

El chavismo lo hizo Entre los logros más notables del "socialismo del siglo XXI" o "revolución bolivariana" que, a pesar de la grave enfermedad que sufre, aún lidera el comandante Hugo Chávez, está el haber transformado a Venezuela en uno de los países más brutales de la Tierra, equiparable en tal sentido sólo con otros como Siria y la República Democrática del Congo, que están desgarrados por feroces guerras civiles. Según el Observatorio Venezolano de Violencia, el año pasado hubo al menos 21.692 homicidios, es decir, 73 muertes por cada 100.000 habitantes. Para la Argentina, donde según las encuestas la inseguridad ciudadana encabeza la lista de preocupaciones de la mayoría, la cifra correspondiente es 5,5. Parecería que al régimen chavista no le importa demasiado que su país haya degenerado en un lugar dominado por delincuentes asesinos que matan con virtual impunidad, ya que menos del 10% se ve detenido. Antes bien, con estupidez apenas creíble, sus voceros insisten en atribuir la carnicería cotidiana al "capitalismo neoliberal", como si supusieran que, luego de casi tres lustros de revolución chavista, los adherentes al esquema así denominado contraatacaban obligando a los pobres a delinquir, lo que es un disparate. Según criminólogos independientes, el pavoroso aumento de la cantidad de asesinatos en Venezuela es una consecuencia lógica del desprecio oficial por instituciones "burguesas" como la Policía, que no cuenta con los medios o la autoridad para reprimir con el vigor exigido por las circunstancias, y de la noción de que los delincuentes son víctimas de la injusticia social y que por lo tanto una eventual "solución" al problema sobrevendría en cuanto se hayan modificado drásticamente las estructuras. Se trata de una versión tropical de la tesis reivindicada por aquellos kirchneristas que alentaron a los piqueteros y otros "luchadores sociales" por suponer que su militancia a menudo agresiva serviría para intimidar a la clase media para que se hiciera todavía más oficialista. A juzgar por los resultados electorales, en Venezuela la maniobra así supuesta ha funcionado muy bien, ya que una franja significante de la debilitada clase media, además de la mayoría de los pobres que suministran el grueso de las víctimas de la violencia anárquica, sigue votando por Chávez y sus representantes. En cambio, en nuestro país la sensación de que, por los motivos que fueran, el gobierno no toma en serio el desafío planteado por el delito ha contribuido a la caída precipitada del índice de aprobación ostentado por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. No cabe duda de que el "relato" del chavismo, que es aún más épico que el confeccionado por los kirchneristas, ha contribuido a crear un clima propicio para la violencia al intensificar las divisiones sociales y difundir la idea de que ha llegado la hora de que los rezagados se venguen por las desgracias que han sufrido. Si bien a esta altura ni siquiera los chavistas más fanatizados procurarían justificar los robos, secuestros y asesinatos en nombre de la confusa revolución social que supuestamente está en marcha, parecería que los ha paralizado la negativa a asumir la responsabilidad por el catastrófico fracaso político del que son síntomas, razón por la que se resisten a cambiar la estrategia que adoptaron años atrás cuando les era fácil imputar todas las lacras sociales al accionar de los gobiernos "neoliberales" anteriores. Es que para enfrentar el crimen violento que se ha adueñado de Venezuela tendrían que reconocer que han cometido una serie de errores trágicos para entonces emprender medidas que los ideólogos del régimen se han acostumbrado a descalificar por "burguesas", "reaccionarias" o "liberales", lo que, según parece, les sería demasiado humillante. Puesto que los chavistas ya están traumatizados por la enfermedad de su caudillo, que difícilmente se recuperará lo bastante para gobernar Venezuela por mucho tiempo más, todo hace prever que en el 2013 la cantidad de homicidios superará ampliamente los casi 22.000 que se registraron el año pasado, asegurando así que la patria de la "revolución bolivariana" siga siendo un auténtico infierno para la mayoría abrumadora de sus habitantes, además de servir de una advertencia terrible a los tentados a tratar de reproducirla en otros países de la región. RN

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