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domingo, 22 de abril de 2012

PESADILLA

¡PESADILLA! *“No, no es verdad, todo es un sueño. Pero es real, dime tú, reina del mal, cuando voy yo a despertar”. La Oreja de Van Gogh Por Malú Kikuchi (22/4/2012) Tengo una pesadilla. Sueño que Federico Delgado, el fiscal de la Tragedia de Once, 51 muertos y 703 heridos (22/2/12) porque el juez Bonadío no pudo incluir al estado como querellante, acusa al estado (que regaló subsidios a TBA sin controlarlos), “de complicidad criminal con la tragedia”. Tengo una pesadilla. Sueño que a pesar del fiscal de la causa, a pesar de los peritajes que demuestran que los frenos del Sarmiento dejaron de funcionar, lo mismo que los topes del Once, la concesionaria TBA sigue operando como si nadie hubiera muerto y no hubiera todavía heridos. Tengo una pesadilla. Sueño que Sergio Shocklender “sueña compartir” en libertad sus dineros “esforzadamente construidos” a través de la fundación madres de Plaza de Mayo y Meldorek, mientras mamá Hebe, intocable cual vaca sagrada de la India, exhibe pública y groseramente su impunidad. Tengo una pesadilla. Sueño que alguien, que no es Lenín, ni Trotsky, ni Marx, ni Mao, ni Fidel, ni siquiera Chávez, dice que “seguridad jurídica” y clima de negocios”, son palabras horribles (sic). Lo dice desde el congreso de la nación, el viceministro de economía de Argentina, Axel Kicillof, la nueva y rutilante estrella que nos va a estrellar, y ya ha empezado a hacerlo. Tengo una pesadilla. Sueño que mientras Kicillof habla pestes de la pésima política energética de estos últimos años, lo hace acompañado del ministro De Vido y del secretario Cameron, directos responsables de esas políticas. Tengo una pesadilla. Sueño que Argentina tiene desde 2004, una empresa estatal energética, ENFARSA, perdón, ENARSA, que paga sueldos, alquileres, teléfonos, gas, electricidad (todo con nuestros impuestos), y sólo le ha aportado al país el dinero de la valija de Antonini Wilson, que llegó en un avión alquilado por ENFARSA. El dinero sigue en Ezeiza, sin reclamar. Tengo una pesadilla. Sueño que el vicepresidente de la nación, Amado Boudou, está sospechado de tráfico de influencias y manejos turbios y que miente sobre sus amigos, que dice no conocer. Sueño que Ciccone quiebra, que la quiebra se levanta (a pedido de Boudou entonces ministro de economía, caso único en la historia) y es comprada por gente afín al vice. Tengo una pesadilla. Sueño que la nueva Ciccone, PRIVADA, va a imprimir billetes oficiales de $100. En la pesadilla pregunto por qué este estado estatizador no expropia Ciccone y la pone bajo la órbita de la casa de la moneda. ¡Van a imprimir billetes legales! Un negocio de US$ 50 millones. Tengo una pesadilla. Sueño que los políticos que privatizaron YPF en 1992, y la vendieron a Repsol en 1998/9; los que en 2008 obligaron a Repsol a vender un 15 % de acciones a los Eskenazi, sin poner un $, a cambio de sacar del país ¡el 90%! de las ganancias que diera la empresa, son los que hoy la intervienen y mandan un proyecto de ley para expropiarla. Tengo una pesadilla. Sueño que Cristina en diciembre 2010, hace sólo 16 meses, felicitaba a Brufau y a Eskenazi por el buen funcionamiento de Repsol/YPF. Sueño que el ministro De Vido, del que dependía la política energética del país, es el interventor, con Kicillof, de la nueva YPF. Tengo una pesadilla. Sueño que en verdad una nación tiene el derecho constitucional de expropiar ateniéndose al bien común y siempre de acuerdo a derecho. Sueño que nosotros hacemos una “apropiación temporaria anormal”, una ley del tiempo del proceso para las autopistas de Cacciatore. Sueño que a veces, al gobierno progre, el proceso le sirve. Tengo una pesadilla. Sueño que desde Evo en Bolivia, pasando por Santos en Colombia, México, EEUU y ni hablar de España y la UE, todos hablan pestes de Argentina, nadie nos quiere. Sueño que el mundo está equivocado y sólo nosotros, en contra de todos y todas, tenemos razón. Dicen que “Bram” Stoker, escritor irlandés, una noche, después de comer langosta y tomar demasiado alcohol, se fue a dormir y tuvo una horrible pesadilla. Era 1897. Al día siguiente empezó a escribir una novela basada en su pesadilla: Drácula. Soy abstemia, acá no hay langostas y Moreno no permite la importación. Si existieran, no podría pagarlas. Me despierto, no soy capaz de escribir una novela de terror, simplemente vivo en ella. Me despierto en la Argentina 2012, el país de Cristina, Moreno y Kicillof. Mi pesadilla es real. Como dice el DRAE, me causa “opresión en el corazón y dificultad al respirar”. Tengo una pesadilla. Sueño que Drácula ya nos ha chupado el gas, la honestidad, el petróleo, la seguridad jurídica, el clima de negocios, y hasta la sangre. Como nada le es suficiente, empieza a chuparnos la esperanza. *La Oreja de Van Gogh, grupo musical español, “Pesadilla”, 1998.

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