EL DÍA DESPÚES......
El día después...
Por Marcos Aguinis
Una reflexión sobre el poder matrimonial en la cultura del peronismo. De Evita a Cristina, pasando por Isabel. Por qué los argentinos, según las encuestas, parecen dispuestos a convertirse en una monarquía K .
Se ha señalado con justicia que el movimiento peronista ha generado una gran movilidad, con cambios históricos y trascendentales. Algunas tendencias son buenísimas: inclusión de marginales y trabajadores en el mundo de la política, intensa reivindicación de los derechos sociales y cambio de protagonistas en el manejo del poder. Las tendencias negativas se relacionan con el poco respeto por la institucionalidad, el pluralismo, la cultura del trabajo y la cultura del esfuerzo. Pero no voy a desaprovechar estos renglones para analizar un fenómeno que ha marcado el perfil de la Argentina desde hace más de seis décadas, y sobre el cual me he referido en algunos de mis libros. Me dedicaré a un rasgo destacable -no suficientemente elogiado- que es la temprana y constante presencia femenina en la cima de sus conducciones.
Que ahora la esposa del presidente Kirchner sea la ungida por su "dedo" omnipotente para continuarlo, justifica que nos concentremos en el tema.
Aplaudo sin retaceos el destacado lugar que el peronismo brindó a las mujeres. Pero me entristece que la Argentina acepte pasivamente que el sillón de Rivadavia sea un bien ganancial. Esta contradicción convierte a nuestro país en un galimatías, como se dijo en el IV Foro Atlántico recién celebrado en Madrid. Por un lado somos vanguardia en superar las diferencias de género y por el otro retrocedemos a la penumbra de las monarquías absolutistas. Una cosa es darle a la mujer el mismo lugar del hombre, otra es convertir en sucesor a un pariente y, peor aún, al cónyuge . ¿Quién nos podría admirar?
Vale la pena compararnos con nuestro gran vecino, Brasil, que sí ha vivido bajo una monarquía hasta casi los albores del siglo XX. Competíamos con ese país por instalarnos a la vanguardia del continente latinoamericano desde el punto de vista cultural, social y hasta en el poderío económico.
Había hipótesis de conflicto y una tensa rivalidad. Ahora Brasil no sólo exporta más carne (algo que parecía imposible) y nos gana por goleada en muchos rubros, sino que aspira a entronizarse como potencia mundial. Estoy seguro de que lo conseguirá, porque tiene una dirigencia -dictatorial o democrática- con permanente visión estratégica, siempre comprometida hacia el crecimiento sostenido. Su fortaleza institucional es vigorosa, basta con echarle un vistazo a Itamarty, su ministerio de Relaciones Exteriores altamente profesionalizado. También basta con observar cómo un líder sindical convertido en presidente revela una conducta sutil, ajustada por equipos eficientes que, con astuta inteligencia y zigzagueos, no se somete a las presiones del Loro Tropical que oprime Venezuela y viene a usar la Argentina como megáfono de sus matoneadas, con expreso permiso presidencial.
Pues bien, en ese gran vecino, si el presidente Lula llegase a proponer que su esposa lo sucediera en el poder, ¡iría preso por violar la Constitución ! Una medida semejante aúlla inconstitucionalidad en Brasil, porque revela nepotismo y desprecia las regulaciones de una democracia en serio. No es casual que Brasil aspire a un sillón permanente en el Consejo de Seguridad y nuestro gobierno prefiera las simpatías de quienes controlan Cuba, Venezuela, Bolivia y Ecuador. Un abismo.
Primer acto
Volvamos a los hechos vinculados con el título de esta nota. Perón se había casado por primera vez con Aurelia Tizón en 1929. Ella era catorce años menor y falleció en 1938. Alcanzó a manifestar ante algunos testigos memoriosos que su marido era muy inteligente y "estaba fascinado por las nuevas corrientes políticas europeas de esa época". Dichas corrientes no podían ser otras que el fascismo liderado por Benito Mussolini y el nazismo liderado por Adolf Hitler. Consiguió ser enviado a Roma, visitó Alemania y aprendió con rapidez sobre la hipnosis del poder, la Carta del Lavoro , las concentraciones masivas y la unidad del líder con una denominación política, de ésta con el gobierno, del gobierno con el Estado y el Estado con la nación. Un pueblo, un partido, un conductor, dicho en criollo. También aprendió del oportunismo y los discursos maleables, que caracterizaban a Mussolini.
El primer matrimonio de Perón fue sepultado, como si no hubiese existido. La presencia avasalladora de Evita no aceptaba compañía. Evita tuvo el coraje de acompañar a Perón en su campaña presidencial. Nunca había sucedido algo parecido en la historia nacional. Era un escándalo para las "mujeres bien" y el prejuicio machista. Pero marcaba una originalidad resonante: el dinamismo de una "dupla", que ni siquiera Mussolini ni Hitler habían practicado. Evita tenía 24 años menos que Perón y había soñado con encarnar en la radio y el cine a grandes personajes históricos, sin imaginarse que ella misma se convertiría no sólo en un personaje histórico, sino también en un feérico mito. Desde el comienzo reveló su decisión de ayudar a consolidar el poder de su marido, en particular mediante un férreo manejo del sindicalismo. En octubre de 1947, ante la amenaza de huelga petrolera, gritó a los líderes del gremio: "¡Si paran cinco minutos les saco las tropas a la calle!". Tampoco era una feminista en el sentido que se daba a la palabra. En su libro La razón de mi vida dice que "ningún movimiento feminista alcanzará en el mundo gloria y eternidad si no se entrega a la causa de un hombre"; "Como mujer le pertenezco completamente (a Perón), soy en cierto modo su esclava, pero nunca me he sentido más libre". A las legisladoras femeninas las obligó a escribir cartas con falsas expresiones de deslealtad partidaria -según testimonió Delia Parodi, vicepresidenta de la Cámara de Diputados- para usarlas en su contra si incurrían en indisciplina. No hay dudas de que en ella latía una honda sensibilidad por los temas sociales, al extremo de dedicarle la mayor parte de su tiempo con una pasión rayana en el heroísmo. Las infructuosas luchas llevadas a cabo por el socialismo y el radicalismo para otorgar el voto a las mujeres pudieron finalmente concretarse y fue presentado como una conquista de Eva Perón. El 23 de septiembre de 1947 frente a una masiva concentración convocada por la CGT , Perón le entregó a su esposa la ley 13.010, que versa sobre el sufragio femenino. La "dupla" presidencial funcionaba de maravillas y ahora la quieren reproducir Néstor y Cristina.
En 1949 fue dado otro paso de siete leguas: la creación del Partido Peronista Femenino. La Fundación que llevaba su nombre sin modestia alguna (la falta de modestia de los líderes es otro rasgo fundacional del peronismo), se ocupó de conseguir dinero para construir escuelas, policlínicas, hogares para ancianos, colonias de vacaciones, sitios de esparcimiento y repartir millones de regalos. Era la versión femenina de un Papá Noel inagotable. Eva Perón fue galardonada con numerosos calificativos, como madre de los trabajadores, o de los descamisados o de los humildes, Gran Capitana, etcétera. Luego llegaron a decir que si viviese en los ´70, hubiese sido montonera. Sus enemigos le reprochaban el origen bastardo, su resentimiento, su escasa cultura, su amor por las joyas y las pieles. Los reproches pretendían convertirla en una persona maldita, pero no funcionaron ante los ojos de las masas que la adoraron. Eva es el nombre de la mujer que cometió el pecado original y a la que no se le dedican altares. Pero también se llamaba María, y esa palabra se asocia con la redención. Hasta se llegó a lucubrar que la decadencia de Perón en su segunda presidencia se debió a la muerte de su infatigable esposa.
Segundo acto
Isabelita -seudónimo de María Estela Martínez- conoció a Perón cuando tenía 24 años en un cabaret de Panamá, donde actuaba de bailarina. Se convirtió en la secretaria personal del jefe exiliado y lo acompañó por diversos países hasta recalar en España. Se casaron en 1961. Perón dijo a sus seguidores entristecidos que "segundas partes no son mejores". En realidad la segunda, con Eva, fue la insuperable.
El líder la envió a la Argentina en varias ocasiones para actuar como su nexo para tratar con grupos peronistas y sindicales. El desempeño de esta mujer no podía ser evaluado correctamente, dado el poder y la persuasión que ejercían los mensajes enviados por el mismo Perón. Ella era "portadora de apellido" y jugaba el papel del cartero. El untuoso cabo de policía José López Rega fue mayordomo de la pareja y logró penetrar en el alma de la limitada Isabel , al extremo de que ella influyó para incrementar su influencia.
En 1973 se produjo un fenómeno difícil de explicar, que fue una nueva "dupla" en el poder. La picardía que tenemos los argentinos para hacer bromas sobre nuestra magullada historia, ha fraguado varias hipótesis sobre la disparatada decisión. Perón se había abrazado con Balbín, su emblemático adversario, y quiso poner fin a la guerra fratricida mediante el terrible somatén de las Tres A. Su proyecto no coincidía con el de los montoneros. Prefería la democracia que percibió en Europa, aunque aún Franco gobernaba en España. ¿Por qué eligió a Isabel como su vicepresidente, conociendo sin duda que tenía limitaciones intelectuales? ¿Era para vengarse de la prohibición que le impusieron a Evita en 1951? ¿Era para desquitarse de las humillaciones que le impusieron a su propia persona después que lo derrocaron en 1955? ¿O era para -seguro que inconscientemente- burlarse de la gilada que lo seguía como obediente manada de ovejas? Estas especulaciones las hacen los antiperonistas, desde luego. Pero también los peronistas que fueron echados de la Plaza, muchos de los cuales en estos momentos caminan sobre las alfombras del palacio.
Esta segunda dupla presidencial duró poco. El murió y ella tuvo que hacerse cargo de una herencia endemoniada. Isabel tuvo que enfrentar a la guerrilla, los sindicatos y un maremoto económico simbolizado por el funesto "Rodrigazo ". Desesperada, huía a leer revistas frívolas lejos de la Capital Federal. El país sufría una demolición, Balbín rogaba que se llegase a las elecciones aunque fuese con muletas, para preservar el orden constitucional.
La impaciencia argentina no le hizo caso. Y se produjo el golpe militar del 24 de marzo de 1976, que la mayoría de los ciudadanos saludó con alivio. Hasta el mismo Ernesto Sábato, que fue invitado a almorzar con Videla junto a Borges y Castellani. Ella fue tomada prisionera y luego enviada a España, desde donde regresó al recuperarse la democracia para obtener parte de su fortuna matrimonial.
Tercer acto
Cuando Carlos Menem asumió, su mujer Zulema Yoma pretendió reencarnar a Evita, restablecer la "dupla". No tuvo suerte, aunque se empeñó con entusiasmo, porque su matrimonio ya había tenido desavenencias insuperables. La sociedad le hubiera aceptado a Zulema un protagonismo mayor del que alcanzó a tener: está resignada a que en el peronismo la presidencia de la Nación funcione como un bien conyugal. No somos Brasil.
Años después, cuando Menem ya no era Presidente, ese papel de "dupla" lo quiso desempañar Cecilia Bolocco, pero ya era tarde.
Otros presidentes democráticos -Frondizi, Illia , Alfonsín, De la Rúa- no formaron "duplas" en el poder con sus esposas, que sólo cumplieron el rol de modestas acompañantes. Sólo en el peronismo surge la curiosa asociación.
La picardía argentina pergeñó la especie de que Menem no dejó de formar también la "dupla", pero en lugar de hacerlo con una sola mujer, lo hizo con varias. Algunas llegaron a gozar de gran poder de decisión: María Julia Alsogaray, Adelina de Viola, Matilde Menéndez, etcétera, reconocidas por el imaginario popular como "Ángeles de Charly". El humor también pergeñó el cuento de que el origen musulmán de Menem lo acercaba más al harén que a la dupla monogámica, lo cual es una exageración, pienso, porque después la aceptó reconstruir con " la Chechu". De todas formas, es justo reconocer que durante su gobierno las mujeres fueron incrementando su presencia y protagonismo en todos los ámbitos sociales. El mundo empujaba en esa dirección y la Argentina no se quedaba atrás, ni desde la conducción le ponían frenos de naturaleza machista que están aún lejos de haber desaparecido del todo.
Cuarto acto
Volvió a darse la "dupla" con Eduardo Duhalde, desde su desempeño como gobernador y poderoso cacique del peronismo bonaerense. Su esposa Chiche desplegó una vasta tarea social y política. Desde una posición que originariamente parecía débil, fue creciendo en seguridad, imaginación y elocuencia. Confrontó a temibles adversarios y se reveló como una pareja que sumaba poder a su marido.
Eduardo Duhalde no pudo desplegar una presidencia larga y, en consecuencia, su esposa no dispuso del tiempo necesario para reeditar la famosa "dupla" que opera con estrépito desde la Casa Rosada. Pero sigue manteniendo firme su prestigio y parte de sus legiones. Este cuarto acto fue como un breve interludio, que se engarzó con el siguiente.
Quinto acto
He señalado en El atroz encanto de ser argentinos 2 que los Presidentes que hemos tenido desde la recuperación de la democracia han revelado el triste arte de la ingratitud. Ninguno reconoce en su antecesor una sola cosa buena. Esto no sólo es una descortesía narcisista, sino la muestra de una grave inconsciencia sobre la continuidad institucional del país.
Kirchner le debe la presidencia de la Nación a Duhalde, pero de eso se olvidó rápido. Cristina, en "dupla" con su marido, acusó a Chiche Duhalde de "portación de apellido". Sin embargo, a Cristina se la conoce más como Kirchner que como Fernández. ¡Qué fácil es descubrir la paja en el ojo ajeno y no ver una viga en el propio!
Sabemos que la historia no se repite en forma idéntica, aunque muestra notables parecidos con algunas etapas pretéritas. ¿Será el futuro de Cristina parecido al de Eva o al de Isabel? No le deseamos que se muera, por supuesto que no. Mejor que viva y se entere de los reproches que le hará la ciudadanía por sus contradicciones en el Congreso. Por haber estimulado violaciones constitucionales mediante la transferencia de poderes extraordinarios al jefe de Gabinete, por facilitar el maremoto de los decretos de necesidad y urgencia, y por haber convertido el Consejo de la Magistratura en una guillotina de los jueces indóciles.
En cambio sí preocupa -y mucho- la pesada herencia que le dejará su marido. Más pesada que la que le dejó Perón a Isabel. Los analistas políticos no agotarán teorías sobre las razones que llevaron a que fuese Pingüina en lugar de Pingüino. Algunas ya circulan: que el narcisismo de Néstor le impide darse cuenta de que ella no alcanzaría el 40% de los votos en las elecciones en octubre y entonces perdería en la segunda vuelta. Que Néstor no quiere asumir las consecuencias de su falta de visión estratégica, y se las pasará a ella. Que no quiere aceptar las acusaciones por una gestión caracterizada por los agravios, el amiguismo y la falta de eficiencia y de visión. Que ha empezado a reconocer su error al espantar las inversiones y frenar el regreso de los capitales argentinos, por lo cual necesita un nuevo rostro y otra voz que lo consiga. Por último (es pura especulación) que se quiere vengar de Cristina por razones que -según Pascal- la razón no comprende. Habrá muchas otras teorías, aunque nuestro deseo, si ella llegase a ser electa, es que tenga éxito, por el bien colectivo
La "dupla" que ahora existe seguirá funcionando como en las matemáticas: el orden de los factores no modifica el producto. Ella dejaría de ser "primera dama" y él pasaría a ser el "primer caballero", para lo cual deberá entrenarse. Hasta ahora se detectan muchos parecidos en ambos: resentimiento, tendencia a degradar sin lástima a cualquier oponente, autoritarismo, doble discurso, echar la culpa afuera, lealtad por sobre la capacidad de sus colaboradores, populismo incorregible, ausencia de visión a largo plazo, rechazo al diálogo abierto, ingratitud, gula por el poder y también por el dinero. Vienen tiempos difíciles para todos, para la "dupla" y para el vapuleado país. O tal vez viene un cambio de verdad.
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