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domingo, 15 de agosto de 2010

APOLOGÍA DE UN COBARDE


APOLOGIA DE GUILLERMO MORENO

Por Gabriela Pousa

Triste. Triste y lamentable. De pronto, como si no hubiéramos vivido seis años en la más completa desidia política esgrimiendo críticas y quejas, que si bien fueron en aumento, no llegaban a justificarnos como pueblo, encontramos el ‘chivo expiatorio’ perfecto: Guillermo Moreno.

Y henos aquí, erigiéndolo cuasi ‘prócer’ de este país, subiéndolo al pedestal de los mitos como si el Secretario de Comercio hubiera podido hacer lo que hizo -o sigue haciendo- si no fuera por expresa orden de sus superiores. Es decir, del matrimonio Kirchner. Ni más ni menos.

Si la renuncia de este funcionario es la respuesta que esperamos como “salvación” o garantía de un no-creible llamado al “diálogo”, los que no entendimos nada somos nosotros, aunque hayamos votado como si fuésemos conscientes del daño que se ha hecho a la Argentina en estos últimos años.

Guillermo Moreno se puede ir mañana de su despacho y desaparecer de Olivos, de Balcarce 50 y de dónde sea que se encuentre hoy en día, que tampoco nada cambiará en el Gobierno.

Creer que comiéndose un peón o un alfil se jaquea al rey o a la reina es ingenuo aunque la jugada acelere el final del juego. Pregunto: ¿Sería acaso visto como un “gesto”?

No. Ni siquiera sería un genuino gesto: en el peor de los casos significaría un “triunfo” para quienes son los verdaderos responsables de la política de precios o del freno de negociaciones para resolver conflictos. Implicaría para la Presidente y su marido un excelente argumento. Ellos son los artífices de la errática economía que tenemos.

Néstor Kirchner le podría decir a Cristina: -“dales el gusto para que no sigan despotricando”. Y mientras tanto, el rumbo seguiría marcado por la misma brújula que ha tenido desde el vamos.

El controvertido Secretario de Comercio continuará luego con su vida de perfil bajo y silencio de radio, y en poco tiempo, su nombre caería en el olvido adónde se han predestinado tantos otros que ya no es factible siquiera hacer la nómina completa. ¡Cómo sacar la cuenta!

¿Y acaso cuándo se fue algún ministro de esos que se adjetivan “claves” pasó algo distinto? En su momento la retirada de Alberto Fernández, sin ir más lejos, generó suspicacias de todo tipo, y sin embargo todo siguió su cauce.

Henos aquí y ahora esperando que Señor y Señora debatan en El Calafate con qué nuevo artilugio se nos distrae.

Desde ya que hacer renunciar al ’patotero’ cubriría las portadas de todos los medios y hasta generaría algunos cuantos festejos, pero después… Después el mismo verso, y la Argentina varada en idéntica encrucijada. Si la cabeza sigue siendo Néstor Kirchner, no cambia nada.

Si el problema de un país pasa por un funcionario de segundo orden, ese país está acabado.

Si la sociedad -y más aún aquellos que fueron votados recientemente para que se hagan cargo y nos representen-, se quedan en el pedido cómodo y seudo irracional que implora desplazar a un hombre que no ha hecho más que cumplir órdenes, la alternativa política sigue siendo utopía, y la madurez cívica otro sofisma.

Amén de ello, no estaríamos sino copiando con meridiana exactitud la conducta de quién se supone, es el receptor de las quejas que emanamos.

Es decir, pidiendo la renuncia -aunque sea justa-de un Secretario de Estado en una actitud mancomunada, como si eso salvara al país de la incertudimbre en la que se halla, somos funcionales al oficialismo, le servimos…

Dejamos en bandeja la solución para que ellos, aunque les caiga como patada al hígado, entreguen la cabeza del polémico funcionario y al tiempo, cuando el sucesor suavice los métodos, nos digan que el fracaso y la crisis es por haber desdeñado a quién, heróicamente, “defendía” la mesa de la familia argentina.

La inflación es un hecho, y tras los comicios se está acentuándo con severa agudeza , y seguirá en ese ritmo.

Sin Moreno, los Kirchner la tendrán más simple. Dirán que el pueblo les pidió cambiar el hombre y las mañas, y que justamente ellos lo mantenían en ese cargo en pro de defendernos.

En ese juego macabro, los empresarios volverán a ocupar el lugar de los ‘malos’, porque además si estos resultaron extorsionados, en lugar de callar y pactar, deberían haberse unido en una denuncia conjunta que pusiera fin al maltrato y al apriete hasta que la Justicia escuchara la contundencia de las voces repetidas incesantemente.

Pero no ha sido de ese modo. Si Guillermo Moreno apretó es porque hubo quienes se dejaron apretar. Duro pero real.

Sectores productivos de la Argentina se sumieron en un silencio cómplice. No hay extorsión posible si del otro lado no hay extorsionado callando.

En verdad, si del otro lado no hay prebendas o negociados que ocultar, ¿cuál era o es el freno que impide denunciar a viva voz la violencia que imparte, no un funcionario solamente que responde a la autoridad, sino el gobierno que como tal le imparte las órdenes y lo manda a ejecutar?

¿De qué le sirve a la ciudadanía los rumores y las anécdotas de un servil que atiende o atendía, con un revólver sobre el escritorio, y hace o hacía gestos procaces cuando visitaba directorios para imponer un control de precios y asirse de las planillas de costos?

Lo que deberían demostrar los Kirchner es que, a pesar de Moreno, están dispuestos a asegurarnos a los argentinos la gobernabilidad que jaquean ellos mismos.

Acá si hay golpe cívico, no nos engañemos ni pongamos eufemismos, será ni más ni menos que un auto-golpe infringido por una pareja que en sociedad política, no sabe ya cómo seguir adelante sin la caja abultada como para continuar compando voluntades y acallando voces con dádivas y subsidios.

No hay sector social ni político que pretenda sacar al kirchnerismo del poder antes de cumplido el mandato de 8 años (porque recordemos que además fueron reelectos por el pueblo aunque ahora la taba haya girado)

Si es dable admitir que hay en la gente, deseos de terminar de una buena vez con la mentira institucionalizada, el manoseo, el maltrato y la manipulación de datos que no sólo alteraron mercados, sino que llegaron a un punto tal que llenaron cementerios con absoluta impunidad.

Admitirlo es ‘políticamente incorrecto’ pero es lo que se escucha en un sinfín de mesas de café, de pasillos de supermercados, de filas en bancos o en un taxi donde el conductor hace catarsis.

Siete de cada diez argentinos votaron días atrás sintiendo ese deseo. Nada tiene que ver eso con el ‘golpismo’ ni con las conspiraciones, aunque seguramente se nos dirá que una retirada del matrimonio presidencial a destiempo, emana de ello.

Las pobres ‘víctimas’ se irán antes de terminar o incluso cumpliendo el mandato como ‘incomprendidos’… De suceder de ese modo, nadie pagaría los costos de tanto atropello.

No. No es una premonición ni tengo datos fácticos para basar el análisis que estoy haciendo. No hay pruebas palpables de que lo expuesto sea cierto. Pero lo puede corroborar el lector haciendo una simple instrospección. Mirándose hacia adentro.

Nada tiene que ver Guillermo Moreno en todo ésto.

Si se va o se queda es tan anecdótico como cuando se fue cualquier otro funcionario del gobierno. ¿O acaso seis ministros de Economía que han pasado garantizaron algún cambio?

No nos engañemos…

Pretender forzarles el brazo a los Kirchner solicitándoles, casi como un rezo, la huida del Secretario de Comercio es no entender que el problema no es un “soldado de Cristina y Néstor” -como llamó a los funcionarios el recientemente asumido Ministro de Seguridad, Julio Alak- sino que el eje del conflicto son los Kirchner mismos. Su estilo, su afán de poder, su creación del Estado como sinónimo de “yo” y así apropiarse de derechos ajenos.

Un verdadero cambio sería que el Gobierno, más allá de Moreno -que no es más que la excusa de momento-, diera un volantazo cierto de 180 grados y comenzara de una buena vez a hacer lo que no ha hecho hasta el momento: encarar la administración del país con el sólo fin de promover el bienestar general, reducir la miseria, distribuir la riqueza con equidad, respetar la institucionalidad, la división de poderes, y poner fin a seis años de discurso cuyo contenido se fugó como Ibrahim Al Ibrahim en su momento.

Nada de eso se ha hecho. Y mucho de ello se ha deshecho.

No hace tanto tiempo, un amigo me dijo: “Alguna vez, los argentinos vamos a tener que darle las gracias a Guillermo Moreno por poner de manifiesto la clase de dirigencia empresaria que tenemos”.

Ojalá no sea así, ojalá su comentario no sea cierto… y entendamos que un eslabón de la cadena no es el engranaje que la cierra, ni la cruz que cuelga de ella.

‘Quién puede entender, que entienda…’

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