LISANDRO DE LA TORRE
Los valores del socialismo y de la democracia progresista
El día 5 de enero pasado se cumplió un aniversario de la desaparición física del doctor Lisandro de la Torre. Tres días después, el 8, se cumplió un nuevo aniversario del fallecimiento del fundador del socialismo argentino, Juan B. Justo. El socialismo y la democracia progresista, sus respectivas creaciones constituyeron desde ese siempre una forma distintiva de hacer política, de sus entrañas surgieron los Luciano Molinas, los Bordabehere, los Repetto, Palacios, Sánchez Viamonte, Mario Bravo, Alicia Moreau de Justo. El respeto por la institución parlamentaria, la autonomía municipal, por la cultura popular, las bibliotecas obreras, el cooperativismo, la lucha contra la corrupción, la defensa de los chacareros, la legislación social, la educación pública, los derechos de la mujer, etcétera, fueron puntos básicos y fermentantes de sus luchas cívicas. Más cercanos en el tiempo, el recuerdo de don Ricardo Molinas, Estévez Boero, Laporta o Alfredo Bravo nos lleva a esa forma de militancia, que es ni más ni menos que una conducta. Obviamente, tanto los fundadores que hoy recordamos, como sus partidos han sido obras humanas, plagadas de errores en su trajinar, sin embargo, cuando uno recuerda a Lisandro en el Senado en el debate de las carnes, o a don Alfredo Bravo en su Ford Taunus destartalado saliendo del Congreso, suena tan dispar a tanto político, tanto cabeza hueca soberbio, tanta mediocridad o corrupción insolente. Quizá el desafío es la reinstalación social de esos valores y de sus conductas, una verdadera tarea tan titánica como necesaria en la que la dirigencia política tiene un rol ineludible. "Hacer de la política una actividad inteligente y virtuosa al alcance de todos los hombres", decía Juan B. Justo. Gustavo Aramburu
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