PATRIMONIO Y DIGNIDAD
Por Humberto Bonanata
Dos caras contrapuestas de la historia argentina relucieron esta semana: el desproporcionado aumento patrimonial del “clan Kirchner” en seis millones de pesos durante 2007 frente a la austeridad republicana de Arturo Illia, quien sólo comenzó a ser valorado después de su derrocamiento.
Este es el reflejo de la Argentina que nos toca padecer. Los gobernantes hacen gala de su poder omnímodo, desnaturalizan el valor ínsito de la democracia plena y tratan de ocupar todos los espacios para consolidar su hegemonía. No sólo se conforman con el Estado sino que también van por el partido gobernante, su propio partido. No aceptan oposición interna ni externa, disvaloran el diálogo como único intercambio de ideas contrapuestas y anhelan en su inmortalidad.
La historia nos ha demostrado que todos somos mortales y judiciables. Especialmente aquellos que hacen de la política un fin en sí mismo. Que algún día volverán al llano y deberán enfrentar a la Justicia –así con mayúsculas- y el presente será un oscuro pasado.
Son quienes se arrogan el juzgamiento de los demás sin miramientos de la composición de su propio patrimonio amasado -en su amplia mayoría- merced a la ejecución de créditos hipotecarios que despojaban a los deudores de la mal habida Circular 1050, parte de la historia nefasta de la Argentina.
Creen que todos los amanuenses que hoy los rodean se ofrecerán “in totum” como defensores de su dudosa honestidad. No perciben, porque el exceso de poder no les deja, que en su gran mayoría abandonarán el buque como ratas por tirante y los negarán más de tres veces.
Pero ello es parte de la cíclica historia argentina que nos toca transitar. De una vida plagada de desencuentros que no nos dejan crecer como pueblo, país, Nación, República.
De recordar la sabiduría de los muertos y transitar disputando miserias mientras se nos va la vida.
¿Seremos sólo una generación de tránsito hacia la madurez?
¿Será el nuestro un purgatorio social?
Si a nuestros hijos y nietos les sirve nuestra incongruencia para dejarles una Argentina mejor, vale la pena.
Caso contrario habremos fracasado como sociedad.
No sólo es culpa de ellos; somos partícipes de nuestra propia inmadurez.
Humberto Bonanata
No hay comentarios.:
Publicar un comentario