LA FALTA DE ESCRÚPULOS
Como es costumbre los últimos días han sido muy movidos, al mismo tiempo que muy tristes. El acuerdo K-L nos volvió a confirmar la falta generalizada de escrúpulos de quiénes se dedican a la política en la Argentina. Ellos toman a la política como una profesión y medio de vida, sin ella no llevarían el pan a sus hogares, aunque la realidad nos muestra que llevan algo más que pan.
Al cabo de muchos análisis y conclusiones llegamos a lo mismo, la Argentina es un país donde el nivel educativo decae a pasos agigantados y a niveles insospechados. En nuestro país un número apreciable de la sociedad adopta también como modo de vida y como algo común las prácticas corruptas, en una palabra las practica y al mismo tiempo las acepta de parte de quienes dirigen los destinos de la Nación y ocupan cargos públicos.
Qué va a hacer Lavagna, si estaba acabado, no existía, es la inmediata justificación de Juan Meimportaun Rabano.
Mientras se acaba de confirmar que nuestra presidenta poco se dedica a sus funciones pues es de las que menos trabaja. Está confirmado que acostumbra llegar a la Casa Rosada avanzada la tarde.
Seguimos inmersos en las conversaciones con los sindicatos por los acuerdos salariales, los escándalos de corrupción no resueltos, algunos han anunciado que una ex ministra amenazó con prender el ventilador si la llevaban a juicio, la nueva pelea con el Vaticano nos demuestra a los que creíamos que el gobierno había agotado la búsqueda de enemigos que estábamos equivocados. La inflación que sube pero que al mismo tiempo baja según las cifras oficiales y la inseguridad que al parecer es provocada por el gran crecimiento económico según el gobierno.
Un hecho que resulta polémico es que la presidenta recibirá en los próximos días a uno de los líderes de los asambleístas de Gualeguaychú, quienes han establecido una nueva aduana decidiendo quién pasa y quién no amenazando con no cumplir un futuro fallo adverso para la Argentina convirtiendo al país en el hazmereir del mundo, luego de ser quienes promovimos la intervención del citado tribunal.
Mientras tanto algunos, cada vez menos, nos siguen queriendo hacer creer que la presidenta mejorará la calidad institucional y que ejerce una autoridad real algo que no esta a la vista, y que se parece a las palabras pronunciadas antes de las elecciones del candidato que dilapidó en un santiamén tres millones de votos.
Respetados analistas económicos y políticos sostienen que los actuales son los últimos momentos de felicidad para el matrimonio gobernante, otros anuncian que el círculo no cierra pero al parecer todo continua. La oposición no ha podido articular un proyecto. El nuevo socio de Kirchner, en un intento de justificar su comportamiento, ha dicho de la principal opositora que sería incapaz de gobernar el país una semana, seguramente flotan en su cabeza las experiencias sufridas por quienes no siendo peronistas tuvieron que dejar el poder antes de tiempo, lo cual nunca ocurrirá con el partido que hoy nos gobierna.
Quizá la única solución para que este proyecto, cuyo objetivo es el acrecentamiento del poder, el alquiler de opositores y fundamentalmente que la voluntad K no sea ni siquiera mínimamente cuestionada sea el advenimiento de una crisis económica muy grave, porque en el caso que funcionen los alterados medios democráticos, será imposible que el oficialismo pierda alguna elección.
En este caso una tragedia muy desgraciada, un daño irreparable sufrirá la población y en mayor medida a los más necesitados, pobres e indigentes. Los políticos, los funcionarios y los que más tienen luego de un tiempo se recuperarán, mientras que los sectores más humildes sufrirán en forma injusta y terrible.
Vaya paradoja, la única salida que vislumbramos para quebrar este período de corrupción, hegemonía y violación constante de la Constitución Nacional sería una gran crisis económica que dejaría en un estado aún más paupérrimo al pueblo argentino. Una desgracia sería la reemplazante de un presente tétrico.
Este sería el puntapié inicial para barajar los naipes y dar de nuevo pero esta vez quienes barajen deberían ser los más idóneos, honestos y que estén convencidos de trabajar por el país y no por su patrimonio personal y el de sus amigos.
Alejandro Olmedo Zumarán.
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