SOMO LO MEJOR SOMO
NotiAR - 14-Jul-10 - Opinión
La intangibilidad icónica
por Omar López Mato
omarlopezmato@gmail.com
Estamos convencidos que seguimos siendo los mejores porque nos hemos anclado en viejas glorias. Continuamos orgullosos del morocho argentino que triunfó en París (sin que queden constancias históricas de su presentación); tenemos la mejor carne del planeta, que nadie más puede saborear porque no se exporta; somos el granero del mundo que no puede venderle su soja a China; estamos entre las tres naciones con más inflación de la tierra; somos unos de los países más riesgosos del universo, damos lección de corruptela a la galaxia y para colmo, en un ejercicio de realismo mágico, perdemos escandalosamente al fútbol y proponemos la erección de una estatua a su director técnico.
No solo lo han propuesto para el bronce, sino que necesitan su sabia conducción de estratega que llevó al descenso a Mandiyú, para dirimir los problemas de la patria en el recinto legislativo.
No se de donde hemos sacado los argentinos la bizarra idea que el brillo deportivo o artístico es sinónimo de eficiencia administrativa. Quizás fue un copying behaivow de cuando Reagan fue presidente. pero también lo votaron a Schwazenegger y los californianos se quieren matar.
En ciertos casos, como el del senador Reuteman, éste contaba con una experiencia gerencial en los establecimientos de su propiedad, pero su personalidad retraída lo sustrajo de la lucha presidencial en el 2003, circunstancia que dio lugar al reemplazante patagónico que nos hostiga a la fecha.
Reuteman se perdió la oportunidad de regir un país que navegaba solo, empujado por los vientos venturosos del mundo. Hubiese quedado como el reconstructor de la patria caída (gloria de la que se ufana -o afana- el santacruceño). Pero se perdió la oportunidad y Lole llegó segundo una vez más.
También contamos con el gobernador motonauta, cuyos méritos deportivos algunos ponen en dudas, dada la soledad competitiva que generó sus victorias. Lo que si no ponen en dudas es su calidad administrativa que llevó a la quiebra los emprendimientos familiares. La política le tiró un salvavidas y lucha contra la marea populista con el mismo ímpetu con el que antaño surcaba los mares. Su perseverancia ha rendido frutos, pero el gomón hace agua.
No se que ha aportado la Tigresa Acuña, nuestra gladiadora legislativa y otras luminarias del deporte o el espectáculo que se prestaron a la payasada de la candidatura testimonial. En un escenario político tan mediatizado se da por sentado que la popularidad es seguro de elección ganada. y aquí lo único que importa es llenar las urnas. La eficiencia administrativa o la idoneidad es una circunstancia secundaria que podrá depararnos sorpresas agradables. o más probablemente de las otras.
Curiosamente, el pueblo argentino continúa fiel a sus ídolos aunque estos hayan dado sobradas señas de su decadencia.
El zorzal criollo cada día canta mejor, aunque hayan pasado 70 años de silencio. La señora de Perón sigue regalando sonrisas a expensas de dádivas pagadas por los contribuyentes.
El general sigue vivo en el corazón de los argentinos a pesar de haber implementado un sistema político que llevó al país de campeón a canillita.
El Che se sigue exhibiendo sobre el pecho de los niños burgueses del mundo, a pesar de que el régimen que ayudó a instalar ha demostrado ser ineficiencia, impiedoso y falto de escrúpulos.
Ahora le toca el turno al futbolista virtuoso devenido en DT poco aventajado, que luce sobre su bíceps el tatuaje del guerrillero romántico junto a sus aritos de brillantes. Desde su púlpito mediático apoya cambios revolucionarios que no condicen con su rumboso ritmo de vida, ajeno a las miserias de aquellos que propugna asistir.
Jamás hemos presenciado un Mundial tan conflictivo ni tan politizado. Ni siquiera el del '78 lo fue. Hoy las conductas indecorosas, diletantes e improvisadas del DT propuesto para el bronce, han dividido a la sociedad. Para mi asombro escuché repetidas veces: "Que pierda así se acaba la era Maradona".
Pues ha perdido ¡Que duda hay! Se creía que de esta forma se demostraba sin dudas su inoperancia como técnico. Sin embargo, no ha sido así. Fue recibido y ovacionado por un grupo ¿rentado? o ¿convencido? que lo consagra, no solo como técnico sino como candidato a la monumentalidad y a continuar una carrera política de insospechadas consecuencias. Solo basta imaginar sus intervenciones plenas de exabruptos.
Nadie puede con el Pibe 10, que ha demostrado su capacidad como encantador de serpientes, apuntalado en la intangibilidad de los íconos que reflejan bien o mal los defectos y virtudes (¿muchas? ¿pocas?) de lo que hemos dado en llamar el ser nacional
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