VIVA LA DOTORA ·
Terminó el entredicho
Una de las dudas básicas que se vienen arrastrando desde hace mucho, dentro de los tiempos kirchneristas, es si en verdad Cristina Fernández se recibió alguna vez de abogada. No tiene ningún antecedente obrando como tal en los foros santacruceños; aún en la época en que su marido tenía un buffette de abogado. No hay un sello ni firma suya que avale documento alguno en calidad de profesional. Y luego, ya en el mundo de la política, no ha presentado certificado alguno que la habilite en esa condición.
La duda, casi elemental, hubiera sido fácil de zanjar, se exhibía la cartulina y a otra cosa. Pero en todo el período inicial de Néstor Kirchner nada de eso sucedió. Las cosas se fueron complicando y el abogado Ricardo Monner Sanz inició una causa por usurpación de títulos y honores, que quedó congelada porque la Facultad de Derecho de La Plata dice haber pasado el archivo correspondiente al Gobierno nacional y éste no lo ha devuelto.
Al transformarse en Presidente, o en presidenta según su gusto, cada presentación oficial no ha dejado de incluir esa condición de "doctora" que mucha gente descree. Pues bien, ahora ya todo el mundo puede calmar sus dudas y dejar en paz las conciencias, pues no estamos dirigidos por una simuladora contumaz porque, más allá de lo que haya pasado o no en La Plata, Cristina es doctora. La universidad de Economía y Negocios de Beijing le otorgó un doctorado "Honoris Causa".
Su llegada a Beijing no fue fácil luego del faltazo aquel de principio de año, a lo que hay que sumar el cambio de Canciller y también de Alfredo Chiaradía quien estaba encargado de destrabar el conflicto por el aceite de soja.
Este recambio de las principales figuras de la diplomacia se dio en medio de una trabajosa negociación comercial para reabrir el enorme mercado chino al aceite de soja argentino. Una negociación que, además, se produce justo cuando deberían estar enviándose al mercado asiático 2 millones de toneladas de ese producto, hecho que no ocurre ya que China tomó represalias por las trabas argentinas a sus productos.
La situación no es terminal pero tampoco fácil de componer. Los cambios de funcionarios no son algo que les agrade a los chinos quienes, por lo general, entablan negociaciones pero en relación de contacto y conocimiento con quienes están encargado de hacerlo.
Si esto es complejo no lo es tanto como el desaire a Hu jin Tao, al no concurrir a un encuentro programado para enero por parte de la presidente argentina. Siempre se habla de la paciencia china y es de la que hacen gala para cobrarse toda deuda. La soja del país es la que está en vilo. En la campaña anterior China compro 1,9 millones de toneladas de aceite de soja; la actual campaña reportará 5,2 millones. Un industrial del sector sintetizó esos números diciendo que si China no compra aceite argentino "Nos encontraremos ante la gran purga amarilla" en escatológica relación al uso a dar al oleoso elemento.
Los chinos nos han ayudado a solucionar un entredicho, Cristina es doctora; esperemos que no sean tan rencorosos y también se pueda contar con una reapertura de su mercado a nuestro aceite.
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