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jueves, 27 de enero de 2011

LA CORRUPTA


EL PROBLEMA DE LA FUERZA AEREA, EL NARCOTRAFICO Y UNAS MEMORIAS QUE RECUERDAN A ARAMBURU.

Minuta de Edgardo Arrivillaga

Hace solo unos meses la entonces ministro de Defensa Nilda Garre respondió de forma reservada a un hábil operador de la Armada que le enviaba discretamente sus saludos.

“Te acordas querido, hace años, te acordas? quien podría suponer que yo llegaría a este cargo y que lejos que me proyectaría” respondió afectuosamente la funcionaria.

El hombre sonrió satisfecho. Sus memorias, que mencionan a la Garre y a su pasado de doble agente se encuentran protocolizadas en el Registro de Derechos de Autor de la Republica Oriental del Uruguay con fecha 1 de junio del año 2001.

La funcionaria interviniente fue la licenciada Mabel Ochoteco, subdirectora de la biblioteca uruguaya en aquella época.

En el documento, depositado con diez ejemplares testimoniales, figura una carta personal dirigida al general Juan Domingo Perón en la cual se esclarecen detalles sobre el onganismo y los civiles que, desde el justicialismo, participaban de un entrismo que eran un ensueño primitivo con respecto a los objetivos estratégicos de Perón en el exilio, quien se había decidido por la V Republica Francesa como modelo social y geopolítico para la Argentina de los setenta.

Nilda Garre, integrante del llamado grupo Ongania figura entre ellos ya que en su mayor parte eran una emanación intelectual de Raúl Puigbo y la universidad católica más ligada a los jesuitas en la Argentina.

En el mismo documento se señala elípticamente que el ejército obvio de forma secreta la conformación de una Comisión Investigadora sobre el tema Aramburu.

Se evito la inevitable disección intrafuerza con la promesa de una salida política mientras operaciones de acción sicológica paralela indicaban a los mandantes del crimen no a los Montoneros sino a Fonseca, Imaz-de quien habría dependido la Garre - y allá a lo lejos, el mismo Ongania.

Entre tanto Levingston, el amigo de Timerman padre y Alejandro Agustín Lanusse esperaban su turno con resultados desiguales en ese ejercito de disciplinados colaboracionistas que no tocaban la marcha de Radetzky.

Veamos el informe de Global Consulting, analizado por el ingeniero Bunse y aderezado por Cherasny.

Un anónimo que circula vía mail -cuyos autores serían miembros de la Fuerza Aérea- sindica a los brigadieres Marcelo Ayerdi y Jorge Tomasoni, el comodoro Jorge Ayerdi y el vice comodoro Gonzalo Maistegui como cómplices de los hermanos Juliá y de Matías Miret en el tráfico de cocaína a España.

Algunos de los mencionados están estrechamente ligados al jefe de Estado Mayor, brigadier general Normando Constantino, que a su vez goza de la íntima confianza de Raúl Garré, hermano de la Ministro de Seguridad. Constantino es considerado plenamente confiable por el kirchnerismo. Hay que tener en cuenta que, desde la vuelta de la democracia, la Fuerza Aérea se caracterizó por gestionar importantes negocios a cambio de su supuesta vocación democrática. Además está ahora de por medio el ministro sin cartera Horacio Verbitsky, ex personal civil de inteligencia de la institución desde la época de la revolución argentina.

Haciendo algo de historia, la Fuerza Aérea que comandaba el brigadier Horacio Crespo durante el gobierno de Raúl Alfonsín se solidarizó con él ante las sublevaciones carapintadas. No lo habría hecho por vocación democrática sino por el proyecto Cóndor, un escandaloso negociado con Siria e Irán que fue suspendido por el presidente Carlos Menem y Domingo Cavallo. Pero a partir de 1987, Alfredo Yabrán había intrusado el Aeropuerto de Ezeiza para empezar a quedarse definitivamente. La cabecera de plata de Yabrán fue EDCADASSA (Empresa de Cargas del Atlántico Sur), que obtuvo del gobierno de Menem una concesión por veinte años para el manipuleo y depósito de las cargas. El gran gestor de esta operación fue justamente el brigadier José Juliá. Con éste y otros negocios, la vocación mercantil de la plana mayor de la fuerza se vio satisfecha hasta 1997. Fueron diez años de importantes negocios, pese a las quejas del entonces embajador de los EEUU, Terence Todman. Pero en ese año, Yabrán vendió EDCADASSA al grupo EXXEL, del banquero Juan Navarro, y la participación de la fuerza en el negocio desapareció. Pero un grupo de sus mandos siguió a la búsqueda de nuevas oportunidades. Cinco años atrás, el episodio de tráfico de cocaína a través de la empresa Southern Winds fue el primer escándalo que ligaba al narcotráfico con el kirchnerismo. Su investigación quedó cajoneada en la justicia sin mayores ulterioridades.

Pero la trama del cargamento de una tonelada de cocaína y las acusaciones que pesan sobre un grupo de oficiales superiores indican que existe en el seno de la institución una asociación ilícita dedicada al contrabando de diferentes mercaderías. Habrá que considerar la hipótesis de que el brigadier general Normando Constantino haya tributado al hermano de Garré. O, por el contrario, ella y su hermano desconocían totalmente esta operatoria ilegal, lo que los descalifica como funcionarios públicos y convierte la designación de aquélla en el Ministerio de Seguridad en una burla a la sociedad. ¿Conocía la presidente lo que pasaba en la fuerza? Cabe la posibilidad de que Garré la informara sobre las purgas que hacía en todas las fuerzas armadas pero no sobre estas cuestiones.

La ministro que tiene a su cargo devolvernos la seguridad a los argentinos tuvo, en definitiva, alguno de estos dos roles: cómplice de la corrupción aeronáutica o sencillamente inepta.

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