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martes, 14 de diciembre de 2010

CUESTIÓN DE ESTADO




Las privatizaciones de los años noventa del siglo pasado no fueron consecuencia de la difusión de ideas "neoliberales", como pretenden ciertos exegetas kirchneristas, sino del hartazgo generalizado que había provocado la ineficacia a veces grotesca de monopolios estatales largamente dominados por sindicalistas y políticos corruptos.



De haber funcionado razonablemente bien las empresas públicas, hubieran quedado en manos del Estado.



A diferencia de los Estados Unidos, aquí la mayoría siempre ha sido más estatista que privatista, realidad ésta que el gobierno kirchnerista, con el respaldo de buena parte de la oposición, ha sabido aprovechar.



Aunque por motivos pragmáticos parece entender que no le convendría encargarse del manejo de los sectores más dinámicos de la economía, insiste en que el Estado debería cumplir un papel protagónico en la vida del país.



Así las cosas, sería de suponer que haría un gran esfuerzo por asegurar que esté en condiciones de desempeñar bien aquellas funciones que le son indelegables, pero sucede que los políticos, tanto oficialistas como opositores, además de quienes suelen participar de los debates en torno al pro y el contra del estatismo, sólo están pensando en temas económicos, ya que ha sido escaso el interés del gobierno kirchnerista en la calidad de la administración pública, la seguridad, la vivienda, la educación y la salud.



Parecería que desde su punto de vista los ámbitos así supuestos son meros campos de batalla en que agrupaciones políticas y las llamadas "organizaciones sociales" procuran apoderarse de recursos aportados por los contribuyentes. Así, pues, a menos que se trate del manejo de sectores económicos, asumen posturas que podrían calificarse de extremadamente "neoliberales".



Que éste sea el caso acaba de hacerse dolorosamente evidente en Villa Soldati.



Durante tres días el gobierno nacional se negó a asumir su responsabilidad por lo que sucedía en el Parque Indoamericano donde, alentadas por la ausencia del Estado, bandas de forajidos de diversas procedencias lucharon con salvajismo por pedazos del botín que les supondría el predio público usurpado, sin que les preocupara en absoluto el destino de los centenares de familias cuyas necesidades aprovechaban.



En Villa Soldati hubo –todavía hay– de todo: punteros políticos tan ambiciosos como inescrupulosos, barrabravas dispuestos a apalear a cualquiera por cualquier motivo, ladronzuelos, narcotraficantes, militantes de las sectas de retórica ultraizquierdista.



De no haber intervenido la Gendarmería y la Prefectura Naval , pudo haberse producido un baño de sangre.



Fue tanta la anarquía que el episodio alarmante se ha prestado a una multitud de interpretaciones.



Parecería que entre los líderes de los usurpadores estaban kirchneristas y antikirchneristas, personas sinceramente resueltas a ayudar a los depauperados y otras sólo interesadas en lo que entendían podría serles un muy buen negocio.



Huelga decir que la reacción de muchos políticos frente al desastre fue lamentable, puesto que subordinaban absolutamente todo a sus cálculos electoralistas.



Hasta que por fin se dieron cuenta de que lo que sucedía en el Parque Indoamericano podría desencadenar una catástrofe que por cierto no se limitaría a Villa Soldati y las zonas aledañas, casi todos lo tomaban por una oportunidad irresistible para ensañarse con el jefe del Gobierno porteño, Mauricio Macri, el que por su parte les brindó municiones al subrayar que la mayoría de los usurpadores eran inmigrantes procedentes de países limítrofes y Perú, desliz táctico que permitió a la presidenta tratarlo de "xenófobo" con la presunta esperanza de justificar su propia pasividad.



En cuanto a la negativa oficial de dejar reprimir a la Policía Federal porque a juicio de los funcionarios responsables los métodos que emplearían serían excesivamente violentos, tal actitud hubiera sido comprensible si el gobierno kirchnerista no hubiera tenido tiempo suficiente para llevar a cabo las reformas necesarias para prepararla para hacer frente a disturbios caóticos, pero ya han transcurrido siete años y medio desde que Néstor Kirchner se mudó a la Casa Rosada , de suerte que el Poder Ejecutivo Nacional es el principal responsable de las deficiencias de lo que, le guste o no le guste, es una de las instituciones fundamentales del Estado.



“Si a las tres de la mañana el virrey no ha renunciado, lo arrojaremos por la ventana de la fortaleza”. Gral Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano 1810.

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