ANTE EL DESCONTROL....
Por Gabriela Pousa
No hay clases. Los docentes continúan con su reclamo salarial. En los hospitales públicos, los médicos están de paro. No hay insumos y los salarios son magros. Las rutas del interior del país (de ese “país profundo”) se colman de productores rurales asfixiados por la sequía y la rapiña: las retenciones. Por la Avenida 9 de Julio, avanzan hordas de piqueteros, aquellos que parecían haber desaparecido, seducidos quizás por un gobierno que los usó para embanderar silogismos, hoy regresan. No alcanza la dádiva, no basta el plan social porque la canasta familiar dista de poder saldarse con los números que el INDEC oferta sin que se le demande siquiera.
En este contexto, acaba de llegar la “primicia”: las elecciones se anticipan. Primera reacción, sorpresa. Después de una breve reflexión, es entendible desde el punto de vista del oficialismo que así suceda. A Octubre, el matrimonio presidencial, con este marco interno y con la crisis de afuera no llega. Por otra parte, lograron volver a estampar la impronta del “estilo K” en su manera de decidir por todos los demás. Mayor simpleza tiene el análisis si se explica la decisión por la anterior determinación de desdoblar los comicios que hiciera el jefe del PRO.
Pero hay más lecturas: la segunda mitad del año depara una economía aún más compleja, y ajustes para atenuarla que implican costos demasiado altos para asumirlos en medio de un clima de comicio. Si hoy los Kirchner están diezmados, en siete meses más, en este escenario, estarían liquidados. Así las cosas, se comprende mejor otro atropello institucional, esta vez a modo de manotazo de ahogado adelantando calendarios.
Por otra parte, la jugada les permite cambiar la agenda. En un instante, el campo, la inseguridad, la renuncia del Fiscal Manuel Garrido impedido de investigar al entorno presidencial enlodado hasta las manos, etc., pasan a un segundo plano en el debate nacional. En pocas horas envejecieron los diarios de la mañana.
Mientras este revuelo agita la polémica y los votos se empiezan a contar como si la ciudadanía se hubiera expedido ya, la Justicia está ciega. No por la estatua de la venda aunque, en estos días, bien puede ser esa imagen, una señal, un síntoma.
Desde la Corte Suprema reclaman agilizar trámites, contratos, presupuestos, sin que ello pueda justificar un poder judicial ultrajado por la política de intereses mezquinos. Si las leyes están, no se aplican o los tiempos han cambiado en demasía, y es menester un replanteo de reglas. Discutir ‘pena de muerte sí’, ‘pena de muerte no’ es, a esta altura de las circunstancias, la más clara evidencia de la pérdida de perspectiva. No se trata de “mano dura” versus “garantismo” como proponen algunos. Se trata de premios y castigos. “Dar a cada uno lo suyo”, como estipuló Ulpiano hace ya siglos.
En tanto “reprimir” sea un vocablo prohibido, y mencionarlo o escribirlo conlleve el rotulado “políticamente incorrecto”, no habrá posibilidad de vivir seguros en la Argentina. El diccionario no se confunde ni improvisa.
Reprimir: (Del lat. reprimĕre; de re- y premĕre, oprimir). 1. tr. Contener, refrenar, templar o moderar. U. t. c. prnl. 2. tr. Contener, detener o castigar, por lo general desde el poder y con el uso de la violencia, actuaciones políticas o sociales. (+)
No implica torturas ni exige salirse del marco de la ley. Por el contrario, aplicarla es su derivado. Pretender que ante delincuentes armados, las fuerzas de seguridad se conduzcan con cachiporras o palabras persuasivas es casi una ofensa a la dignidad del uniformado, una afrenta sin lógica ni coherencia. Dice en Ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, que sólo Chile en la región tiene menor índice delictivo. Pues bien, en Chile los carabineros reprimen y el pueblo siente un enorme respeto por ellos. No dejan de ser democráticos, todo lo contrario. Pero se ha perdido el significado de las cosas. La vida misma ha perdido significación, de allí que no se respete ni a los niños ni a los ancianos.
Días atrás, reflexionaba sobre dos imágenes que mostraran casi simultáneamente en televisión. Una de ellas captaba el momento en el que las víctimas de la masacre de Alemania, donde un joven asesinó a 15 personas, eran sacadas del lugar de los hechos con una delicadeza extrema. Los cadáveres ocultos en sacos con cierres relámpago eran conducidos, uno por uno, con lentitud, en camillas similares a las que pueden encontrarse en cualquier sanatorio privado. En la otra imagen, aparecía el cuerpo del policía asesinado en cumplimiento del deber el miércoles pasado, tapado con papel de diario y cubierto con bolsas de basura, arriado como una bolsa de papas. Detalles, gestos que me hicieron pensar si acaso ese modo de respetar la muerte no se corresponde con el modo de respetar la vida que tenemos en la Argentina. Pequeños gestos que hacen las grandes diferencias…
En ese vacío de significados y significantes, la Primer Mandataria puede discursear todos los días sin alterar un ápice el contenido de sus oratorias. Todas pueden traducirse cabalmente en cuatro letras: nada. Absolutamente nada se desprende de una verborragia -que muchos aplaudieron o aplauden todavía- porque simula ser espontánea.
No leer para dirigirse a la sociedad o a cualquier sector en particular, no es una virtud que se le pida a ningún Presidente de los países más serios o civilizados. Sarmiento, por ejemplo, leía. Mejor que la buena memoria o el despilfarro de saliva sería un memo sobre el atril con frases que se enlacen con políticas públicas capaces de redimir este desorden de cosas. Pero todo es maquillaje y escenografía; planes furtivos, planes canje y subsidios que terminan manteniendo al pueblo más dependiente del gobierno. En definitiva, necesidad de permanecer cuando todo hace prever que eso no sucederá si no se reacciona de alguna manera.
El Estado que se propone protagonista, está ausente. Ni salud, ni educación ni seguridad. Y es que el Estado pasó a ser sinónimo de Gobierno, y Gobierno de “caja”. En ese contexto no es dable esperar un cambio en la situación anteriormente planteada. La Argentina está descontrolada. No se trata de la crisis económica internacional que, desde luego, aporta lo suyo, ni de las ideologías tan vapuleadas. Se trata de gestión.
Gestión: (Del lat. gestĭo, -ōnis). 1. f . Acción y efecto de gestionar. 2. f . Acción y efecto de administrar.~ de negocios. 1. f . Der. Cuasicontrato que se origina por el cuidado de intereses ajenos sin mandato de su dueño. (Gestionar: 1. tr. Hacer diligencias conducentes al logro de un objetivo.) (+)
Y el objetivo, cuando de gobernar se trata, es tender al bien común, al menos si se pretende hablar de democracia. Analizar desde esta perspectiva la coyuntura dista de ser una crítica de oposición por la oposición misma. En todo caso, la idea es lograr la reflexión, y que de ella surjan alternativas.
(+) del Diccionario de la Real Academia Española
CRÓNICA Y ANÁLISIS
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