FALACIAS
Cristina y los mitos de la distribución del ingreso
por Agustín Jaureguiberry
Casi en forma constante, la presidenta Cristina Kirchner nos recuerda sobre la necesidad de mejorar la distribución del ingreso como forma de generar más inclusión social e igualdad de oportunidades. A su vez, siempre destaca que el esfuerzo principal de su gobierno se concentra en dicho objetivo, mientras el contenido de su discurso nos habla de egoísmos, avaricias y ambiciones que conspiran contra su proyecto.
Más allá de sus valoraciones retóricas, es bueno destacar que muchas de sus afirmaciones no solo no son correctas en cuanto al significado de distribución del ingreso, sino que su gobierno no ha logrado mejorar esta variable luego de seis años en el poder. Según muchas de las menciones que se hacen en cuanto a las herramientas y políticas para supuestamente distribuir mejor el ingreso, podemos encontrar varias inconsistencias:
. Falacia Nº 1: Un argumento de mejor distribución del ingreso nos dice que las retenciones a las exportaciones de alimentos rigen como factor contenedor de la suba de precios internos, beneficiando a la población de menores recursos. Pero según la realidad argentina ello no fue así. Mientras el kirchnerismo subió de un 10% en 2002 a un 50% en 2008 (Resolución 125) las retenciones a la soja (también la de las alícuota de trigo y maíz), los precios de los alimentos subieron un 200% como fruto de la inflación.
. Falacia Nº 2: La distribución del ingreso es sacarle a un sector para darle a otro. Además de ser una postura un tanto antigua sobre el valor de la riqueza, concebida como una torta del mismo tamaño para siempre, el hecho de que ciertos sectores pasen a tributar más y luego repartir ello a los sectores más pobres es una concepción arcaica.
Más bien, lo que el gobierno puede hacer es eliminar impuestos al consumo (IVA) en los precios de los alimentos básicos, bajar la carga tributaria para la creación de empleo formal, o entregar subsidios directos para mejorar la capacidad de consumo de los sectores más pobres.
¿Qué ha ocurrido aquí? Pese a haber recaudado y gastado cifras record en la historia, el Estado no otorga subsidios al desempleo y la pobreza en niveles dignos, mientras dilapida recursos en subsidiar la energía y el combustible de sectores medios y altos. El costo fiscal de aquella medida sería la mitad de lo gastado en subsidios indirectos ineficientes.
. Falacia Nº 3: La distribución del ingreso se mide en términos de mejora en los recursos que las personas tienen disponibles para gastar, mejorando su capacidad de sustento. Es sabido que una mejor asignación y eficiencia de los gastos del Estado también es un factor que redistribuye ingresos.
Por ejemplo, si las personas tienen la posibilidad de una educación pública gratuita como contrapartida de los impuestos, pero optan por pagar los servicios de la educación privada porque aquella le brinda una mala atención, entonces los ciudadanos pierden ingresos disponibles como consecuencia de la ineficacia del Estado. Sabido es que muchos argentinos se encuentran con esta realidad, fruto de una educación pública que continua siendo deficiente, pese a los cuantiosos recursos que se destinan a ella según se aduce desde el Gobierno.
. Falacia Nº4: La inflación es una política que redistribuye mejor los ingresos. En 2007 y 2008 tuvimos subas de precios del 25% promedio por año, cayendo el salario real, y volviendo a aumentar los niveles de pobreza. Si para un trabajador medio en situación regular se pierde poder adquisitivo, ¿cuál sería la situación de los empleos informales y de los sectores con menores ingresos de una sociedad?
. Falacia Nº5: Priorizar la mejora de los ingresos de los jubilados que cobran la mínima es distribuir mejor el ingreso. Con el nuevo aumento de Marzo, la jubilación mínima será de 770 pesos, pero los que la cobran son el 75% del total de los jubilados. El monto es de unos 215 dólares. En 2001 la jubilación mínima era de 200 pesos / dólares y la percibían el 25% de los jubilados. El viejo reclamo de Norma Plá de una jubilación mínima de 450 pesos / dólares, equivaldría hoy a un piso de 1600 pesos.
Podemos encontrar más ejemplos de cómo la concepción y realidades de la distribución del ingreso que pregona la Presidenta se basan en argumentos falaces y afirmaciones tergiversadas. La sociedad ve como le hablan de una cosa pero observa el fenómeno contrario, es decir, más desigualdad y pobreza.
En ese sentido, los índices de aprobación reales de la gestión del kirchnerismo confirman que si la distribución del ingreso es el eje de acción del Gobierno, entonces a todas luces una gran parte de la sociedad rechaza la concepción e idea que se tiene de la misma.
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