DECADENCIA TUMOROSA
El enriquecimiento por medio de la función pública y la falta de principios republicanos de gran parte de la dirigencia política, fue y es el factor dominante de nuestra decadencia, pero no es el único, hay más tumores. Si desde que reiniciamos el camino hacia un sistema democrático y republicano, el Poder Judicial hubiese sido soberano en la sanción de los actos de corrupción de gobernantes, funcionarios, legisladores y jueces, -seguramente muchos de ellos ya sin vigencia política y otros que aún la tienen- estarían purgando condenas en las cárceles. Esa acción, además de haber sido un mensaje de alto valor ético para la sociedad, habría contribuido a disminuir del escenario político, la presencia de tantos ineptos y corruptos y mejorado la salud institucional de la república. Pero la mansedumbre claudicante o la venalidad de ciertos jueces e integrantes de sus órganos de conducción con el poder político de turno, como así también la óptica ideológica en el dictado o no de sentencias, lo han evitado. El actual presidente de la Corte Suprema dijo: “la independencia judicial es autonomía presupuestaria”. ¿Sólo así? Si no hay dignidad, solo habrá autonomía presupuestaria.
Emilio Zuccalá
Licart29@yahoo.com.ar
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