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"Ocho Cuarenta"
24 de junio de 2008
El campo político del kirchnerismo también tiene su “fiolo”.
Desde la pesadilla en supuesto estado de sensación y ahora de nuevo golpismo, los ciudadanos argentinos nos profundizamos en una crisis que revela a la condición humana pero no en los términos apocalípticos analizados por Elisa Carrió. Quien entre paréntesis, el domingo por la noche, les pidió a los tres integrantes del programa “Tres poderes” que no la subestimen ni minimicen en su futurología.
La crisis, instalada a priori del conflicto gobierno/campo, cobró su punto más álgido el feriado día 16 cuando la gente, sin distinción de barrios, se pronunció.
Veamos, a partir del cambio de gobierno y como consecuencia de un panorama de situación propicio para el descalabro, la competitividad se hizo presente y con ello, el operativo destrozar a Cristina.
Una mujer controvertida por su forma de presentarse en los medios de comunicación y por tener una tendencia sostenida a concretar algunos de sus placeres en las tiendas más destacadas de Argentina y el mundo.
Se la cuestiona, además, por ser excesivamente gesticuladora. También sofisticada al momento de expresarse en sus discursos y acusada de soberbia cuando responde reproches. Así se describe a la Presidente en términos decorosos. Luego, el tráfico de información y el off de record confiesan otro tipo de opiniones que la defenestran despiadadamente mediante el empleo de adjetivos que no nos enaltecen como sociedad y tampoco nos colocan por encima de ella. Simplemente, nos equiparan con la vulgaridad de Kirchner que se encuentra detrás de la cara expuesta, convirtiéndose en una especie de "Ocho Cuarenta" ajustado al campo de la política que quiso estipular cuando decidió que fuese ella y no él.
La preparó en términos de selectividad y banalización. Y con ello, tal vez sin quererlo, reveló que el verdadero déficit argumentativo del gobierno y de Cristina, es la improvisación y el efecto sorpresa. De ahí, el silencio y la diseñada aparición en Cadena Nacional para concluir explicando, a su pesar, el caos imperante.
Entonces, en la instancia de exponer de inmediato de algunos funcionarios se reflejan los vacíos de saber así como las torpezas. Y en la espera dialéctica de Fernández se observa la disconformidad y la imposibilidad de superar los inconvenientes que tenían un desarrollo anunciado.
Pues en ese punto comienzan los problemas y es ahí cuando los argentinos comenzamos a ser rehenes de la abulia y la parcialidad de los derechos fundamentales. Es en ese preciso instante en el que comprendemos que el velo progresista no es más que un método perverso aunque funcional para coptar el exceso de sensibilidad de pasado existente. De agudización de los miedos a través de la utilización de palabras equivocadamente vinculadas con el recorte de la libertad de expresión y las libertades individuales.
Estancados en la década del ’70 y los culpables ’90, hasta del mal tiempo, no aparece la superación por finalidades económicas y políticas. No por ideología ni por modelo como se pretende instalar en la conciencia colectiva. Porque la constante de revivir la dictadura es asegurarse una permanencia. Es instalar en algunos espacios de diálogo e interacción la idea de compromiso y lucha democrática.
Es extender en el tablero todas las piezas e intentar derribar aquellas que no comparten la misma línea de pensamiento. Esas piezas representan, en el impuesto imaginario Fernández- Kirchner, el fascismo, el totalitarismo e importantes sartas de barbaridades que debiesen ser enmendadas con un buen diccionario que podría alcanzárselos el mejor alumno que ha sabido educar éste y el anterior gobierno: Daniel Scioli.
Actual Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, intenta sostener su mandato valiéndose de un cliché de características casi evangélicas que busca conciliar lo inconciliable y tapar la realidad con eternas caminatas que no solucionan el desastre delictivo del extenso territorio.
Ocurre, que mientras aparecen nuevos problemas y se agudizan los existentes, la inseguridad no cesa. Los delincuentes no se toman vacaciones y mucho menos operan, como parece estimarse desde el gobierno provincial, solo durante la semana y en horario de oficina.
Razón por la cual, la ineficacia es una característica que parece haberse instalado definitivamente en la conformación de gabinetes insostenibles tanto en lo intelectual como en lo práctico.
Se presentan, en su mayoría, como lumpens de la política que no comprenden que de la misma manera que el mundo se globaliza en sus distintas áreas, el crimen organizado también lo hace. O sea, con la modernidad, la inseguridad en sus distintas variantes ha pasado a formar parte de la vida cotidiana para crear imágenes terroríficas.
Y como consecuencia de la ignorancia voluntaria y el desconocimiento, el narcoterrorismo encontró las condiciones ideales para expandirse e instalarse en los lugares más insospechados.
Algunos en la selva y otros, como las maras y las pandillas, en los grandes centro urbanos. También en las fronteras y en los cordones, en el caso argentino, de un Conurbano Bonaerense olvidado y subestimado en los reclamos que se realizan desde los distintos vecindarios que asisten a la puesta en jaque de su bienestar.
Bajo estas características y haciendo tiempo como en los partidos de fútbol que están por finalizar, todos se suman a la demencia creada por Kirchner. Un Kirchner que opera desde la presidencia del PJ y se escuda, gubernamentalmente, en la figura femenina que, lejos de sumarle en la apertura mental de género, lo coloca, conforme a su proceder, en el referente máximo de los “fiolos” de la política argentina.
Publicado por Laura Etcharren. en 16:41
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