CORSARIOS DEL MUNDO
La Nueva Provincia -
EDITORIAL
Aviones
Fracasó la visita presidencial a España que, con el pasar de las horas, se revelara como dedicada a resolver únicamente el entuerto con el grupo Marsans, junto al cual hacen causa común unas 600 empresas hispanas con inversiones por 50 mil millones de dólares en la Argentina. Sin dudas la nutrida comitiva de legisladores, sindicalistas, empresarios y simples comparsas oficialistas estuvo destinada a cubrir las apariencias de un multipropósito. Pero Cristina Kirchner padeció, el lunes, en una agónica conferencia de prensa donde Rodríguez Zapatero le recordó, con locuacidad filosa, los deberes que se deben entre sí los países asociados.
El año pasado, el gobierno ofreció a Marsans comprarle su participación en Aerolíneas Argentinas, cuyos pilotos estorbaban con huelgas intermitentes la conducción de la compañía. Se firmó un acta entre el secretario de Transporte, Ricardo Jaime, y los españoles, acordando evaluar tal participación. Marsans pedía 800 millones de dólares y el Estado estaba dispuesto a pagar hasta 300, se rumoreó. Pero no se pusieron de acuerdo, y la presidenta mandó al Congreso un proyecto de confiscación lisa y llana; y el viernes, antes de salir hacia Madrid, depositó un peso, simbólico, por toda indemnización a Marsans.
Como es lógico, España debe responder en este momento aciago de su economía, por los capitales que había tomado en las plazas mundiales. Se le ofreció a la presidenta transferirle por 1.500 millones de dólares el boleto para la compra de 50 aviones, que Marsans había pagado a Airbus; pero la cautela presupuestaria de su marido estimó --acertadamente--, que si bien los aparatos son necesarios, no es éste el momento para meterse en esos gastos. En otras palabras, el gobierno prosigue la navegación corsaria por las riberas del mundo expropiando sin pagar, o pagando sin remunerar, lo cual no es el modo más oportuno de recolectar las inversiones que ardientemente desea para cegar el creciente déficit de las cuentas fiscales.
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