LAS MIL CARAS..............
Las mil caras de la corrupción
Los escándalos persiguen a políticos y gobernantes de
todo el planeta: la falta de escrúpulos se ha globalizado.
por Emilio J. Cárdenas
Un matrimonio presidencial corrupto
El ex presidente de Taiwán, Chen Shui-bian, tiene un feo privilegio: el de ser el primer mandatario en toda la historia de esa progresista isla que al concluir su mandato ha sido acusado formalmente -con su esposa y algunos otros familiares- de haber cometido actos de corrupción extendida en lo que luce como una asociación ilícita para delinquir.
Los 23 millones de habitantes de Taiwán siguen, cual cautivante novela televisiva, el desarrollo diario de este lamentable -pero sonado- proceso.
No es la primera, ni seguramente será la última pareja presidencial que (allí o aquí) abusó de su posición y de su poder para tratar de quedarse con lo que no era suyo. Con lo ajeno, entonces.
Pero las cosas, en los tribunales taiwaneses, en este caso en sede penal, no le están saliendo nada bien al ex Presidente. Es más, cada vez parece ser más probable que habrá de terminar, como presumiblemente podría corresponder de comprobarse sus delitos. Esto es, preso por un largo rato y cubierto de una capa densa de vergüenza que seguramente lo acompañará a lo largo de la historia. Para siempre.
En efecto, su propia esposa acaba de admitir que ella lavó dinero por el equivalente de unos 2,2 millones de dólares y que, al efecto, falsificó documentos de distinta naturaleza. Wu Shuchen, que curiosamente es una mujer que, pese a su ambición, vive postrada en una silla de ruedas como consecuencia de haber sido atropellada por un camión en 1985, así lo declaró expresamente. Había sido acusada de haber cometido actos de corrupción en diciembre de 2006.
El dinero recibido por ella fue, admitió, enviado al exterior luego de haberle sido pagado por una empresa contratista vinculada a la ejecución de una obra del sector público. Cuando no, la obra pública y la corrupción, un matrimonio complicado y poco transparente, que siempre da que hablar.
La falsificación documental se refiere a tratar de vincular ese dinero con un fondo presidencial. Según ella, el dinero fue simplemente una "donación" política. No una coima.
Las dramáticas admisiones de Wu Shchen se suman ciertamente a las antes realizadas por un hijo del matrimonio presidencial quien, a su vez, acaba de declararse culpable de haber cometido algunos otros actos de corrupción.
El Presidente Chen está formalmente acusado de haber lavado dinero, falsificado documentación, aceptado coimas y haber defraudado a su país de manera corrupta.
Durante la instrucción de la causa pasó 32 días detenido, en un calabozo, argumentando que todo lo que le sucede es solo un maniobra política en su contra urdida por China porque él es uno de los líderes del movimiento independentista en Taiwán, lo que es absolutamente inaceptable para la dirigencia del Partido Comunista Chino. Pocos creen en esa excusa.
El 19 de enero pasado, Chen rechazó los cargos formulados en su contra y se proclamó, en cambio, inocente respecto de todas las acusaciones.
Solo dos días después de esto, uno de sus hijos, una nuera y una cuñada admitieron todos, en tribunales, haber lavado dinero vinculado con Chen. Horrenda complicación para el ex Presidente, pero así sucedió.
Para Taiwán, lo que sucede es un nuevo paso al frente en la consolidación de su joven democracia que seguramente no permitirá que quienes ocuparon cargos y posiciones tan importantes en su administración puedan quedar impunes, pese a haber cometido actos de corrupción que son siempre inaceptables en una democracia.
Para aprender de Taiwán, que está demostrando que tiene ya una democracia madura, que no vacila un instante frente a lo inaceptable y que no trata de "cubrirlo". Una democracia (la taiwanesa) cuyo Poder Judicial, a diferencia de otros, actúa con toda la idoneidad e independencia que es propia de las estructuras democráticas maduras.
Habrá que esperar a ver como termina efectivamente este drama que transita inexorablemente por los estrados del fuero criminal de Taiwán. No obstante, lo que hemos visto hasta ahora merece ser aplaudido. E imitado, ciertamente. También en nuestras latitudes.
Brasil: un ministro de Justicia con inusuales antecedentes (el "Caso Battisti" III)
En las últimas semanas, desde estas mismas columnas, nos hemos referido reiteradamente (ver nota I y nota II) al triste episodio que tiene que ver con Cesare Battisti, un terrorista italiano, reiterado prófugo de la justicia, que habiendo ingresado ilegalmente al Brasil acaba -pese a sus horrendas credenciales- de ser inesperadamente considerado como "refugiado político" por una resolución del Ministro de Justicia del Brasil que no hace lugar a la solicitud de extradición de Battisti, comprensiblemente requerida por el gobierno de Italia.
Battisti, recordemos, había sido condenado a prisión por su responsabilidad en el asesinato de cuatro civiles inocentes italianos en la década de los 70, cuando Battisti lideraba una de las agrupaciones de izquierda radical que entonces asolaron a Italia.
Declarado culpable, se escapó de la prisión en la que cumplía su condena. Luego se refugió en Francia, de donde (resbaladizo) también escapó cuando ese país estaba al borde de extraditarlo a Italia. De Francia (según dichos del propio Battisti, en una reciente conferencia de prensa) escapó con documentación fraudulenta que le habría sido suministrada por los servicios secretos franceses que aparentemente prefirieron "endosar" el tema a terceros.
Italia, con paciencia franciscana, cumpliendo con su deber, continuó reclamando la extradición de Battisti. En este caso a Brasil, de manera que no quede impune y que se haga justicia con las víctimas de sus crímenes.
Inesperadamente, cuando todos los organismos administrativos habían dictaminado que la extradición era obviamente procedente, una resolución de Taso Genro, el Ministro de Justicia de Brasil, concede a Battisti el carácter de refugiado político en Italia, pese a su condición de terrorista y a los cobardes crímenes que cometiera.
Lo hace dejando de lado, como si no existiera, lo dispuesto por la resolución 1373 (2001) del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, que insta a no conceder el carácter de refugiados a los terroristas.
Para peor, la concesión del carácter de "refugiado político" se basa en que el sistema judicial italiano, según el funcionario brasileño, no puede considerarse como uno que respeta el "debido proceso legal", lo que es un auténtico e inmerecido insulto para los peninsulares.
Indignado, con razón, el gobierno de Italia llamó a su Embajador en Brasilia "a consultas" a Roma, en señal de justificada protesta.
Ocurre que pocos recuerdan que la administración de "Lula" tiene en su seno a algunos "personajes" que seguramente la impulsaron a inclinarse por conceder "refugio" a Battisti.
En primer lugar, su actual Ministro (Jefa de Gabinete) Dilma Rouseff, que alguna vez, con el conocido nombre de guerra de "Estela", militara en la guerrilla brasileña de los 70, por lo que sufriera prisión. Lo que curiosamente no es impedimento para asumir importantes funciones de gobierno ni en el Brasil, ni en la Argentina, ni mucho menos para ser la candidata presidencial del PT para las próximas elecciones presidenciales que se acercan, lo que es insólito y poco conocido, particularmente en el Viejo Mundo.
Además está el propio Tarso Genro, que también tiene su "pasado". Alguna vez fue un ruidoso alcalde de Porto Alegre. Pero, además, militó en el llamado "Partido Comunista Revolucionario del Brasil". Con esas simpatías, no es demasiado extraño que haya actuado de la manera que sorprende a Italia y -quizás- a muchos.
Lo que sí es extraño es que Brasil haya hecho suyas sus argumentaciones, especialmente cuando aún pretende sentarse en un asiento permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Por "derecho propio", sostiene.
Por ello, entre otras muchas razones, no debería haber concedido "refugio" a Battisti. No obstante, la realidad es muy otra. Poco le importó el cumplimento de la resolución antes mencionada. Nada, más bien. Dolorosa situación para quienes creemos sinceramente en el respeto al derecho internacional. Pero las cosas son así, nos guste o no.
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