La gente INTELIGENTE habla de IDEAS, La gente MEDIOCRE habla de COSAS, La gente IGNORANTE habla de la GENTE

adsense

jueves, 5 de febrero de 2009

MAL HUMOR


Malhumor y desconcierto

Ha comenzado una etapa de malhumor y desconcierto en el gobierno. Sus funcionarios, se quejan de incomprensión de quienes critican, con razón, sus continuos desaciertos.
Por Carlos Berro Maderos


NuevoEncuentro 05/02/09


“El hombre que fracasa en algo prefiere atribuirlo a la mala voluntad de otros, antes que al azar o su propia impericia. Suponer que una persona y no una cosa es la causante de nuestro fracaso descarga nuestro malhumor, pues de las personas podemos vengarnos, mientras que los reveses de la suerte nos los hemos de tragar.”
- Friedrich Nietzsche


Ha comenzado una etapa de malhumor y desconcierto en el gobierno. Sus funcionarios, se quejan de incomprensión de quienes critican, con razón, sus continuos desaciertos.
Existe para esto un solo motivo: estamos asistiendo a las dificultades de una gestión poco inteligente, muy petulante en sus pretensiones y con un alto nivel de improvisación.

El Frente para la Victoria -movimiento para el que se reservaron los comentarios más exagerados a fin de presentarlo como una epopeya-, ha quedado reducido a un bote con pocos pasajeros, que sufren los barquinazos que no supieron prever ocurrirían por su impericia.

Dijo Schopenauer alguna vez: “todo el mundo es capaz de razonar, pero hay muy pocas personas capaces de formarse un juicio de valor”; máxima ésta que en el gobierno de los Kirchner parece no conocerse, acaso porque la fuerza de la productividad intelectual depende siempre de unos ciertos dones naturales de los que algunas personas carecen totalmente.

El ignorante suele darse más importancia de la que tiene y hace siempre malos cálculos, porque toda su atención está centrada en que se le reconozca su capacidad, y esta lucha por el reconocimiento ajeno, le provoca una total pérdida de contacto con la realidad.

Debemos aceptar que estamos en crisis no solamente por la sequía o los vaivenes del mundo financiero internacional, sino porque nos la han proporcionado los integrantes de la troika santacruceña por medio de sus políticas equivocadas.

Tras ellos han corrido atropelladamente algunos políticos, empresarios y sindicalistas mezquinos y ambiciosos, que se dedicaron a pisotear el mundo de la lógica y la razón, sin sacarse siquiera el polvo de los pies.

Recuperar una cultura que exige cambios medulares para enderezarnos, llevará mucho tiempo: la destrucción de las instituciones y de la credibilidad pública han sido demasiado grandes. Un próximo turno electoral no podrá sacarnos muy rápidamente de la encrucijada a la que hemos sido llevados y habrá que emplear mucha energía para lograrlo.

Mientras tanto, comienzan a advertirse las señales de estupefacción de quienes ya no saben bien de qué están hablando, ni tienen mayor idea de cómo solucionar algunos problemas que ellos mismos han creado.

La sociedad comienza a tener en claro que la solución de las dificultades no depende del romanticismo de epopeyas revolucionarias, sino más bien de cuestiones objetivas que liberen la inteligencia de los ciudadanos.

Alguna vez dijimos que hemos vivido cinco años de gritos y sermones. Éstos han quedado ahogados finalmente por las evidencias de una realidad que ha terminado por mutarlos en quejas y malhumor.

Algunos funcionarios denuestan mientras tanto a los agricultores y ganaderos diciendo “que se han beneficiado de las rentas extraordinarias producidas por la especulación, asociándose a ella”, agrediendo verbalmente a quienes no han hecho más que ejercer el legítimo derecho de comerciar sus bienes de acuerdo con el valor de oferta y demanda del mercado.

Les preguntamos en forma de réplica: ¿Y el gobierno qué hizo sino aumentar los impuestos sobre esas rentas para mejorar sus propios ingresos? ¿Hubo algún comentario en aquel entonces que señalara esta circunstancia?

¿No sería mejor que nos explicaran más bien qué hicieron con el producto de dicha “excepcionalidad”?

¿No son elocuentes hoy las primeras planas de los diarios con fotos de ganado muerto sobre campos ralos y secos que se asemejan a un paisaje lunar?

Dicen en el gobierno también que “el campo debería estar de fiesta por las recientes medidas de apoyo”.

¿De fiesta comiéndose quizá los cadáveres de los animales muertos por la sequía, adobados con el maíz y el trigo quemado?

Y en cualquier caso ¿de qué medidas están hablando?

O pretenden tomarnos el pelo, o están convencidos de lo que dicen, lo que en su caso sería mucho peor.

Pero hay algo más grave aún: desconocen la realidad en la que deben moverse, porque no han tenido jamás ningún plan, a pesar de las enfáticas declaraciones de la Presidenta, que frente al atril de Olivos nos habla de políticas “contra cíclicas”, y reparte créditos para autos, heladeras, lavarropas y cocinas con el ahorro de los jubilados. El “ajuar blanco” según su metáfora “kitsch”.

¿Sabrá de qué está hablando? ¿O habrá memorizado mal el libreto?

Dice Nietzsche que “hay militantes de un partido cuya excesiva fe en los principios del mismo, induce a los demás militantes a abandonarlo”. Esto es lo que está ocurriendo en el gobierno, y no debemos sorprendernos.

Cuando el ansia de poder se manifiesta en el deseo de rebajar a los demás, designándolos responsables de lo que no se quiere aceptar, nace el deseo de elevarse por sobre todos acusándolos de culpabilidad por un fracaso.

Néstor y Cristina Kirchner, dos seres que no han sabido ejecutar una buena tarea de gobierno, han quedado adormecidos poco a poco por el peligroso método de adulación que ellos mismos propugnaron. Este los dejó a merced de los imprevistos: los mismos les han llegado en un momento en que el narcótico de la obsecuencia les ha ganado la batalla del espíritu. Hoy están sin recursos, desconcertados y enfurecidos.

Por otra parte –con escasas excepciones-, tienen a su lado colaboradores de una gran mediocridad que de lo único que se han preocupado estos años es de aprovechar cualquier ocasión propicia para exhibir públicamente su presunta superioridad. No precisamente de sus cualidades para ejercer cargos públicos, sino por la obsecuencia con que han desarrollado sus funciones rindiéndole pleitesía al poder dominante.

“Un individuo puede, al mismo tiempo, estar en un error mientras pretende tener razón, para acabar convirtiéndose en el tirano y el verdugo más insoportable” sigue diciendo Nietzsche.

Quizá por eso, los Kirchner han perdido la confianza de la sociedad y muy probablemente no la recuperen nunca más.Notiar

No hay comentarios.:

Chiste de la semana

Chiste de la semana