SERÁN INTELIGENTES ?
El radicalismo frente a la responsabilidad del gobierno
Por Mario Cadenas Madariaga
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La necesidad de un proyecto nacional
Hace pocos días hemos adelantado las razones para pensar que la próxima Presidencia de la Nación corresponderá a RA, o con más amplitud al candidato radical. Pero también señalábamos que la más importante debilidad de esta candidatura era la falta de un proyecto de gobierno capaz de resolver los principales problemas argentinos. Con un proyecto bien evaluado es difícil, como lo demuestra la experiencia de Obama; sin proyecto es una aventura que solo puede terminar mal.
Esto resulta más cierto en la actualidad argentina, por las importancia de las transformaciones que se deben iniciar.
La necesidad de encontrar una nueva función histórica al radicalismo
Desde la fundación de la UCR hasta la fecha, el radicalismo debió enfrentar situaciones bien diferentes, que inicialmente le fueron muy favorables, pero luego se convirtieron en particularmente difíciles, desde el punto de vista de la gravitación del partido en la vida argentina.
Desde su fundación, hace alrededor de 120 años, el radicalismo gobernó aproximadamente 30 años, los conservadores 38, los peronistas 34, y los gobiernos de facto 18 años.
En el nacimiento la definición de su rol histórico fue fácil: debía sustituir al viejo Régimen, ampliando la base electoral y reemplazar a su clase dirigente. Pero en el camino al poder en estos primeros 26 años, conoció derrotas electorales y el fracaso en una rebelión armada. (1905). Pero su estrella brilló en el cielo, cuando un presidente conservador le abrió las puertas al poder. La ley del voto universal, obligatorio y secreto, la votó un congreso conservador, a iniciativa del Presidente Roque Sáenz Peña. La democracia con esta amplitud no regia en ningún país del mundo, comenzando por los EEUU y Francia. Y los beneficiarios fueron los radicales.
El radicalismo está asociado a la democracia como el peronismo está vinculado a la justicia social
El radicalismo no fue consciente de sus obligaciones con relación al principio de la democracia. Cuando intervino las 14 provincias, algunas en forma reiterada, - abusado de una institución que no existe en el derecho público de los EEUU – encaminó a sus adversarios hacia la búsqueda de soluciones no democráticas. Las grandes ideas fuerzas se deben cuidar para que mantengan su vitalidad y la confianza de todos. Algunos sectores dejaron de creer en la democracia en un momento en que era muy discutida en el mundo.
Pero inmediatamente después de septiembre de 1930, el radicalismo reivindicó su fuerza política en las elecciones de la provincia de Buenos Aires. La definición del rol histórico, aún en la adversidad, era fácil para el radicalismo. Representaba la democracia y la legalidad, y confiaba en el retorno de las instituciones para recuperar el gobierno de la Nación.
Pero la sociedad había cambiado su estructura social
La sociedad argentina se había vuelto más compleja. La crisis de los años treinta había contribuido a ese cambio originando grandes migraciones internas. No existía solamente una clase alta asociada al Gobierno frente al pueblo, como en 1916, sino que había aparecido un poderosa clase media y una clase obrera criolla, que no respondía a las ideologías europeas, sino a motivaciones nacionales de protesta contra la desigualdad.
El gobierno de facto de 1943, representó una nueva visión de la política nacional.
El golpe de 1943, al tiempo de producirse, solo podía tener un heredero político, como resultado de elecciones generales: era el radicalismo. Nadie como él representaba a la opinión predominante.
Pero en dos años, con una rapidez sin precedentes, se formó desde el seno del oficialismo, un nuevo movimiento político, con una amplia base gremial, una nueva concepción social, más el fuerte liderazgo de un conductor sin antecedentes.
Para el radicalismo significó el nacimiento imprevisto de un adversario político, que a diferencia del conservadorismo y sus aliados, podía ganarle sin fraude las elecciones nacionales. Esto lo obligó a un enorme esfuerzo de redefinición de su rol histórico. Su definición fue ambigua. Oposición en materia política y muchas coincidencias en materia social y económica. Esto hizo que el radicalismo perdiera la mayoría, porque el peronismo sintonizó con más acierto las emociones y las aspiraciones de las mayorías populares. El radicalismo en la lucha por la recuperación del poder, había perdido la huella de las transformaciones sociales que se habían operado.
¿Cual debió ser la debida reacción?
El radicalismo si hubiere seguido más atentamente las transformaciones, hubiera concluido, que se podían conformar las aspiraciones de la clase trabajadora, sin negación de ninguno de sus reclamos laborales y previsionales, en la seguridad de que se podían concederlas, sin menoscabo para la economía nacional, y la estabilidad monetaria. Al final de la Segunda Guerra Mundial, la Argentina viviría un período excepcional, por los ahorros acumulados, más la ventaja de conservar una capacidad de producción intacta, agregado al mejoramiento excepcional de los precios de su producción exportable.
El reclamo obrero no tenía una base ideológica que afectara las instituciones fundamentales, sino que era un reclamo justo que se podía conceder y solventarse con los mayores ingresos que se percibirían, proporcionados por la expansión del comercio mundial.
No se trataba de estatizar empresas con equipamientos totalmente obsoletos, como si fueran nuevas, sino de invertir en nuevas empresas nacionales financiadas con los ahorros ganados durante la guerra a favor de la empresa privada nacional.
No había que cerrar el comercio exterior a la producción nacional, porque sólo él podía conceder los grandes recursos que requería la renovación de la infraestructura nacional, con una nueva y más amplia red ferroviaria, vial, fluvial, marítima y portuaria.
Pero el radicalismo como el peronismo entró en la trampa de la ideologilización, de cuño nacionalista o marxista, haciendo despilfarrar enormes recursos, en perjuicio del crecimiento general y del bienestar social, con malas inversiones -como la compra de la vieja red ferroviaria- y la mutilación deliberada de los brazos agrarios de la producción nacional.
Por esto no se contó con la producción necesaria para financiar el mejoramiento del bienestar, y la inflación apuró el empobrecimiento, sumado al intervencionismo estatal, en su intento siempre fallido de encapsular la economía.
Arturo Frondizi representó la reacción radical más inteligente
Posiblemente es doloroso para la tradición balbinista alfonsinista, reconocer que la reacción de Frondizi, fue la correcta, con algunas observaciones adicionales importantes. Pero es mejor hacerlo, y aprender sobre la experiencia, que no hacerlo y reincidir nuevamente en los mismos errores.
Frondizi no pactó con el peronismo, sino que encontró un camino para llegar al poder, con el apoyo de las mayorías que necesitaba, afirmando los principios de la democracia, sin exclusiones. Fue con la defensa del principio la igualdad en la participación política propia de todos los ciudadanos y sus organizaciones políticas, que gano las elecciones de 1958. Se debe preguntar cómo no contraer este compromiso que le valió el voto del peronismo, dentro del cuadro institucional de la Constitución de 1853/60?
Pero a partir de allí las coincidencias de Frondizi con Perón terminaban totalmente. En realidad fueron dos rivales, dos adversarios, que en un momento coincidieron cada uno en defensa de sus posiciones, apostando a que el futuro le convalidara el éxito propio y el fracaso del otro.
Lamentablemente Frondizi se equivocó primero con la política salarial en 1958, y luego con el plan económico del 1959. Esto no alcanzó a compensar sus extraordinarios éxitos en la política petrolera, siderúrgica, y otras.
El aumento salarial impulsó la inflación y reforma económica de fines de 1958, con el acuerdo del FMI, provoco una contracción en los salarios y en el empleo que le costó la perdida el apoyo de las organizaciones obreras.
El plan de Frondizi debió ser siempre de desarrollo y expansión con estabilidad. Pero la teoría económica no estaba lo suficientemente evolucionada, para darles las soluciones que necesitaba. Lo que no nos debe extrañar porque hasta hoy la teoría económica argentina no ha proveído a nuestros gobernantes, como se articula este proceso, para salir del estancamiento y la inflación, sin recesión económica, clave de la recuperación argentina.
El programa del nuevo radicalismo
El radicalismo debe recuperar como idea central de su función histórica la defensa de la democracia. El cometido o la importancia de este principio no está agotado, y se convertirá en uno de los fundamentales de la política nacional.
En efecto ¿cuál es el origen de los males de la Argentina, a cien años de la vigencia de la ley Sáenz Peña? Algunos contestamos con toda convicción: el mal funcionamiento de la democracia.
Ese mal funcionamiento se expresa, entre otras formas, en la ausencia de una clase dirigente que sepa trazar la estrategia que el país debió contar para gozar hoy de la situación de un país desarrollado.
¿Qué falló en el proyecto de la democracia argentina? Primero, que no se contaba con la suficiente cultural política en el pueblo argentino; segundo, que se impuso el voto con carácter obligatorio, lo que no rige hoy en las grandes democracias del mundo, y tercero no se encomendó en un principio, a las Fuerzas Armadas, la responsabilidad de garantizar la seguridad de las elecciones, porque éstas a diferencia de las policías locales, no se hubieren prestado a las prácticas fraudulentas de los partidos locales de todas las tendencias.
Ahora se debe perfeccionar sin retroceder
Esta debe ser la función del radicalismo. Se debe volver a estudiar la clave de la cúpula política argentina. Esta gira alrededor del ciudadano. Para que funcione la democracia y la republica, esta célula debe ser autónoma y capaz de elegir. Autónoma por sus ingresos y capaz por su aptitud intelectual.
La verdadera democracia es incompatible con la pobreza y con la ignorancia. La figura de los punteros o dirigentes barriales, es el índice de la falta de aquellas dos virtudes.
La inmediata reforma de la mano de la informática se debe usar para realizar un cambio cultural semejante a las guerras relámpagos. Bien proyectada y rápidamente ejecutada, para el total de la población. Toda limitación, presupuestaria o de otro carácter, debe rechazarse totalmente.
Será la incorporación deliberada y masiva de la Argentina a la sociedad del conocimiento, como la base de la lucha contra la pobreza, la desigualdad, y el aumento de la productividad nacional
Los salarios docentes, deberán resolverse simultáneamente sin afectar el plan, porque el nuevo sistema educativo podrá pagar altos salarios, pero sin condicionamientos que afecten su concepción ni la velocidad de los cambios necesarios.
El trípode de la transformación
La democracia impulsada por la capacitación y la tecnología, la justicia social impulsada por los mayores ingresos y la igualdad para la distribución de sus beneficios, y la mayor productividad derivada de un equipamiento e infraestructura de grandes inversiones, solventadas básicamente por el ahorro nacional,- que hoy huye del país, o se dirige al consumo privado o al gasto público, o se mantiene inactivo dentro y fuera del sistema bancario -, agregado a la del ahorro y la tecnología exterior, será el trípode sobre el que se asentara la transformación argentina.
Olivos, 21 de junio del 2010.
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