LA PUTATIVA ESTA EBRIA

Agravios e incoherencia


Las tenebrosas declaraciones de Hebe Bonafini con su típico estilo, atacando las declaraciones de Susana Giménez y Sandro, por las manifestaciones que estos hicieran, me parece agraviante para toda la sociedad. Cada vez que la escucho entiendo como sus hijos entraron al camino de la rebeldía y a la de asesinatos, los debe haber alimentado con ejemplos de odio y resentimiento que esta señora tiene. Sus hijos fueron también asesinos. Ella enarbola desde hace años la bandera de la justicia pidiendo venganza y muerte para sus verdugos. Sobre el cadáver de ellos juega a la madre sufriente, mientras llena sus arcas. ¿Ella si puede pedir venganza y no el resto de la sociedad? Nuestros muertos no necesitan también justicia? Habla de derechos humanos como si tuviera las manos y la conciencia limpia. No hay nadie que le denuncie este desacato, esta constante apología de creerse dueña de la verdad? Porque los medios le siguen dando un espacio para que siga hostigando con ese tenor de agravios. Ya se había manifestado el año pasado contra la figura del vicepresidente Julio Cobos, a quien también regaló una retahíla imparable de insultos. ¿Cuanto mas los argentinos deberemos soportar a estos amigos del poder?, que dicho sea de paso los deja muy mal parados.

Mabel C. García

Por si no leyeron las declaración que hizo en una marcha activista en Rosario a el diario La Capital, se las envio.

“la activista de los derechos humanos no tuvo reparos en agraviar a la diva de los teléfonos. "¿Cuál es nuestra seguridad con estas vedettes, que son más putas que vedettes , que se atreven a hablar de derechos humanos cuando bailaron y se acostaron con todos los represores ?", agregó la mujer, siempre polémica por sus declaraciones.
"¿Por qué no piensan en lo que dicen? En vez de cabeza tienen un maní, lo único que tienen son tetas y no son de ellas ".

: "Abrámosle la cabeza a la gente, porque sólo ven a los pelotudos como Sandro y todos estos que están hablando por la televisión, apoyando la pena de muerte

Mabel Garcia