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sábado, 12 de febrero de 2011

DUDA KIRCHNERISTA



El interrogante sobre si la presidenta Cristina Fernández se presentará o no como candidata a las elecciones del mes de octubre ha convertido al oficialismo en un hervidero político. Las peleas internas que llevan a una lucha todos contra todos al interior del kirchnerismo, y las vacilaciones de la Jefa de Estado que pone nervioso a más de uno dentro de la tropa K

“Duda siempre de ti mismo, hasta que los datos no dejen lugar a dudas”

Louis Pasteur (1822-1895)



Si hay una palabra que pueda definir el estado de ánimo impera nte hoy en día en las principales mentes del oficialismo, sin ánimo a equivocarnos, sería el de incertidumbre, ya que el momento de desasosiego, inseguridad e indecisión que sufre la plana mayor del kirchnerismo es tan grande, que amenaza con hacer saltar el espacio político por el aire.



Desde el plano filosófico, se suele definir a la duda como el estado de vacilación o inestabilidad de la mente ante dos juicios contradictorios, algo en lo que parece haber caído en las últimas semanas la presidenta Cristina Fernández, que no resuelve los pasos a seguir por el espacio político que lideraba su esposo y del cual ella es la cabeza visible hoy en día, despertando gran impaciencia y escepticismo dentro de la tropa más leal al pensamiento presidencial.



Tal como suele decir la conductora televisiva Mirtha Legrand en sus famosos almuerzos, la Jefa de Estado cavila sobre la conveniencia o no de su candidatura presidencial, y piensa a su interior “lo digo o no lo digo”, lo que no hace más que alimentar un sinnúmero de especulaciones que sumerge al kirchnerismo en un mar de irresoluciones de cara al futuro cercano.



Según comentaron a la Agencia de Noticias CNA personas que habitualmente concurren a los cónclaves ultra K que se realizan en Olivos, la indefinición de la presidenta en ir o no por la reelección, se debe más que nada a que Cristina no está confiada de ganar en primera vuelta, y desconfía en gran grado de los sondeos que suelen llevarle los encuestadores amigos del poder, que le dan una intención de voto que sobrepasa el 45%, con una imagen favorable que ronda el 60%.



Cualquier analista de la realidad que posea un mínimo de sentido común, sabe que más allá del respeto y las condolencias que despertó la primera mandataria luego de la muerte de su compañero de toda la vida, ese sentimiento no se ha traducido matemáticamente en votos para el oficialismo, ya que la gente privilegia su situación personal a la hora de votar, y lo que ve es un país donde se niega sistemáticamente la inflación que asola a los que menos tienen, y donde la inseguridad no es una sensación, sino un problema que acaba con la vida de cientos de inocentes mensualmente, sin que el Estado tome cartas en el asunto para detener este flagelo.



El ultrakirchnerismo que reina por estos días en lo más profundo del círculo áulico de la presidenta, sabe que no tiene otro candidato que no sea la propia Cristina Fernández, ya que ningún otro le asegura la permanencia en el poder de la misma gente que viene llevando adelante las segundas y terceras líneas de un gobierno que ha sabido ser la expresión de una continuidad del clásico bipartidismo nacional, pese a qui en le pese dentro del kirchnerismo.



Es así que ha estallado una virtual “guerra” entre dos sectores ultra K que piensan totalmente diferente sobre los pasos a seguir por parte de Cristina. Por un lado, están el superpoderoso ministro de Planificación, Julio de Vido, y el operador político todoterreno del kirchnerismo, Juan Carlos “Chueco” Mazzón, con un tinte más dialoguista y unificador hacia el interior del PJ; y por el otro el Secretario Legal y Técnico de la presidencia, Carlos Zannini, quien junto a jefe de la SIDE Héctor Icazuriaga y la figura nueva de Juan Manuel Abal Medina, buscan despejotizar al gobierno lanzándolo hacia una mayor transversalidad con sectores no peronistas.



Las fuerzas de ambos bandos son parejas, ya que por un lado De Vido y Mazzón cuentan con el apoyo de miles de dirigentes del Justicialismo a lo largo y ancho del país, además de tener el importantísimo sustento de la CGT que conduce Hugo Moyano, y tendiendo estrechos lazos hacia los caudillos del conurbano bonaerense y del interior del país, que son repudiados por la transversalidad y la juventud kirchnerista, lo que les hace ganar espacios a pasos agigantados como los virtuales interlocutores del peronismo ortodoxo con la presidenta.



Del otro lado, Zanini (la voz líder del grupo), Icazuriaga y Abal Medina, se refugian en el terreno de la transversalidad y del apoyo no peronista hacia el kirchnerismo. Este sector es el que dentro de la órbita del pensamiento que reina en Olivos, es denominado el más duro, aquel que no acepta ningún tipo de condiciones del peronismo ortodoxo, y el que impulsa las famosas colectoras que intentan sumar votos para la presidenta que no provengan del Justicialismo.



Por el momento los dos bandos tienen triunfos parciales pero ninguno se evidencia como claro vencedor de la contienda, ya que por un lado De Vido y Mazzón muestran como un logro enorme la unidad del peronismo santafesino detrás de la figura de Cristina de cara a las elecciones nacionales y provinciales; y por el otro, Zanini exhibe como botín de guerra el avance de la candidatura de Martín Sabbatella en la provincia de Buenos Aires por fuera del peronismo orgánico, ocasionando un fuerte dolor de cabeza a la ortodoxia.



En lo que coinciden ambos grupos, es en la necesidad imperiosa de tratar de “convencer” a la Jefa de Estado de presentarse a la reelección, a la vez también de disminuir el poder de influencia de los hijos presidenciales, quienes desde hace tiempo vendrían aconsejando a su madre de no seguir en el poder más allá de diciembre, lo que ha despertado el recelo y el cuestionamiento hacia ellos de toda la tropa kirchnerista.



Mientras la presidenta se siga mostrando dubitativa como hasta ahora con respecto a esta decisión, y alargue la misma para abril o mayo, no hace más que seguir alentando una pelea que causa heridos a cada paso, y que lo único que está haciendo es que el kirchnerismo salga aún más debilitado en su fuerza interior de cara a las elecciones de octubre.



Un presente cargado de dilemas al interior de lo más profundo del pensamiento K, y que tiene como correlato central la duda de Cristina Fern ández de presentarse a la reelección, convirtiendo al oficialismo en un hervidero a punto de estallar

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