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viernes, 25 de febrero de 2011

KRETINA JUGANDO A LA PARRALA


CRISTINA NO SABE QUÉ ES LO QUE HARÁ EN DEFINITIVA

Por Carlos Manuel Acuña

Quienes crean que Cristina Fernández de Kirchner está completamente decidida a presentar su candidatura a la reelección presidencial se equivocan de medio a medio. Ayer por la tarde y al margen del control que hacen sobre ella sus más cercanos “colaboradores”, la presidente de la República pudo confirmar que pese a las cifras que proporcionan ciertas encuestadoras, los verdaderos porcentajes respecto de la intención de voto demuestran que apenas se acerca a la posibilidad de llegar a la segunda vuelta, lo que significa que día a día la Casa Rosada se aleja de sus posibilidades. En pocas palabras, esto significa varias cosas: una de ellas, que avanzará la radicalización del oficialismo kirchnerista en el convencimiento de que esta estrategia le aportará un gran caudal de votos juveniles atados al recuerdo de lo que fue la guerra revolucionaria, lo que es absoluta y demostrativamente falso; para ello y entre otras medidas, la Casa Rosada solicitó que el Ejército le aporte un oficial que sea dúctil a este punto de vista, para lo cual contó con la colaboración del subjefe de la Fuerza aún a cargo de la jefatura 2 de Inteligencia, general Milani, lo que significa que automáticamente adquirió la desconfianza, la molestia y la oposición del resto de la Fuerza. Lo mismo sucedió con otras designaciones que hoy están sobre la mesa kirchnerista, lo que no significa en modo alguno fidelidad para con el gobierno pero sí una profundización de la crisis dentro del resto de las estructuras castrenses. Lo mismo podemos decir que de este escenario forman parte otros posibles candidatos dentro de la Armada y la Fuerza Aérea, seriamente afectada por el problema de la droga, lo que en buen romance significa que tampoco en estos sectores encontrará el respaldo necesario para encarar la crisis que se avecina al margen de otro hecho significativo: aunque quisieran hacerlo, están impedidas por la normalidad establecida por el mismo gobierno.

Aunque el factor militar no es determinante del escenario que vive el proceso político, a esta altura de las circunstancias nada es desdeñable para un gobierno empeñado en imponerse políticamente de cualquier manera, en tanto su economía carece de perspectivas y su política exterior se ha convertido en el hazmerreir de la opinión internacional. La Argentina, ausente de lo que ocurre en el mundo árabe mientras afronta el cerramiento de mercados importantes a sus exportaciones primarias y elude definiciones globales en la materia, marcha virtualmente acéfala y a los tumbos. Es probable que de mantenerse la conflictiva situación internacional -y todo indica que ésta se profundizará- los problemas internos se agravarán, el ingreso de divisas disminuirá, la falta de combustibles comenzará a manifestarse y todo este conjunto de factores se reflejará en la situación política interna, ya de por sí excesivamente afectada por los escándalos sindicales, la inseguridad pública, la inflación creciente y una seria alteración en la marcha de la economía. De esta manera ¿quién puede pensar en una reelección...? No podemos decir que Cristina conozca todos estos factores, pero lo cierto es que, por encima del engaño al que desean someterla los colaboradores más íntimos, deseosos y necesitados de una continuidad imposible, insisten en forzar la marcha. La pregunta es qué harán si esto les fracasa y cuál será el camino que seguirán para prevenir e intentar contrarrestar una derrota que florece en el horizonte.

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