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sábado, 16 de abril de 2011

EL ACHICAMIENTO


¿NACIONALIZAR EL ACHICAMIENTO?

Por Susana Merlo

Primero se fueron destruyendo las reservas energéticas y el stock ganadero. De exportadores pasamos a neutros y de ahí a importadores. En carne, aunque se niegue, también sucede lo mismo.

Luego comenzaron las intervenciones a los precios de los alimentos y el incremento sostenido y continuo de las retenciones (hasta el freno de 2008) generando el desfase productivo argentino que llevó a que, excepto en soja, haya desaparecido de muchos de las plazas agrícolas, perdiendo, incluso, mercados cautivos tan emblemáticos como el de Brasil para el trigo.

La Argentina agroindustrial se fue atrasando a causa de falta de decisiones (como la indefinición, aún, de las regalías, lo que impide el ingreso de las tecnologías genéticas que aparecieron en los últimos 3 años) o por malas decisiones. Tal es el caso de los controles de precios, las restricciones para exportar y otras alteraciones en los mercados que frenaron y desalentaron infinidad de inversiones a lo largo de los últimos años, y expulsaron otras tantas, que terminaron desarrollándose en países vecinos como Uruguay y hasta en Bolivia. Además de todo esto, como hecho más reciente, tenemos el freno a las importaciones.

Intentar hacer una proyección o planificación de mediano plazo es casi misión “imposible”. Nadie se anima a decir, siquiera, que va a pasar mañana. Mucho menos se cree en los mercados.

Primero se comenzó interviniendo el de hacienda hasta perder más de 11 millones de cabezas vacunas en 4 años. Luego fueron los de frutas y hortalizas, y finalmente le tocó el turno a los agrícolas. Por supuesto, con razones o sin ellas, también fueron cayendo en la volteada los productores, operadores, industriales y, últimamente, también los exportadores.

Es cierto que el país todavía produce y también exporta (en muchos menos rubros importantes que en otro años), pero en cantidades muy inferiores a su verdadero potencial, sobre todo si se considera las extraordinarias condiciones internacionales que se presentaron en los últimos años.

Ahora, aparentemente sin que alcance la condición de “fazoneros” (los que trabajan a fazón o destajo) a que se fue sometiendo a la producción (no sólo agroindustrial) después de fijar la rentabilidad o ganancia que debe tener cada uno, aunque sea a los dueños del capital invertido para producir, y después de destruir muchos rubros, actividades y forzar la desaparición de cantidad de empresas (como los tambos que se redujeron alrededor de 10.000 en los 8 años de esta administración), se llega al broche de oro con el planteo de incorporación de directores “políticos” a muchas de las mayores empresas de cualquier rubro del país, y la amenaza de nacionalización de uno de los principales negocios que históricamente tuvo Argentina que es sin dudas el de mayor eficiencia, ya que no necesita subsidios para mantenerse, y el más floreciente de los últimos años.

A la gallina de los huevos de oro se le puede sacar su postura diaria. Incluso se pueden aprovechar algunas de sus atractivas plumas, pero lo que no se puede es retorcerle el pescuezo y hacer un puchero. Eso sería suicida.

Encima si la producción está encorsetada por los 4 costados, si no hay energía suficiente para que las fábricas del interior trabajen sus 3 turnos completos, si el combustible falta en cuanto hace un poco de frío o en plena cosecha, si hay déficit de electricidad ni bien sube un poco la temperatura, si se restringen las importaciones de insumos para fabricar… en síntesis, si se está obligado a no crecer, qué es lo que se quiere “nacionalizar”, ¿el achicamiento?

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