NADA
Por Norma Morandini*
“La primera noche, ellos se acercan y toman una flor de nuestro jardín. No decimos nada. La segunda noche ya no se esconden, pisan las flores, matan a nuestro perro y no decimos nada. Hasta que un día, el más frágil de ellos, entra sólo a nuestra casa, nos roba la luna, y conociendo nuestro miedo, nos arranca la voz de la garganta. Y porque no dijimos nada, ya no podemos decir nada”.
Toda vez que escucho cómo en nuestro país se banalizan las situaciones que a otras sociedades erizan, recuerdo ese poema de Maiakowski. Ese “nada”, agregado al final de las frases que ya se convirtió en un lugar común del lenguaje.
¿No será que buena parte de nuestra sociedad fue cediendo su libertad, por comodidad, por confundir la pelea del Gobierno con un diario con una “guerra de intereses”, sin advertir el autoritarismo que subyace en el desprecio a la prensa, un valor constitutivo de la democracia. Autoritarismo porque se vuelve a tutelar a los lectores como si fueran niños a los que se les debe decir cómo pensar, a quién leer o a quién creerle, en esa confusión de prensa y propaganda.
Como en el poema de Maiakowski, nada dijimos cuando, desde el inicio, el Gobierno defendió la “comunicación directa” y canceló las conferencias de prensa, y la pauta oficial se utilizó con criterio de propaganda.
Nada dijimos cuando en nombre de combatir los monopolios, se configuró, con el dinero de los argentinos, un monopolio estatal que descalifica personalmente a todos los que manifiesten críticas o ideas que ponen en duda el “relato” oficial.
Nada dijimos cuando surgieron los primeros bloqueos de los camioneros para impedir que los diarios lleguen a su destino,
la mesa del café o el hogar de los argentinos.
Nada decimos frente a la actual confusión de ministros que “twittean”, sin que cumplan con la obligación de hacer públicos sus actos de gobierno.
Nada decimos ante la cancelación de la información en los portales del Gobierno y nada decimos frente a la apropiación de los Derechos Humanos, consagrados ampliamente por nuestra Constitución y todos los Tratados Internacionales a los que nuestro país está obligado a cumplir.
Para que no nos arranquen la voz de la garganta, estamos en la hora de gritar bien fuerte que la libertad está amenazada. Ya no se trata de que aquellos que ya dimos prueba de haber peleado por la libertad del decir condenemos el bloqueo a Clarín y a La Nación. De lo que se trata es de que todos aquellos que hasta hora dijeron NADA, salgan de la comodidad y entiendan que cuando no se aprecia la libertad se termina actuando como esclavo.
*Periodista, escritora, senadora por la Provincia de Córdoba.
www.normamorandini.com.ar
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