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lunes, 25 de agosto de 2008

BATATA ASADA

D ´elía desesperado porque lo "limpiaron" del universo K

Autor: Urgente 24

No es la primera vez que el dirigente piquetero Luis D'Elía queda fuera del universo kirchnerista. Una vez más fue usado para salir a defender a los Kirchner a los golpes y una vez más fue corrido del esquema ni bien finalizó su tarea. Lo que sucede es que D´Elia no tolera ser marginado. Ahora, con los vientos de cambio que busca el kirchnerismo, él resultó uno de los primeros damnificados, y pide a gritos 'pertenecer. Lea la carta completa que envió a los medios.

CIUDAD DE BUENOS AIRES (urgente24) Lea el texto completo que escribió el piquetero oficialista. Sus críticas a la estética del progre, a los cambios de estilo en el Gobierno de Cristina y el mensaje a Néstor Kirchner.

¿Progresismo blanco o nacionalismo popular?

Estamos en el hall del Palacio San Martín, preludiando la llegada de los presidentes de Argentina y Brasil, y entre canapés y alguna copa de Felipe Ruttini, me encuentro con Martín Sabatella, cara a cara, y me descerraja una primera frase que me golpea y me llama a la reflexión: "Mirá, negro, yo creo que el progresismo blanco, permitido por el sistema, no sirve para un carajo…".

Me enrosco para adentro, transformándome en una especie de kung-fu de la política, y repitiéndome y repitiendo la frase, que todavía me retumbaba en los oídos, me digo a mí mismo… "pensar que fue el Frepaso y con posterioridad la Alianza la máxima expresión de ese progresismo permitido por el sistema".

Recuerdo que, en general, esos tipos eran honestos, sin grandes convicciones, la mayoría de ellos con educación universitaria.

Su estética, un tanto "escuálida", en general son flacos, blancos, siempre de corbata, y de fuerte pertenencia cultural de corte pequeñoburguesa.

Modestos administradores, enemigos de cualquier uso semántico que altere la sacrosanta moderación, muy lejos de los pobres, con buenos vínculos con los organismos de Derechos Humanos, lectores del Gabo, absolutamente eclécticos en economía.

Más que propensos a "flotar" en política, lo que constituye en realidad su verdadera actitud de fondo, frente a la extendida derrota cultural de las capas medias.

Repiten hasta el cansancio que no hay que asustar ni confrontar la derrota citada "en autos", equilibristas expertos, se presentan siempre como alternativistas de centro-izquierda en fastuosas "ligas de caretones", propensas siempre a los cierres por "arriba", lo que explicita un fenomenal desprecio por la participación organizada de la comunidad.

Se niegan permanentemente a representar lo sectorial porque ellos, desde su lógica mediática*, pretenden abarcar amplios universos a representar. Empezaron luchando contra las privatizaciones de los noventa y se fueron pidiendo el regreso de Cavallo.

Yo, que empecé los piquetes urbanos siendo concejal de esas fuerzas, con toda autoridad digo que la sociedad debe defenderse de igual modo de progresistas y de neoliberales.

Siendo un pibe, que recién asomaba las narices en política, cierto día en Laferrére tuve la osadía de preguntarle a un viejo caudillo peronista ya fallecido, don Federico Pedro Russo, ¿qué es la renovación peronista? Y este viejo vizcacha, que pasó de ser el cafetero del municipio a ser electo dos veces intendente, me miró a los ojos, se sirvió medio vaso de vino, lo levantó y me dijo "vea, pibe, esto es peronismo". Acercó el vaso a un chorro de soda, lo levantó, lo puso ante mis ojos y me dijo, "vea, pibe, esto es la renovación peronista".

Me llenó de orgullo y esperanza escuchar a Cristina denunciar con mucha sencillez a aquellos que quieren un gobierno light, o sea un gobierno que no haga ruido, que baje su agenda transformadora, y que debilitado, quede a expensas de los poderosos.

Necesitamos recrear un nacionalismo popular y transformador (si digo "revolucionario" se van a asustar las clases medias), basado en la memoria, la verdad y la justicia, en la defensa irrestricta de los soberanos intereses nacionales, en la integración latinoamericana que nos lleve a tener Parlamento, fuerzas armadas, moneda, banco y ductos únicos, como soñaron los padres fundadores. Necesitamos proteger nuestros recursos energéticos y naturales, ponerle fin a la extranjerización y concentración de nuestros trescientos millones de hectáreas.

Debemos desmonopolizar y democratizar nuestros medios de información.

Es menester romper con la autonomía de nuestros bancos centrales como una imposición inaceptable de los organismos financieros internacionales.

Debemos incluir en los beneficios de la nacionalidad a millones de hermanos que todavía claman en la indigencia y en la pobreza.

Estos programas que construyen la felicidad de nuestro pueblo y en los que ya mucho ha rodado nuestro gobierno nacional, hoy están llenos de acechanzas y peligros.

Nuestra suerte política no puede quedar en manos de consultores de comunicación o de progresistas que creen que la política solo es una rémora estética.

Necesitamos hombres y mujeres llenos de convicción, de amor a la patria, y de una férrea voluntad revolucionaria, que estén alejados de cualquier cálculo especulativo, tanto en lo personal como en lo comunitario, que estén dispuestos a darlo todo a cambio de patria. Por eso la disyuntiva de hierro que hoy nos convoca es progresismo blanco permitido por el sistema o nacionalismo popular revolucionario, aggiornado en los tiempos, pero nutrido de la visión política y la perspectiva de Irigoyen, de Perón, de Eva Perón, de Scalabrini Ortiz, de Jauretche, de Juan José Hernández Arregui, de John William Cooke, y tantos otros. También tenemos nuestra estética, que va desde la hermosa pendeja militante de la universidad hasta las gordas de nuestros comedores comunitarios, desde los jóvenes de la Cámpora hasta la murga "Los soñadores del Tambo". Todos, absolutamente alejados de la estética "escuálida" y de los estúpidos yuppies de la city.

En la década de los noventa, los traidores nos tildaban de nostálgicos, hoy intelectuales como Beatriz Sarlo, nos dicen que es un error convocar a Jauretche para intentar leer los tiempos que corren. Nos plantean sociedades descerebradas, sin pasado, sin historia, sin memoria, sin conciencia nacional.

Hablando de traidores (y ojo que me refiero al corredor de fórmula uno), en el día de ayer me tocó vivir una paradoja fenomenal: mientras Néstor Kirchner recibía a Reuteman en Olivos, para recomponer la relación, yo visitaba el Palacio de los Tribunales convocado a una indagatoria judicial, a explicar los resabios de nuestra defensa irrestricta del gobierno de Cristina Fernández.

Según muchos progresistas, los movimientos sociales les afeamos sus listas.

¡Qué va 'chaché!

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