BURGER KING
Por Susana Merlo (*)
Brasil acaba de comprar, por U$S 4.000 millones, la segunda cadena estadounidense de restaurants de comida rápida, con 12.000 locales en 75 países y una de las marcas mundiales de hamburguesas más conocida –Burger King-, mientras en Argentina cierran los frigoríficos (incluidos algunos de capitales brasileños), por la crisis que enfrenta la industria ante la falta de materia prima (hacienda).
Tal vez, esta pequeña y controvertida anécdota sirva para magnificar las diferencias que hoy “separan” a los dos principales socios del MERCOSUR, y magnificar los resultados de las políticas internas llevadas a cabo por cada uno de los países. En un caso, con el representante del PT, Partido de los Trabajadores brasileño, Ignacio Lula Da Silva, el país se convirtió en muy poco tiempo en uno de los líderes agroalimentarios mundiales, además de uno de los países con mayor crecimiento, y atracción de capitales.
En el otro, tras 7 años de Administración K, la Argentina sigue retrocediendo y perdiendo posiciones, incluso ante Brasil, y no sólo en materia alimentaria.
Volviendo a la ganadería, hoy Brasil ya está consolidado como el principal exportador mundial de carne vacuna (además de pollo, y muy importante en cerdo), su stock ronda los 200 millones de cabezas, y sigue comprando empresas relacionadas con la actividad en la región y en el resto del mundo.
¡Ah!, y no tiene retenciones.
Argentina perdió cerca de 12 millones de cabezas en el último quinquenio, exporta menos de un tercio de los que vendía en los ’90; cierra sus frigoríficos y ya bajó más de 20 kilos el consumo anual por persona, debido a los precios de la carne y al déficit de oferta de hacienda.
¡Ah!, y tiene retenciones.
Dos mundos contrapuestos.
Tal vez se podría argumentar que en este lapso, el gigantesco país vecino retrocedió en algunos rubros pero, la realidad, es que avanzó en la mayoría de ellos: vinos, frutas, jugos, leche, etc., etc. Y no sólo eso, también lo hizo en energía, petróleo, inversiones, y otras cuestiones “menores”.
También se podría justificar que en igual período Argentina avanzó en otros ítems que podrían haber llevado al retroceso relativo de la producción de carne, pero esto sólo fue así en el caso de la soja, ya que después se retrocedió en trigo, girasol, leche, sorgo, algodón…Y también en energía, combustible, inversiones, etc., etc.
La realidad es que la falta de incentivos, la inestabilidad de las reglas, y la inseguridad en una actividad en que la intervención oficial es continua determinó que a pesar de las excelentes perspectivas internacionales, a partir del inédito cierre de las exportaciones de carne en marzo de 2006, primero se frenara el crecimiento, para luego entrar en una geométrica liquidación de vientres (las “fábricas” de terneros) que prácticamente duró hasta ahora.
Tanto es así que hasta Uruguay, de extensión sensiblemente menor, no sólo exporta más carne vacuna que Argentina, si no que por primera vez superó el consumo interno de carne, aventajando a la ingesta local en 1,5 kilos por habitante y por año, en parte, debido a los muy buenos y baratos asados que le provee a los uruguayos. Y esto es factible justamente, por la muy buena perfomance exportadora que tienen. Los números le cierran.
¡Ah!, y tampoco tiene retenciones. Mucho menos se le ocurriría cerrar las exportaciones de carne, aunque los gobiernos de Tabaré Vazquez, o el actual de Pepe Mujica no se pueden calificar, justamente, de liberales”, o de “derecha”.
Y tal vez ese sea exactamente el problema, pretender ideologizar hacia un lado, lo que el sentido común indica que va hacia el otro.
Seguramente también Brasil, Uruguay o Chile, pretenden “defender la mesa de los brasileños, los uruguayos, o los chilenos”. La diferencia es que efectivamente lo logran. Producen más, crecen, generan más valor agregado, más puestos de trabajo, atraen más capitales, el Estado es protector, nadie tiene miedo...
El mundo actual, y los países vecinos en particular, son pragmáticos. Ese es el mundo de los negocios. El dogma quedó para la academia.
Y ahora, para colmo, nos dicen que “hay un acuerdo estratégico” con Brasil para salir a los mercados en forma conjunta, en lugar de competir entre los socios...
¿Quién puede creer en un acuerdo si ni siquiera se puede cumplir con el abastecimiento ya pactado, ejemplo, en trigo?.
¿Podría Lula Da Silva celebrar un acuerdo con quien, debido a su política interna, está perjudicando a inversotes de buena fe, como está pasando con los capitales brasileños que vinieron a la Argentina al sector frigorífico? De hecho, se dice que ya rondan en 20 plantas, las que cerraron de grupos de Brasil.
¡Pero si Argentina ya no está pudiendo ni con su consumo interno!, ¿qué acuerdo de ventas a terceras zonas puede comprometer?.
De ahí que, más vale, los dichos hayan constituido seguramente un “error de interpretación”.
Lo que si es cierto, es que Brasil acaba de lanzar una línea de créditos a tasas y plazos muy favorables, para todas aquellas empresas argentinas que quieran proveerse de bienes brasileños.
¡Así sí que es linda la intervención del Estado!!!
(*) Crónica y Análisis publica el presente artículo de la Ingeniera Agrónoma Susana Merlo por gentileza de su autora y Campo 2.0.
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