EL MANCO APUNTA A LA ROSADA

CONVENCIDO DE QUE KIRCHNER LE IMPEDIRÁ LA REELECCIÓN, SCIOLI LE APUNTA A LA CASA ROSADA

Por Carlos Tórtora (*)

Después del reto que le asestó Néstor Kirchner ante las cámaras de televisión, algo cambió en la intimidad de Daniel Scioli. Su resentimiento contra el ex presidente habría cruzado un límite sin retorno. No por nada decidió fotografiarse con Mauricio Macri horas después de que aquél lo cruzara. Y esta sensación de que la relación está rota coincidiría con el frío cálculo político. El gobernador estaría convencido de que en Olivos la decisión ya está tomada: lo castigan y le quitan poder a través de Moyano, Alicia Kirchner, Amado Boudou y otros, porque hay un plan para impedirle ser nuevamente candidato a gobernador. La jugada final de Olivos -creen en La Plata- sería postularlo al ubicuo Sergio Massa, que según el día y la hora aparece como kirchnerista ortodoxo, disidente, miembro del sub 45, del grupo de los 8 intendentes, etc., en un ejercicio apasionado de muliposicionamiento. Es que el intendente de Tigre es mucho menos peligroso para los Kirchner que Scioli, por su escasa o nula influencia entre la dirigencia. “Massita llegaría a gobernador como llegó a Jefe de Gabinete, sin peso específico para decidir nada”, graficó un allegado a Aníbal Fernández.

La crisis, oportunidad

Pero una vez más se estaría cumpliendo aquello de que la crisis es también una oportunidad. Scioli cree que le queda una sola opción y es apuntar hacia la Casa Rosada. Y el que acaba de abrirle el camino es justamente Kirchner. Con el castigo sufrido, aquél se beneficia ante la sociedad porque aparece como perseguido y distanciado del matrimonio presidencial. Un posicionamiento electoral privilegiado para presentarse como la síntesis del kirchnerismo y el antikirchnerismo, justo cuando aparecen fisuras en la cúpula del Peronismo Federal y Francisco De Narváez se niega a sacarse una foto con Eduardo Duhalde. “De mí solo esperen responsabilidad, prudencia y moderación”, fue la frase que Scioli eligió para contestar al reto de Kirchner. Estas palabras tienen un metamensaje que sería: “yo soy la opción y no este desequilibrado”. Y, yendo más allá, su chance pasaría por presentarse como el continuador del modelo económico pero eliminando el autoritarismo K.

En su furia incontrolada por la frase de las manos atadas, Kirchner hizo que Scioli empezara a dejar de ser una marioneta suya para jerarquizarlo como una opción distinta al oficialismo, haciendo además que los sectores de clase media, hartos del gobierno, lo miren con mayor simpatía. El Senador Juan José Pampuro sería uno de los amigos de Scioli que ya habla en voz baja de que hay que barajar y dar de nuevo. Una fórmula Scioli-Urtubey o Scioli-Gioja podría ser la tabla de salvación de la dirigencia kirchnerista, desvelada por la pesadilla de un Kirchner sepultado por el voto opositor en la segunda vuelta. Y este plan podría cerrar con Macri candidato a Jefe de Gobierno y Francisco de Narváez para gobernador. La fragilidad física del ex presidente es otro factor que entra en juego. Y la candidatura presidencial de CFK, hoy más viable, tampoco soportaría el test de la segunda vuelta. Sobre Scioli y su equipo pesa la consabida amenaza de que, ante los indicios de una ruptura, Boudou podría cerrarle la canilla de los fondos nacionales a Buenos Aires y ahogarlo económicamente. Pero se trata de una amenaza poco creíble. Buenos Aires no es Catamarca ni Corrientes. Incendiar el conurbano para debilitar a Scioli podría costarle muy caro al gobierno nacional, porque los disturbios serían una señal de pérdida de gobernabilidad.

Así las cosas, el ex motonauta estaría próximo a ingresar en un juego distinto. En éste la continuidad del castigo de Kirchner podría llegar a ser, paradójicamente, el mejor modo de convertirse en la única opción real del oficialismo para conservar el poder.

(*) Crónica y Análisis publica el presente artículo de Carlos Tortora por gentileza del Informador Público.