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jueves, 24 de julio de 2008

DESDE EL JARDIN

CHANCE GARDINER SCIOLI

Quien el día martes 22 de julio pasado haya tenido la oportunidad de ver el programa en el que Marcelo Longobardi entrevistó al Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, seguramente habrá experimentado una sensación extraña.

Es como si frente a uno se recreara Chance Gardiner, el inefable personaje forjado por la pluma del osado escritor Jerzy Kosinski, si bien en otro contexto histórico y territorial, de similares características, empero, seguramente, con la amarga constatación de que no se trataba de una ficción sino que, por el contrario, estaba encarnado en la realidad por quien rige, en el plano público provincial, los destinos de la Provincia de Buenos Aires.-

Kosinsky en su libro “Desde el Jardín” nos mostró al protagonista, Chance Gardiner, como un individuo aislado en su propio habitat, el jardín ubicado en Washington D.C. En él, transcurría toda su vida y conoce el mundo a través de lo que veía por la televisión, sin alcanzar a distinguir las diferentes visiones que la misma ofrece: la realidad, la ficción o la propaganda

Cuando de improviso, y por una falta agresiva de recursos de los poderosos y los políticos que accidentalmente lo conocen, es lanzado al mundo cotidiano, Chance Gardiner contrasta con este y expresa una serie de conceptos deshilvanados y ambiguos que esos políticos, agotados en sus intelectos y ansiosos de toparse con una sabiduría que le es esquiva, encuentran en esas incoherencias y sandeces de Chance Gardiner el fundamento de su futuro accionar político.

En el reportaje Daniel Scioli, frente a preguntas concretas de actualidad formuladas por Marcelo Longobardi, contestó con consignas vacías de contenido que lejos estaban de evacuar la consulta; se desligó de su protagonismo belicoso junto a Kirchner contra la producción agropecuaria apelando a que hay que mirar para adelante después de exigir a los demás autocrítica. En que quedamos, insólito Gardiner pampeano? Si mira para adelante no hay autocrítica y, si esta es necesaria, es imprescindible revisar el pretérito.- Su razonamiento, de alguna manera hay que llamarlo, es proponer la autocrítica del futuro, de lo que no fue. Un absurdo! -

Scioli, a medida que el reportaje se hacía más punzante rozaba el delirio y, con un recurrente y evasivo “mirar el futuro”, dejaba al periodista estupefacto, como a los lectores que en su momento leyeron el libro de Kosinsky o los espectadores que vieron la genial interpretación cinematográfica del galardonado Peter Sellers.-

Al culminar el reportaje, siendo evidente hasta para nuestro Gardiner de ocasión, que lo suyo, al evadir las respuestas, era fronterizo con una falta de sentido republicano y democrático, apeló a un recurso “supragardiniano”, ausente en el personaje original de Kosinsky, como fue intentar apaciguar la inquisidora profesionalidad de Longobardi mediante la estratagema de dar lástima o provocar piedad en el sufrido periodista y. me imagino, en el público televidente.-

Recordó, por milésima vez, su accidente amputativo y el tardío reconocimiento legal de su hija, como si ello supliera o mitigara su pobreza conceptual y su esotérica manera de manipular la explicación del litigio que lo tuvo, inequívocamente, en el campo de los belicistas K primero y luego, Senado y Cobos mediante, en el terreno de los perdedores.

Terminó, en definitiva, siendo un Gardiner devaluado y esperpéntico, indigno del personaje que culmina caminando por sobre las aguas.-Este, el Gobernador, quedó en el barro de las incoherencias.-

En defensa de Chance Gardiner, y del valor literario de la obra de Kosinsky, hay que poner de manifiesto que la supuesta “genialidad” del jardinero no era deliberadamente provocada por él. Ella, la inexistente sabiduría, se concretaba por la estupidez manifiesta de sus interlocutores y se concretaba con inusitado entusiasmo.- No es extraño Nietzche aseguraba que “El entusiasmo es el disfraz con que, frecuentemente, se arropa la estupidez”

En el caso que nos agobia quien asume una predisposición a establecer la incongruencia como sinónimo de sapiencia o positivismo, es el mismo errático personaje que hoy gobierna la Provincia de Buenos Aires.- Nada dice cuando habla, sólo se ha destacado como un especialista en generalidades banales y, en no pocas ocasiones, contradictorias entre sí. A pesar de ello se vanagloria de sus dichos sin reparar que “cada hombre posee exactamente tanta vanidad cuanto entendimiento el falta”(Jonathan Swift).-

Lo que queda por dilucidar, entonces, es saber si los ciudadanos, que según encuestas y elecciones privilegiaron a este singular Gobernador, tienen algo en común con aquellos políticos de la ficción que vieron, en la incoherencia, un parentesco con la sabiduría.

O este parangón es fruto de un capricho del autor ?.-

Gustavo Demarchi

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