HERIDA DE MUERTE
-Una herida de muerte: El kirchnerismo ya no maneja ni las calles ni el Congreso.
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En la concentración del día 15, el acto de apoyo al campo logró cuadruplicar en números la presencia del artificial y modesto acto oficialista.
En Senadores, la gran carta que el régimen (o lo que queda de él) tenía bajo la manga (convertir la ilegal resolución 125 en ley formal) también quedó trunca.
En un desesperante desenlace, se produjo un empate de 36 votos contra 36, y luego, el Vicepresidente de la Nación Julio Julio Cobos al votar en desempate a favor del campo, nos puso de manifiesto a un autoritarismo populista que se resquebraja y hace agua por todos los costados.
El escenario no sería tan dramático, de no ser porque el gobierno radicaliza cada conflicto como si se tratase de una guerra civil. Por ende, las derrotas poseen un tinte dramático. Seguramente así lo debe estar viviendo el gran derrotado de la jornada (y muerto político en estado actual o potencial), el descompensado Presidente de facto Néstor Kirchner, quien no dejó un solo desatino por cometer.
El desgobierno tiene todos los síntomas de un régimen que está más cerca de una retirada que del comienzo (Kirchner reconoció que si perdían en las Legislaturas tenían que irse), sin embargo, conforme lo dicta la Carta Magna le quedan 40 meses por delante (y esperemos que así sea).
¿Cómo llegarán los Kirchner a transitar tamaño camino a este ritmo y nivel de autodesgaste? , pues sólo depende de la capacidad equilibrista del matrimonio gobernante para mantenerse en pie.
Los detentadores del poder hicieron lo posible y lo imposible para tambalear, y lo lograron: tambalearon al compás del campo durante cuatro meses. En el día de hoy, el kirchnerismo enfrenta la crisis más grande, más inimaginable y más evitable que los demagogos de marras podían imaginar.
El Senador oficialista Miguel Angel Pichetto afirmó en la sesión, que si el kirchnerismo perdía las votaciones quedaba “herido de muerte”, es probable que Pichetto exagere, pero indudablemente en las calles, se respira la sensación de estar asistiendo al sepelio de una pandilla.
No porque el gobierno necesariamente esté muriendo, sino porque como ya fuera dicho, el grado de crispación que plantea el oficialismo ante cada disenso, provoca que el perdedor quede en exceso malherido, al menos desde el punto de vista político o en cuanto a la percepción de la opinión pública.
Lo cierto es que el futuro es incierto, el país es incierto.
Por lo pronto, comienza poco a poco a respirarse aires de libertad en la enrarecida atmósfera de una Patria subyugada por un matrimonio de irresponsables.
Nicolás Márquez, periodista, abogado, escritor.
Autor de los libros “La Otra Parte de la Verdad” y “La Mentira Oficial. Próximo libro del autor “El Vietnám Argentino – La Guerrilla Marxista en Tucumán”
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Gentileza en exclusiva para NOTIAR
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