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martes, 8 de julio de 2008

MACANEO

"CIEN AÑOS DE SOLEDAD" Y OCHENTA AÑOS DE MACANEO

Por Cosme Beccar Varela

Con enorme paciencia terminé de leer la novela de Gabriel García Marquez llamada "Cien años de soledad". Esa novela indigesta le mereció al autor toda clase de homenajes, incluyendo el máximo que le fue otorgado por el "rey de tergopol", Juan Carlos de España, junto con todas las Academias de la Lengua Española nucleadas en la Asociación de Academias de la Lengua Española con la Real Academia Española a la cabeza.

El autor, al cumplir 80 años, fue objeto de gigantescos homenajes, empezando por el ya dicho y una edición especial de su novela con el sello de todas las Academias con su prosopopeya en ristre.

En 1982 le habían dado el premio Nobel de Literatura por su novela. La épica de la primera edición de "Cien años de soledad" fue relatada con lujo de detalles enternecedores por Tomás Eloy Martinez en un romántico artículo que "La Nación" publicó empezando en la primera pagína, el 30/5/2007, con título en el ángulo superior izquierdo de la tapa o sea con el "supra summum" del destaque.

"A los García Marquez no les alcanzaban los ahorros para completar los 58 pesos mejicanos que costaba enviar por correo el manuscrito de la novela, más de 590 carillas -dice el emocionado Martinez- y tuvieron que dividirla en dos paquetes"... "Diez días después era una gran celebridad literaria" (diario citado, pags. 1 y 14).

¡Por Dios que fue rápida su carrera hacia la fama! ¡Más quisieran otros autores lograr la décima parte de eso, aunque más no sea, en cien veces más tiempo!

Con su prestigio de Premio Nobel, el escritor colombiano hizo propaganda del régimen comunista de Fidel Castro, contribuyendo así a remachar aún más las cadenas del sufrido pueblo de Cuba y en especial, las de los miles de presos políticos que padecen lo indecible en las cárceles comunistas.

Viajó innnumerables veces a Cuba y dijo incontables palabras de propaganda en favor del régimen castrista. Hace poco, cuando Castro se enfermó fue otra vez a la isla y dice la crónica:

"García Marquez, que acaba de cumplir 80 años, viajó a La Habana para saludar a su amigo Fidel Castro, convaleciente tras una compleja operación intestinal y al parecer asiste a los encuentros entre los delegados del gobierno (N: colombiano) y el ELN (N: grupo terrorista colombiano). ("Clarín" 13/3/2007, pag. 19)

En Cuba, el diario "Granma" describió a García Marquez como "el amigo entrañable de Fidel y Cuba" que 'hoy llega a una nueva primavera' (N: ¿se creerán que el ilustre macaneador es inmmortal?), junto a una foto del escritor y del presidente Castro". ("Clarín" 7/3/2007, pag. 36)

Esta actividad de García Marquez en favor de la peor tiranía que haya sufrido jamás el continente americano tal vez sea una de las causas de su inexplicable éxito. Eso no le impidió "hacerse el burro" y, olvidando su afinidad con los asesinos de Cuba, acusó subliminarmente a España y a los gobiernos mo marxistas de nuestra Historia de haber sido la peor peste de América.

Es así que en el colmo del cinismo, cuando García Marquez recibió el premio Nobel de Literatura en 1982 pronunció un discurso en uno de cuyos párrafos decía:

"¿Por qué la originalidad que se nos admite sin reservas en la literatura se nos niega con toda clase de suspicacias en nuestras tentativas tan dificiles de cambio social? La violencia y el dolor desmesurado de nuestra historia son el resultado de injusticias seculares y amarguras sin cuento. ("La Nación", 31 de Mayo del 20079, pag. 14)

No hay que ser un lince para percibir que en esa frase el escritor colombiano execra la Conquista española y los gobiernos liberales (execrables por serlo pero no por lo que dice Marquez) y que reclama vía libre para la tiranía castrista y para la subversión guerrillera en América.

Como si tantos homenajes fueran pocos, 1.200 académicos, más los reyes de España, se reunieron el 26 de Marzo del 2007 en Cartagena de Indias para celebrar al idioma castellano que hablan más de 400 millones de personas en todo el mundo. La reunión fue una ocasión para "poner por los cuernos de la luna" a Gabriel García Marquez que cumplió 80 años el 6 de Marzo del 2007.

"En el acto inaugural -dice la crónica- que será presidido por los reyes de España, Juan Carlos de Borbón y Sofía, y el presidente de Colombia Alvaro Uribe, rendirán tributo al autor de "Cien años de soledad" el mejicano Carlos Fuentes, el argentino Tomás Eloy Martinez y el español Antonio Muñiz Molina, entre otros escritores". Además estarán presentes Bill Clinton -admirador de García Marquez-, Felipe Gonzalez ex-presidente de España y Belisario Betancour, que lo fue de Colombia. ("La Nación", 26/3/2007. pag. 9).

Por su parte, el "derechista democrático" Alvaro Uribe, no queriendo ser menos que sus colegas del mundo, resolvió "tirar la casa por la ventana" para restaurar la casa natalicia del autor: "El gobierno colombiano -dice la noticia- , a través de una iniciativa impulsada por la ministra de Cultura Elvira Cuervo de Jaramillo, ha previsto una inversión de más de u$s 530.000 para recuperar la casa natal de García Marquez..." ("Clarin", 31 de Mayo del 2007).

¿Cuantos pobres habrá en Colombia que habrían podido usar esa suma mucho mejor?

* * *
Sabiendo que las trompetas de la fama no suenan jamás por un intelectual auténtico, quise confirmar mi sospecha de que García Marquez es un macaneador insigne y resolví leer su mamotreto. Compré el libraco editado por las Academias. La versión no podía ser más auténtica. Me gasté unos cuantos pesos que todavía lamento. Mi único consuelo sería ser capaz de escribir una crítica que pulverice al farsante en forma definitiva. Pero siendo más realista debo decir que desde ya me considero desconsolado, no porque la obra del farsante colombiano valga alguna cosa sino porque lo que yo escriba en "La botella al mar" es un vagido de neonato al lado del universal estrépito laudatorio que rodea a García Marquez.

Pero no importa, para Dios no hay obras inéditas y allá voy con mi diatriba.

* * *
La primera critica la haré con palabras del mismo autor. Dice en la página 442 de la edición citada de "Cien años de soledad":

"No se le había ocurrido pensar hasta entonces -dice el autor revelando un pensamiento que sin duda es propio y no tan sólo del personaje imaginario- que la literatura fuera el mejor juguete que se había inventado para burlarse de la gente, como lo demostró Alvaro en una noche de parranda. Había de transcurrir algún tiempo antes de que Aureliano se diera cuenta de que tanta arbitrariedad tenía origen en el ejemplo del sabio catalán para quien la sabiduría no valía la pena si no era posible servirse de ella para inventar una manera nueva de preparar los garbanzos".

Es decir, García Marquez no escribía para entretener, ni para formar culturalmente a sus lectores, sino para burlarse de ellos.

Conociendo este secreto que se le escapó al autor en su desvarío, lo demás es fácil. Sólo se trataba de darse cuenta de qué manera se burlaba de sus lectores.

Creo que lo hacía escribiendo cualquier disparate que se le ocurría. Y para fecundar su producción de disparates tengo la vehemente sospecha de que antes de sentarse a escribir se tomaba unas cuantas dosis de cocaína o de LSD o de alguna otra droga alucinante. Es casi imposible emitir semejante sucesión de absurdos sin anular de una manera potente la propia inteligencia y sin descarrilar completamente su imaginación. La imaginación está de tal manera ligada a la inteligencia que no puede producir semejante catarata de incoherencias si está unida a una mente sana en condiciones normales.

* * *
Resumiré la novela en pocas palabras. Se trata de una familia de apellido "Buendía" compuesta por individuos que se llamaban siempre "Aureliano" y que vivían -si a eso se puede llamar "vida"- en un pueblo denominado "Macondo" que estaba ubicado fuera de todas la rutas y de toda cercanía civilizada. Uno de los más importantes de la dinastía era un coronel rebelde que luchaba interminablemente contra los liberales que gobernaban desde la capital y que fusilaban a todo el mundo sin juicio previo, al igual que el Coronel.

En Macondo hacía un calor infernal.

Las mujeres de la familia y las que la rodeaban o eran locas o eran prostitutas. Es claro que los hombres de la historia se dedicaban asiduamente a las prostitutas y un poco menos a las locas.

Uno de los parientes fabricaba pescaditos de oro que luego fundía para recuperar el oro a fin de hacer otros pescaditos idénticos a los anteriores.

Los únicos viajeros que llegaban de vez en cuando a Macondo eran unos gitanos cuyo jefe poseía conocimientos esotéricos que uno de los Buendía aprendió a medias y eso le sirvió para volverse más loco de lo que era antes.

Había en la zona una Compañía bananera de capitales foráneos que un día, por un quítame allá esas huelgas, decidió ametrallar a unas 1.500 personas y para que no se supiera que lo había hecho, resolvíó contratar un tren con muchos vagones, cargó los cadáveres y se los llevó no se sabe donde. Después liquidó la empresa y se fue de la zona. Al cabo de unos años nadie se acordaba de la mnatanza e inclusive había quienes negaban la veracidad de la historia

Los Buendía segúian reproduciéndose, a veces en forma incestuosa y las mujeres envejecían en la misma casa.

La casa es uno de los personajes centrales de la novela. Era una de las principales de Macondo. De vez en cuando se inundaba, se llenaba de hormigas, se le hundían los cimientos y se vaciaba o se llenaba de gente.

Había un patio o un pedazo de tierra al lado de ella en el que uno de los Buendía pensaba que se escondía un tesoro. Y cababa, y cababa y cababa en su busca sin encontrarlo jamás. Pero todos sabían que estaba allí y aunque algunos también sabían donde, no decían nada.

El pobre hombre frustrado por su facaso, dejó todo el lugar lleno de pozos y se encerró en el taller en el que su antepasado fabricaba los pescaditos de oro y no salía nunca, a no ser la última vez para orinar junto al único árbol que quedaba y se murió durante esa operación, tieso como un poste.

El cura del pueblo era un pobre hombre sin doctrina, sin virtud, sin esperanzas y su presencia era una ausencia constante.

Hombres fusilados, tiranos invisibles, próceres chiflados, prostitutas a granel, escenas pornográficas, calor, sudor, hormigas, esoterismo... y todo eso rejuntado en un embrollo deliberadamente incomprensible, sin hilación de ninguna clase, en el que la inteligencia no tiene papel alguno y la imaginación tampoco porque todo es una especie de pesadilla que, en el fondo, intenta ser una burla satánica de la América hispana que, contrariamente a lo que insinúa el perverso y laureado escritor, está fundada en la tradición católica y en el heroísmo caballeresco. Sólo que los Fidel Castro, los García Marquez y los Perón, entre otros, la han convertido en una caricatura siniestra de sí misma.

Culpa de ellos y de sus predecesores de las logias, no son "cien años de soledad" los que padece Hispanoamérica: son más de docientos.

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