LA SANGRE DEL QUEBRACHO
Carlos del Frade (APE)
Norte de la provincia de Santa Fe, tierras que formaron parte del latifundio de La Forestal.
Hasta que extrajeron el último quebracho colorado, empobrecieron las tierras, empobrecieron a los pueblos. Exilios y desocupación, pobreza inventada, riquezas en pocas y extranjeras manos. El último ingenio fue cerrado en 1964, desde entonces poco ha cambiado.
A fines de los años noventa, el Servicio de Paz y Justicia del Obispado de Reconquista, capital del departamento santafesino de General Obligado, allí donde todavía siguen vigentes las huellas dejadas por las garras de La Forestal, apuntaba la profundidad de la condena decretada por el sistema contra el norte del segundo estado de la República Argentina.
"Los padres de familia sin trabajo, viven angustiados. Se comprobó en ellos un estado de nerviosismo y poco aprecio por si mismos, creando más a menudo situaciones de violencia en sus familias. Los jóvenes no encuentran salida laboral, no pueden estudiar; muchos de ellos a más temprana edad, se dedican con frecuencia al robo, producto de la desesperanza en que se encuentran sus familias. Los adolescentes se prostituyen, los niños van a la escuela con dificultades de aprendizaje debido a la falta de alimentación adecuada y la carencia de apoyo en las tareas escolares por parte de sus familias, dado que muchos de sus padres no completaron el ciclo básico primario. En los últimos años se ha producido un gran porcentaje de migración a las ciudades en busca de una mejor calidad de vida, se comprobó que muchas familias construyeron sus viviendas precarias en calles públicas y/o terrenos baldíos municipales, agravando aún más el problema de la vivienda", sostenía aquel documento.
Las pibas y los pibes se prostituían. Finales de los años noventa. Ahora, cuando termina el año 2008, las pibas y los pibes del norte santafesino deciden matarse. Se suicidan.
La fuente sigue siendo la misma, el obispado de Reconquista, claro que con otras voces, con otras caras. Estamos viviendo una situación de inseguridad, como en otros lugares del país. A mí me tocó visitar la cárcel y la falta de un juez federal hace que muchas causas estén detenidas... También estamos padeciendo una ola de suicidios de jóvenes. Nuestras barriadas han crecido muchísimo, ya que se da una gran migración de provincias del norte. Hay una situación que hay que hacerla ver... No nos sentimos olvidados, pero creemos que nuestros representantes tienen que poner un ojo sobre este norte santafesino con una mirada más larga, a mediano y largo plazo, para que el norte tenga una posibilidad de crecimiento -aseguró Ramón Dus, obispo de Reconquista en diálogo con los periodistas de la ciudad de Santa Fe.
Perversa profundización de aquella condena impuesta por una multinacional apoyada por clases dirigentes locales. Desierto, exilios, prostitución y ahora, suicidios de los pibes. Es necesario volver a gritar, a proteger a las chicas y chicos como condición elemental para que la palabra futuro vuelva a tener sentido en el norte santafesino
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