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miércoles, 15 de junio de 2011

ENIGMA



EL ENIGMA DE CRISTINA (1/8)
A 8 días del 23/06: Nadie tiene la más remota idea

Cristina Fernández mandó a reservar el Teatro Argentino de La Plata para los días lunes 21, martes 22 y miércoles 23. Sin embargo, es secreto quién será su compañero de fórmula a anunciar en esa ocasión.
. El amor propio del mundo K está siendo humillado: carece de alguna precisión acerca del binomio que votará en las primarias abiertas y obligatorias de agosto y en el comicio general de octubre.

No se trata ya del desprecio habitual de la mayoría de los políticos profesionales argentinos por conocer la opinión de sus bases -es el motivo por el cual habitualmente no hay competencia electoral dentro de un partido entre precandidatos presidenciales. Lo de Santa Fe resultó la excepción- sino de ignorar quiénes serán los integrantes del binomio a 8 días del cierre de listas.

También se corrobora la verticalidad que Cristina Fernández le atribuye a sus electores: ellos votarán a quienes ella les pida.

¿Eugenio Zaffaroni? Eugenio Zaffaroni.

¿Jorge Capitanich? Jorge Capitanich.

¿Amado Boudou? Amado Boudou.

Etc. etc.

No importa que entre Zaffaroni, Capitanich y Boudou, por dar un ejemplo, haya enormes diferencias ideológicas y de otra índole. Ellos votarán, con los ojos cerrados y la nariz tapada, presume ella.

Pero lo interesante es que nadie pero nadie cerca de Cristina tiene alguna precisión acerca de qué les depara el destino... ¡¡en apenas 8 días!!

Terribles pollerudos. Todos pendientes de la teta del Estado que ella ostenta. Todos clientelares defendiendo los beneficios coyunturales como si fuesen derechos adquiridos. Patética demostración de la supuesta Nueva Política argentina (¿?), en verdad una situación pre-conservadora (partiendo de la idea que el Justicialismo deviene del conservadorismo popular). Pero lucen orgullosos de su ignorancia. Refulgentes de no tener ni idea pero comprometidos a votar lo que surja.

Son apenas 192 horas de horizonte que tienen pero ellos se golpean el pecho y dicen que no importa. Hasta Carlos Zannini, el supuesto todopoderoso que hoy día no puede ocultar que él tampoco tiene 'la precisa'. Que su omnipotencia no es tal. Que tiene límites. Que, en definitiva, es un subordinado de Cristina pero no un miembro de derecho pleno en la mesa chica.

A esta altura, todos ellos suponen que sí, que Cristina será la Nº1 del binomio. Y reducen el enigma al acompañante. Pero... ¿quién?

La pluma de Jorge Asis describió la situación de modo notable:

En banda. Incertidumbre total, desconocimiento. Funcionarios con rango de ministros que apenas pueden verla cuando la aplauden en los discursos. Empresarios de renombre, preocupados porque la indiferente ni les responde los llamados. Periodistas informados que se exhiben en la obligación profesional de emitir pistas. Consultores que elogian y cobran, o que aguardan ser contratados, para cobrar.

De acuerdo a la evaluación, todos están en banda. Sin siquiera imaginar cuál va a ser la decisión final de Cristina.

Cada afortunado que tiene tres palabras, o tres minutos, en soledad, con ella, es asediado por la misma pregunta.

¿Te dijo algo? ¿Va a ser? ¿Cómo la viste?

Desde la racionalidad política, debiera descontarse que la señora Cristina va a ser la reelegida. Queda, en tal caso, saber a quien va a elegir como compañero de baile.
El kirchnerismo -como fenómeno- se extinguió. Desapareció con Kirchner. Con cinco vueltas de llave de la bóveda de Río Gallegos.

Pero abundan los kirchneristas nostálgicos. Se cuelgan insistentemente del “Vestidito negro” de Cristina.

Como el “buen crepúsculo”, del poema de Nicanor Parra, Ella es lo único que (al kirchnerismo póstumo) le queda.

Pero nada es lo mismo si Cristina va por la reelección. O no va.

Significa, en la práctica, que la sociedad argentina entera se encuentra colgada, también, del Vestidito negro.

Capricho de Dios

Cristina sirve más para conservar el poder que para construirlo.

Es útil, también, una vez obtenido (el poder), para consolidarlo. Aumentarlo.

La construcción, como la dilapidación y la recuperación, fue obra de El Furia.

Se lo delegó en el 2007. Cuando cometió el desatino de abstenerse de la reelección, a la que tenía derecho.

Pero El Furia no se atrevió al otro periodo por temor a la carencia de continuidad.

El proyecto de quedarse, ininterrumpidamente, se le quebró a Néstor cuando el gobernador Rovira se estrelló en aquel Plebiscito de Misiones. 2006. Contra el capricho de Dios, representado, para colmo, por un cura. El Padre Piña.

Fue también el quiebre del proyecto de Felipe Solá, de quedarse, en Buenos Aires. De Fellner, en Jujuy. De Kirchner, en la nación.

La victoria del Padre Piña fue la causa fundamental de la postulación de Cristina.

La enseñanza, de Kirchner, entonces, pesa. No hay que ir nunca por otro mandato sin la garantía de continuidad.

Aunque se fomenten martingalas que aludan a la “Cristina eterna” (emanación gestual de la señora Diana Conti).

La martingala cierra con Zaffaroni, miembro de la Suprema Corte, como sorprendente vice. Compañero del próximo baile. En la consolidación hipotética del frepasismo tardío. A los efectos de tramitar la reforma constitucional, que derive en el injerto de un gobierno parlamentario. Con reelección -ahora sí- indefinida.

Bowling

El delirio de “Zaffaroni vice” entusiasmó, sin mayores fundamentos, a los elitistas, curtidores de la selectiva información.

Como los otros delirios conjeturales que aluden a los vicepresidentes, que se echan a rodar en el bowling.

Desde el ascendente Abal Medina, tomado por un bleff por quienes lo detestan, hasta el devaluado Boudou, El Insaciable.

Pasa también por la atormentada ansiedad del gobernador Capitanich, del Chaco. O la calma sobriedad de Uribarri, gobernador confiable de Entre Ríos. Incluso alcanza para barajar a la cuñadita Alicia. Menos que un delirio, es una ofensiva chicana hacia Cristina.

Acaso lo más gracioso, hasta aquí, en el bowling es la bola que rueda de Zanini. Para vice.
Lo cierto es que todos, hasta los involucrados en las fantasías, están en b…
Y sobre todo en banda.

En la soledad de Olivos, hoy Cristina concentra la totalidad de la atención. Hasta los chismorreos de quienes divulgan confidencialmente que tiene “alegrías”.

No hay nada en la materia. “Sin novedad en el frente”, diría Remarque.

Porque Cristina pasa sus días sin recibir, prácticamente, a nadie.

Es entonces donde emerge el mito de Zanini. Es el López Rega sin magia.
Zanini, según nuestras fuentes, es quien trafica la mayor influencia sobre ella.
Rigor verbal: decir “trafica” es muy distinto a decir “tiene”.

“Antes que anochezca”

Lo que hace el sigiloso Zanini es trasladarse hacia Olivos. “Antes que anochezca”, como titula Reynaldo Arenas.

Zanini suele desplazarse para acompañarla en la cena. A veces, incluso, llega con Icazuriaga, El Chango.

La constancia gastronómica le basta, a Zanini, para traficar. “Importancia personal”, diría Arturo Jauretche.

Pero Zanini también, según nuestras fuentes, está en banda. Con la carga de hacer creer que se encuentra en el centro de las decisiones. Con el atributo de recibir alguna consulta de ella. O un comentario que se aproxime a un relato.

Aquí también está presente otra enseñanza medular de Néstor.

“A Zanini hay que consultarle cualquier tema jurídico. O encargarle un decreto. Pero de política, con él, nada. No entiende”.

Otro que traficaba influencia sobre la señora era Boudou.

Conste también el tiempo de verbo, “traficaba”. Es pasado. Cuando El Insaciable impresionaba.

Se encargó de instalar, exitosamente, que se trataba del favorito para la candidatura a jefe de gobierno del Artificio Autónomo.

Contagiados por su vibrante optimismo, los pares del gabinete también se tragaron el amague de la versión. Y operaban, en consecuencia, a su favor.

Igual que Scioli, el líder de la Línea Aire y Sol, sindicado engañosamente como el heredero, si Cristina opta por borrarse.

Igual que Moyano, el próximo blanco (después del turno de Schoklender y Hebe).

Hora de cierre

Hasta que llegó el día, y la hora, del cierre.

Cuando Cristina convocó, en Olivos, a los tres soldaditos de chocolate.

Acurrucados, los tres, entre los pliegues del Vestidito Negro.

Daniel Filmus, que llegaba apichonadito. A punto de derretirse. Venía decidido a recibir la peor noticia. Aunque fuera el más favorecido por la numerología.

El ministro Tomada. Ansioso, con su corbata radiante, predispuesto para escuchar la voz del mando. Con el mensaje de su destino.

Y el “favorito”. Boudou, agrandado, seguro de las sonrisas del porvenir. Trascendió que había programado un festejo con “su gente”, con “sanguchitos” de miga. Canapés. Champagne y detalles del catering de su guitarra.

Con el peso olímpico del poder público, concentrado en la frialdad de su palabra, Cristina ordenó:

“Vas vos, Daniel”.

Y de inmediato se dirigió a Tomada. “Y vos vas de vice”.

Como percibió que Amado, enternecedoramente, se desmoronaba, en las vísperas de la depresión sombría, Cristina sacó de su bolso de mano unos caramelitos de madera. Ligeramente espolvoreados con azúcar impalpable.

“Vos, Amado, te quedás como elemento de reserva”.

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