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martes, 2 de octubre de 2007

INDEK Y REALIDAD

Fuente: Economía para Todos .
por Roberto Cachanosky.

Mientras el INDEC intervenido por el Gobierno sigue diciendo que la inflación está por debajo del 10% anual, los consumidores comienzan a percibir que el peso se desvaloriza cada vez más rápidamente. Finalmente, el mercado terminará ajustando por precio o por cantidad .


Por mi actividad de economista, viajo muy seguido a diferentes puntos del país. En la última semana, tuve que hacer un largo recorrido entre Buenos Aires y La Pampa para, desde esta provincia, viajar a Tandil y de ahí regresar a Buenos Aires. Como no hay vuelos suficientes, debí hacer todo el recorrido en auto y, obviamente, cargar varias veces combustible en diferentes puntos de las rutas. ¿Qué es lo que descubrí, además de verificar el lamentable estado en que se encuentran muchos de los caminos, síntoma claro de consumo de capital? Que el precio del combustible no tiene nada que ver con el que se cobra en la Capital Federal y el Gran Buenos Aires. Como mínimo hay una diferencia del 15% por litro.

Tanto la semana pasada como en otros viajes que hice, les pregunté a los productores agropecuarios si consiguen gasoil.
En primer lugar, me enteré de que en el interior todavía no llovió gasoil.
Segundo, la respuesta a si consiguen combustible es sí, aunque a un precio de $ 2,20.
Si consideramos que el gasoil en la Capital Federal o el Gran Buenos Aires está a $ 1,70 en los surtidores, la diferencia es del 29%.
Pero, por otra parte, resulta ser que en muchos lugares del interior no se consigue todo el gasoil que uno quiere a $ 2,20, algo que verifiqué en varios puntos del país en los últimos meses. Esto significa que tampoco $ 2,20 es el precio de equilibrio.
En otras palabras, el precio de equilibrio del gasoil tiene que estar por arriba de los $ 2,20 para que el mercado consiga la cantidad que desea, lo que nos lleva a que la diferencia porcentual es superior al 29%.

Tomemos como referencia los $ 2,20 y veamos la magnitud del ajuste que habrá que hacer para corregir las distorsiones que se vienen acumulando en materia de precios.
El transporte urbano de pasajeros tiene un subsidio del Estado que le permite acceder al gasoil a un precio de $ 0,45 por litro. Si el precio de equilibrio fuera $ 2,20 (que, como ya dijimos, tampoco lo es) y si se eliminara el actual subsidio para evitar que suba el precio del boleto de colectivo, el ajuste que deberían afrontar las empresas de transporte público de pasajeros sería del 388%.
Semejante disparate es fruto de la madeja de subsidios y regulaciones que viene imponiendo la política económica kirchnerista para esconder la inflación y tratar de mostrar un Índice de Precios al Consumidor (IPC) irreal.
Y, atención, que esa madeja de subsidios no la paga el Estado, sino el contribuyente. Es decir, quien sube a un colectivo paga una parte de la tarifa en el momento de subir al transporte público y el resto vía impuestos o la inflación.

Cuando uno ve estos datos, se da cuenta rápidamente de que los errores que viene cometiendo el Gobierno son una fiel copia de los cometidos en el pasado cuando, al ser insostenible la distorsión de precios relativos, todo estallaba en mil pedazos y se producían llamaradas inflacionarias y conflictos sociales.
Se trata del mismo tipo de torpezas que se cometieron en los 70 y en los 80. ¿Por qué las mismas torpezas cometidas en el pasado van a arrojar ahora un resultado diferente?.

Si la candidata oficialista se tomara el trabajo de recorrer el país en auto --en vez de en avión o helicóptero-- y hablara con la gente común --en lugar de viajar a París, Nueva York, Madrid y Bonn--, podría advertir la magnitud del problema que tendrá que enfrentar si llega a ganar las elecciones.
En algún momento ya no habrá combustible al precio oficial y, para seguir funcionando, habrá que comprarlo en el exterior. En ese caso, el hermano Chávez no nos cobrará el combustible al precio del socialismo del siglo XXI, sino al valor del capitalismo salvaje.
Que es lo mismo que hoy está ocurriendo cuando el socialista Evo nos vende gas. El hombre, que también es muy socialista, cobra un precio capitalista tres veces mayor que el que se le paga a los productores locales.
La pregunta es: ¿quién financiará semejante diferencia de precios para seguir escondiendo la inflación verdadera y hacernos creer que tenemos combustible y energía barata?

Mientras el INDEC sigue diciendo que la inflación está por debajo del 10% anual, los dirigentes sindicales están esperando a que pasen las elecciones para pedir aumentos salariales que difícilmente bajen del 30%. Es otro dato a tener en cuenta sobre lo que viene luego de esta artificial orgía de consumo. ¿Por qué pedirán el 30% y no el 8% que dice el INDEC?

¿Por qué aumentaron las ventas de los supermercados? Porque la gente está huyendo del dinero, como en toda etapa inicial de un proceso inflacionario agudo. Lo que los consumidores piensan es: compro antes de que los precios suban. El peso quema en los bolsillos porque pierde poder de compra.
En síntesis, estamos en presencia de una incipiente huída del dinero, que luego se traduce en suba del tipo de cambio y tasas de interés.

¿Por qué la gente compra electrodomésticos en cuotas? Porque espera licuar el costo mediante la inflación futura, cuando, en realidad, dentro del precio de financiación ya está incluida la expectativa inflacionaria. ¿O alguien se cree que las cadenas que ofrecen electrodomésticos en 24 cuotas sin intereses van a licuar su patrimonio?
Es más, ¿alguien se cree que venden en 24 cuotas sin intereses?

¿Por qué muchos de mis colegas economistas, aun aquellos que inicialmente apoyaron esta política económica, están pronosticando una posible recesión? Porque advierten que la distorsión de precios relativos ha llegado a tal nivel que en el futuro pueden ocurrir dos cosas:
a) que se ajusten los precios con la consiguiente caída de los salarios reales y, por lo tanto, se produzca una disminución del consumo, o
b) si se sigue de esta manera, escondiendo la realidad, la actividad económica se resentirá por falta de insumos básicos.
El mercado ajustará por precio o por cantidad y no habrá diosa soja que pueda evitar la llamarada inflacionaria.



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