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lunes, 1 de octubre de 2007

LA AUTOSEDUCCIÓN DE KRISTINA

Gabriela Pousa
La autoseducción de Cristina

Por más que la primera dama intente convencer a posibles inversores con su discurso y su vestuario, la realidad enseña otras variables diferentes que no atraen a nadie hacia estas tierras.


“En la Argentina no ha pasado nada sustancial en los últimos años. Así se arriesga
a quedarse detrás de otros países emergentes que sí evolucionan, como Vietnam.”

Sylvia Solf, coautora del informe del Banco Mundial
y la Corporación Financiera Internacional
sobre competitividad e inversiones.

Si atendemos la definición que da la Real Academia para la seducción, veremos que se trata de “engañar con arte y maña; persuadir para algo malo” o “embargar, cautivar el ánimo”. ¿Habrá engañado a alguien Cristina Fernández de Kirchner en Estados Unidos? Las versiones difieren según donde se publiquen. Sin embargo, y aunque son pocas las encuestas que trascienden, la primera dama sigue encabezando las “preferencias” de la gente. Podría decirse, pues, que muchos argentinos –si bien tal vez no sean mayoría– fueron seducidos por la candidata. ¿Cuánto durará el hechizo? ¿A quién se le caerá antes el maquillaje?

A esta altura de las circunstancias, parece cierto que cada pueblo tiene el gobierno que se merece, o quizás que más se le asemeja. En ese contexto, hay muchos ciudadanos que no quieren ver ni darse cuenta. Compran la fantasía kirchenrista. Pero eso sucede solamente en la Argentina. Desde afuera se ve todo con otra perspectiva: no bastan los parámetros “de entrecasa” para atraer la magia. Por más que la administració n de Néstor Kirchner asegure que no hay nada de que preocuparse, que la inflación no existe, que las ventas en los centros comerciales aumentan o que los fines de semana largos se llenan los centros turísticos, no alcanza. No son esas las variables que manejan los inversores para definir dónde llevar la plata. Con ese tipo de información sólo acá se vende el “éxito” de la gestión oficialista. “La recuperación económica sorprende” y “todos están admirados de la transformació n de la Argentina”, dice desde Nueva York la candidata. De ambas frases pueden extraerse conclusiones varias.

Cristina Fernández sostuvo, además, que el país “ofrece ventajas muy importantes para los que invierten” Ventajas que no fueron siquiera enumeradas. El desafío a la imaginación que ofrece la esposa del Presidente es indiscutible, máxime cuando simultáneamente a su alocución se daba a conocer el último informe elaborado por el Banco Mundial (BM) y la Corporación Financiera Internacional (CFI), según el cual la “Argentina no reúne los requisitos básicos para invertir”. La investigación enfatiza que no sólo no se introdujeron reformas que facilitaran la actividad empresaria, sino que se la ha entorpecido considerablemente. En el ranking que analiza –tomando en consideración 178 naciones– dónde hay más facilidades de emprender un negocio y, por ende, también muestra cuáles son los países que más trabas ponen a la inversión, la Argentina se encuentra de la mitad de la tabla para abajo. Ocupa el puesto 109, un lugar más atrás que Nigeria y Bangladesh.

Lo que se tiene en cuenta para hacer semejante apreciación no es la seducción de una dama con ganas de heredar una banda, tampoco si la gente se paseó más por los shopping ni si salimos de vacaciones o compramos más electrodomésticos que el año pasado. Se tomaron como indicadores el tiempo requerido para cerrar un negocio y para la apertura de una compañía, la solicitud de licencias, las leyes laborales, el registro de derecho de propiedades, el acceso al crédito, la protección para los inversores, los impuestos, las posibilidades de exportación y el cumplimiento de los contratos. De estos diez factores, la primera dama no mencionó ninguno. No pudo hacerlo ni con arte ni con maña. Un trámite insignificante, en la Argentina demora una eternidad gracias a la burocracia de la maquinaria estatal (se estima que lo que puede hacerse en 10 días, tarda aquí 30). Además, ascendimos entre los países que menos respetan las licencias, las leyes laborales no cuentan cuando se gobierna con decretos de necesidad y urgencia y el poder sindical se dirime a golpes de puño y provoca batallas campales en cualquier calle. El derecho de propiedad está cada vez más bastardeado. Y el Estado avanza no como esperanza, sino como amenaza. Las presiones a los empresarios son moneda diaria: la situación que vivieron los directivos de Shell no mereció siquiera una queja mancomunada del área. El cumplimiento de los contratos en este marco es utopía. ¿El tiempo…? El tiempo no pasa en la Argentina. Será por eso que la seducción se basa más en cirugías que en lo espontáneo.

Quizás, si los empresarios extranjeros comparten la sentencia de Voltaire, la Argentina tenga con la continuidad del kirchnerismo un período de gracia. El filósofo francés afirmaba que “para conseguir la más pequeña fortuna, vale más decir cuatro palabras a la querida de un rey que escribir cien volúmenes”. De otro modo, la seducción de Cristina no puede contra la evidencia. Más allá de su narcisismo, y muy al margen de su glamour, el informe en cuestión que obra como espejo para cualquier inversor establece que, entre abril de 2006 y junio de 2007, se produjeron 200 reformas, repartidas entre 98 economías. Argentina sólo produjo una sola transformació n, pero no a favor, sino en contra, puesto que tornó más complejas las condiciones para cerrar una empresa (puesto 147, uno de los valores más altos del mundo). Gol en contra.

Para completar el marco de la conquista del matrimonio presidencial, durante la gira se supo también el resultado del estudio 2007 de Transparency International, que evalúa a los países en una escala ascendente de los menos hasta los más corruptos. De 180 naciones, nuestro país marcha en el puesto 105. Comparte la posición con Bolivia, Albania, Burkina Faso y Egipto. Contra lo fáctico de los datos, la persuasión que pudo ejercer la primera dama en la Gran Manzana o incluso la que puede generar en casa no parece ser demasiada. Lamentablemente, su seducción se asemeja más a la de Glenn Close en “Atracción Fatal” que a la de la pequeña Alicia en el imaginario País de las Maravillas. Quizás Michael Douglas quiera invertir en la Argentina…
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