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sábado, 26 de diciembre de 2009

FANTASMAS


Fantasmas navideños

En vísperas de Navidad, el gobierno K desplegó una serie de hechos sólo a primera vista contradictorios. Filtró, en principio, la noticia de que el Estado garantizará a los agricultores la compra de alrededor de dos millones de toneladas trigo a unos 600 pesos la tonelada, sosteniendo de ese modo el precio del cereal; el anuncio firme se producirá en Entre Ríos el miércoles 29, apenas superado el Día de los Inocentes. Por otra parte, el matrimonio presidencial agasajó en Olivos a unas decenas de empresarios meticulosamente elegidos (tanto en las inclusiones como en los vetos: por cierto, no fueron convocados los dirigentes de la Mesa de Enlace agropecuaria, ni las figuras más representativas de la Unión Industrial Argentina ni, obvio, Héctor Magnetto, el CEO del Grupo Clarín y figura crucial de la Asociación Empresaria Argentina). La comida fue cordial, no hubo admoniciones ni deditos levantados, sino una cautivante convocatoria al diálogo tranquilo y discreto. ¿Se despertaron nuevas ilusiones en los hombres de negocios? ¿Imaginaron quizás a un Néstor Kirchner conmovido como un Scrooge por los fantasmas de las Navidades? La sabiduría convencional sostiene que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. No dice nada, en cambio sobre las sucesivas ocasiones de tropiezo. El balance de la reunión insinúa que, después de varios años de experimentar en cuero propio el viejo truco de la zanahoria y el palo, la mayoría de los empresarios ha decidido abandonar las quimeras. Sin embargo, todavía los hay que temen la capacidad oficial de retaliación o los que dependen decisivamente del Estado -lo que hoy equivale a la decisión de Olivos- en sus operaciones y su rentabilidad.



En la misma semana de esos gestos hacia sectores del empresariado, Néstor Kirchner aseveraba, ante un grupo de los suyos, que el oficialismo se prepara "para profundizar el proyecto" porque la elección del 28 de junio sólo "fue una anécdota, y nosotros fuimos la primera minoría", el Gobierno avanzaba sobre las reservas del Banco Central para pagar deuda (eludiendo así contener la hemorragia del gasto público), y los camioneros de Hugo Moyano recibían el respaldo de la señora de Kirchner mientras asediaban a una empresa petrolera.



Los cantos de sirena dirigidos hacia agricultores y hombres de negocios, tanto como los cánticos de guerra y los movimientos desarrollados en otros frentes forman parte de un plan de batalla. Los Kirchner, empezando por el jefe de la familia, no ignoran que el sentimiento privado hacia su gobierno de la mayoría de sus invitados del martes 22 (para no hablar del que reina entre los campesinos) oscila a esta altura entre la desconfianza activa y la hostilidad, pero la familia es más bien conductista: desprecia el diván psicoanalítico y se desinteresa de los pensamientos íntimos; lo que esperan como rédito de sus gestos endulzados por el espíritu navideño, son comportamientos tranquilos: que los empresarios y, al menos, un sector del campo no se sumen a los frentes de tormenta que ya amenazan el año del Segundo Centenario: una opinión pública crispada, en la que los juicios favorables al oficialismo no alcanzan a dos de cada diez; un Poder Legislativo que se dispone a abandonar la dependencia, una situación de inseguridad al filo del desborde, una Justicia que empieza a mostrar los dientes, una economía que crea pobres e inflación, provincias y municipios en rojo y jefes territoriales cada día más impacientes, un justicialismo en estado de asamblea, que se dispone a recuperar su vida política con autonomía del Gobierno nacional.



De todos esos flancos, los que Néstor Kirchner siente como más acuciantes son el de la Justicia y el del peronismo. En el frente judicial, el matrimonio presidencial pareció superar una prueba (como habían adelantado muchas versiones) merced al fallo absolutorio del Juez Norberto Oyarbide, quien -basado exclusivamente en el informe del Cuerpo de Peritos de la Corte Suprema, un organismo que está a punto de ser reformado en virtud de las sospechas que recaen sobre él- absolvió al considerar que el incremento patrimonial de 158 por ciento durante el último ejercicio de la sociedad conyugal Néstor y Cristina Kirchner estaba plenamente justificado. Hay que recordar, no obstante, que "Oyarbide, en principio, es un buen juez que puede equivocarse. Todos los jueces de primera instancia son revisados por la Cámara y luego por la Corte". Sobre todo, hay que tomar en cuenta este dato si quien lo evoca es el decano del supremo Tribunal, Carlos Fayt. El magistrado advirtió además que, dado que seguramente tendrá que pronunciarse sobre este asunto, "sólo podemos hablar ante la prensa de lo adjetivo, no de lo sustantivo". Lo "adjetivo" parece ser que el fallo de Oyarbide es revisable.



He allí un tema judicial inquietante para los Kirchner. Hay otros: aparecen denuncias de sobreprecios en muchísimos expedientes de compras del Estado. El último, hasta la Navidad, fue el de los veinte aviones Embraer cuya adquisición para la (incompletamente) estatizada Aerolíneas Argentinas comprometió el Gobierno "por razones políticas", según confesó la señora de Kirchner. El abogado Ricardo Monner Sanz denunció que el precio establecido en esa operación supera, en hasta 6 millones de dólares por aparato, la cotización de mercado y también el precio abonado por otras compañías aéreas. Hay una larga nómina de asuntos crematísticos que se investigan en Tribunales: varios tienen que ver con las relaciones entre el gobierno K y el régimen que preside Hugo Chavez en Venezuela (la célebre maleta de Antonini Wilson, con dinero "para la campaña", las irregularidades denunciadas por un diplomático de carrera en la administración de un fideicomiso de 90 millones de dólares, por sólo citar dos), el caso Skanska y, por cierto, el tema de los medicamentos truchos y la efedrina, que no sólo involucra a obras sociales de gremios amigos del Gobierno, sino al financiamiento de la campaña electoral de Cristina de Kirchner y, de acuerdo a los últimos hechos difundidos, rozaría inclusive al Jefe de Gabinete, el contador Aníbal Fernández. En su condición de ex Intendente del conurbano (Fernández fue lord mayor de Quilmes) el hoy ministro coordinador mantendría relaciones con personas sospechadas de algunas operaciones letales. Después de haber obstruido la acción de la Justicia ("como elefante en un bazar", según una magistrado de la Corte Suprema) Fernández incorpora, con estas nuevas revelaciones, más motivos para los reclamos de la oposición legislativa, que aspira a someterlo a juicio político y también a inaugurar con él el mecanismo de la remoción por "moción de censura", que establece el artículo 101 de la Constitución (Artículo 101.- "El Jefe de Gabinete de ministros (.) puede ser interpelado a los efectos del tratamiento de una moción de censura, por el voto de la mayoría absoluta de la totalidad de los miembros de cualquiera de las Cámaras, y ser removido por el voto de la mayoría absoluta de los miembros de cada una de las Cámaras").



En fin, en el plan de batalla de Néstor Kirchner, con tantos costados expuestos, un eje central es el manejo del Partido Justicialista, particularmente el del distrito bonaerense. Es en ese punto donde ha salido a desafiarlo Eduardo Duhalde, cuando anunció que será candidato en 2011. Por el momento esa candidatura es casi una metáfora, quizás inspirada por un epigrama de don Hipólito Irigoyen : "En este país hay que ser presidente para poder ser portero de comité". Duhalde sabe que el 2011 está muy lejos, pero sabe también que él, como dirigente de la provincia de Buenos Aires, no puede darse ese lujo que se permite Carlos Reutemann: administrar los tiempos. "La situación de Santa Fe es distinta a la de Buenos Aires -explicó Duhalde, para quienes quieran entenderlo-. Yo estoy donde están los cuarteles generales de Kirchner y tengo la necesidad de empezar a trabajar y organizar para que nunca más (Kirchner) sea dirigente, por lo menos en mi provincia". Habla un dirigente de la provincia de Buenos Aires. Aunque esgrime una candidatura nacional, Duhalde sabe que una condición previa e ineludible (aunque no suficiente) reside en desarticular el dispositivo de poder de Néstor Kirchner, que el hombre de Lomas ha bautizado como "liderazgo extorsivo", cuya base territorial, sin asentamiento serio en ninguno de los otros grandes distritos, es hoy casi exclusivamente bonaerense.



Las movidas de Kirchner hacia los productores de trigo y hacia sus huéspedes empresariales son dos sospechosas banderas blancas izadas por un hombre acosado por las circunstancias que él mismo creó, son maniobras distractivas de un hombre personalmente comprometido en una guerra en la que no puede triunfar y en la que no se puede permitir la capitulación.



Jorge Raventos

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