SAINETE DE LA REINA

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La Suprema, el Cleto, y un país desconcertado
Cristina Fernández llamó a la prensa para decir que no se moverá de su sillón porque Cobos no puede quedar al mando. No irá a China. También “accedió” a hacer pasar por el Congreso el despido de Redrado. Como en el guión de una obra de teatro de Ionesco, la política argentina roza el absurdo.

Por Rubén Boggi



Cristina se acomodó el jopo y pegó duro. Primero, a Julio Cleto, el Cobos, a quien condenó para siempre al infierno donde purgan sus penas los traidores. Después, a toda la oposición: una manga de conjurados, pero conjurados perdedores, fracasados de manera pretérita. No se olvidó de Clarín: sus accionistas, dijo, no podrán mirar a los ojos a los demás como ella y su marido, inocentes, siempre inocentes.

El periodista que pudo preguntar (se sortean cinco periodistas, cinco preguntas, en esta rara manera de entender la democracia en conferencias de prensa) de Clarín, recibió latigazos como si hubiera sido un fariseo en el templo. El otro “enemigo”, el de La Nación, recibió una respuesta más corta que la pregunta: había pretendido saber si tanta presión contra Cobos implicaba pedirle la renuncia o alentar el inicio de un juicio político para que se vaya. “No le pido la renuncia a nadie”, dijo Cristina, olvidando tal vez que uno de los temas de la conferencia fue el despido de Martín Redrado.

“Ya está la respuesta contestada”, dijo la Presidenta en otro tramo. A esa altura, ya todo era tragicómico. ¿Un sainete? No. Una obra del absurdo, más bien. El país, se teme, se va al carajo si alguien no para la pelota.

Repasemos un poco:

La presidenta dijo que suspende el viaje a China porque no puede dejar el país en manos de Julio Cleto Cobos. Es un vicepresidente que es jefe de la oposición, y que le pone palos en la rueda a su propio gobierno. La presidenta, dijo Cristina, tiene el mando supremo de la administración nacional. Cobos, demás está decirlo, no lo tendrá nunca, por lo menos de aquí al 2011. Si lo hubiera escupido el rostro, no habría sido peor el desprecio.
También anunció la Presidenta que acude al Congreso, para que vean que no es autoritaria. Fue como decir “tanto joden, les doy el gusto”. Se quejó de que el Congreso todavía a esta altura no haya nombrado todas las autoridades, y destacó que activaba el mecanismo para que con los diputados que se eligieran, se formara aunque sea por mayoría la comisión parlamentaria que debe dar el “consejo” sobre el cambio de presidente en el Banco Central. Así, la Suprema dejó en claro que es ella la que manda, pero que acepta que los otros poderes también opinen. Fenómeno, estamos requetebién.
El tema del Fondo del Bicentenario, en cambio, será tratado en ordinarias, dijo. Es decir, en marzo. ¿Por qué? Pues porque la Suprema autoridad es la presidencial, y ella no convocará a extraordinarias en el Congreso. Joder, que nadie entiende la Constitución.
Se calentó Cristina cuando el perverso del periodista de Clarín le preguntó “conceptualmente” porqué creía que en Chile había tantas señales de convivencia entre izquierda y derecha, mientras en Argentina pasa todo lo contrario. Y lo retó al periodista: “usted dice que los chilenos son mejores”, le espetó. Después, puso las cosas en su lugar, es decir, en el lugar donde van las cosas en el universo K: contó que cuando Néstor ganó en el 2003, recibió una sola llamada, la de Ricardo López Murphy. Y que cuando ganó ella en el 2007, la llamó solo Roberto Lavagna, como dos ó tres días después. Es decir: si no hay armonía en las relaciones oficialismo-oposición, es claramente por culpa de la oposición.
Todo esto, en un contexto donde la Presidenta Suprema y el conjunto de su gobierno destaca que Argentina sigue creciendo, que está segunda después de China entre los países que mejor se comportaron tras la “peor crisis de la historia”, que hay superávit comercial, superávit fiscal, y que se ha pagado la deuda social o se sigue pagando, y que tenemos 48.000 millones de dólares de reserva, y que la gente se puede ir de vacaciones tranquila porque todo está espectacular.

Todo esto ocurrió, además, el mismo día en que “la oposición” (concepto que no es más que una entelequia forzada) pidió el juicio político contra el ministro Jefe de Gabinete, Aníbal Fernández.

Hace solo dos años y unos pocos meses, Cristina Fernández y Julio Cleto Cobos, en nombre del invento transversal de la Concertación, ganaron las elecciones para gobernar un país más plural, más abierto, más institucional, más progresista.

Pero el país está des-concertado, con una Presidenta Suprema que dispara contra el Vicepresidente, empujándolo hacia el llano.

Ya no se habla de millones de dólares más o menos.

Se habla de si tenemos o no una República.

Diariamente Neuquén

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