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lunes, 19 de enero de 2009

KONSUMIR Y REKAUDAR

19/01/2009

LA INCOHERENTE FÓRMULA K: CONSUMIR Y RECAUDAR

A pesar de los salarios congelados, la inflación, el desempleo y los aumentos de tarifas, el matrimonio presidencial pretende que el consumo de las familias no se detenga. Mientras, aprietan como y donde pueden para que no baje la recaudación tributaria.

Por Gabriela Pousa (*)

Empezar un año sin poder observar que nuestro país va en sintonía con el mundo más allá de los avatares económicos es poco grato. Sin embargo, más duro se torna el escenario cuando los diarios parecen ser los mismos que aquellos que inauguraron el 2003, el 2004, el 2005, el 2006, el 2007 o aquel que se fue hace poco menos de un mes. Nuevamente Botnia, las pasteras, los autoproclamados asambleístas amenazando fronteras, y toda una estenografía montada para el show.

¿Por qué, después de tantos años, la Gendarmería recién ahora impide que cierren el paso? Al parecer, lo que hasta ayer era aprobado por el gobierno, ahora comienza a fastidiarlo. Y es esa la fórmula se repite, hoy en día, hasta en cansancio. El kirchnerismo no es lo que fue aún cuando jamás pudo convertirse en una fuerza aglutinadora de ideas sino tan sólo permanecer como un banco de préstamo barato o quizás no tanto…

Lo cierto es que aquello que hasta hace poco ofrecía réditos a los Kirchner, ahora empieza a sofocarlos. Los cortes de ruta, el campo, los subsidios indiscriminados, las intendencias del conurbano, las provincias feudales, y hasta el factor climático, enfrentan en los albores de este 2009, a un gobierno por demás debilitado. El intento por recaudar para que el aparato electoral actúe luego eficientemente parece ser vano. Se ha unido la necesidad de fondos para el clientelismo con una economía detenida en tiempo y espacio.

La orden de consumir para evitar el desempleo choca con una realidad inexpugnable: cada vez es menor el ingreso de los ciudadanos para destinar al consumo. Hasta tal punto la lógica se ha abandonado que se pretende una sociedad que siga viviendo la “fiesta K” sin considerar que, simultáneamente, se le está exigiendo mayor erogación para el pago de tarifas, servicios e impuestos varios.

Si los ingresos caen por la parálisis de la actividad económica, los salarios están congelados, las horas extras suspendidas y hay un alto porcentaje de empleados con “vacaciones” otorgadas por adelantado, no es viable y hasta es una afrenta al sentido común promover el consumo como si nada de eso estuviera pasando. La incoherencia mutila el discurso de atril, y la Presidente pide incongruencias sin ofrecer respuestas concretas para una etapa caracterizada por la desconfianza y la incertidumbre generalizada.

Una situación de similar absurdo sucede cuando se pretende aumentar la venta de autos para que el desempleo en ese sector no sea mayor. Simultáneamente a créditos y planes casi inexistentes, se incrementa el costo de los peajes, y se limita el ingreso de automóviles al centro creando obstáculos para el estacionamiento. No hay lógica en las fórmulas.

Si a este estado de cosas, se suman las problemáticas de años anteriores poniendo en evidencia que no ha habido gestión alguna sino tan sólo cortinas de humo para distraer a la ciudadanía, nos enfrentamos a un escenario político donde los conflictos actuales se unen a aquellos que no han sido solucionados. No cabe más basura debajo de la alfombra, y no hay mecanismo posible para que ésta ceda, y pueda cubrirlo todo evitando el “darse cuenta”.

De ese modo, y ante esta realidad inexpugnable, los medios de comunicación parecen trasmitir documentales en lugar de noticias. Nada es novedoso, la “coyuntura” acarrea una historia de inercia y desidia harto conocida.

Aumentos en todos los rubros e inflación sin medición concreta tampoco son “lo nuevo” del año que comienza. Las internas y grietas que se abren en el seno del oficialismo son emergentes de la necesidad de permanecer, y no llegar a Octubre con los pies afuera. A su vez, el obstáculo mayor con el cual debe lidiar el gobierno se halla en el carácter intrínseco de su propio líder Néstor Kirchner. La tozudez y una sed de revancha sin justificativo razonable para explicársela, impiden vislumbrar cambios en lo sucesivo.

La salud de Cristina Fernández -como antes lo fuera la de los ex mandatarios- tampoco debería ser tema de debate aunque se trate de un jefe de Estado. Recordemos que con el colon irritable de Néstor Kirchner pasamos horas, semanas, años… Especulamos y conjeturamos diagnósticos tan estrafalarios como sucede hoy con la supuesta lipotimia de Cristina. Si acaso se tratase de una crisis anímica por ahí habría algún motivo para esperanzarse dado que, cualquiera medianamente sensato se “bajonearía” si tuviera que conducir el cauce de esta Argentina.

El campo sigue dando batalla, y las imágenes son la más fidedigna evidencia de la crisis que el sector enfrenta. ¿Hasta cuándo podrá el gobierno continuar con su apuesta? Como si se tratase de una ficha en el casino flotante, juegan con el futuro del país perdiendo en cada partida un capital de trascendencia. Juegan a los tragamonedas con las cosechas. Tanta es la soberbia y la insensatez que reina en el Ejecutivo, que no advierten siquiera que, el hundimiento del Titanic, los halla también a ellos, en la cubierta.

Hambre, desempleo, corrupción y un malestar social que va en sugestivo aumento son una bomba de tiempo para cualquier gobierno. Cuándo y cuál será el imponderable que encienda el mechero no admite rigurosidad sino más bien azar. Pero la bomba está, y no hay quién se muestre demasiado preocupado en desactivarla para evitar las consecuencias.

Por el momento, los precios que se regatean en la costa, la asunción de Obama y hasta la inoportuna gira presidencial por Venezuela y Cuba pueden distraer la atención pero cuando las clases no comiencen por los paros y reclamos docentes, la canasta escolar suba indiscriminadamente y el consumo sea una utopía más, los Kirchner advertirán que están obrando como fundamentalistas: cargando explosivos en sí mismos, y jaqueando con su propia destrucción al resto de los argentinos.

(*) Lic. GABRIELA R. POUSA - Licenciada en Comunicación Social (Universidad del Salvador), Master en Economía y Ciencia Política (Eseade) y con postgrado en Sociología del Poder en Oxford University, es autora del libro “La Opinión Pública: un Nuevo factor de Poder”. Se desempeña como analista de coyuntura independiente, no pertenece a ningún partido ni milita en movimiento político alguno. Crónica y Análisis publica esta nota por gentileza de "Economía para Todos", Queda prohibida su reproducción sin mención de la fuente

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