CHAVISMO EN ACCIÓN
Chavismo en Acción
Ayer, una vez más, Kirchner sorprendió a propios y extraños con dos medidas, ambas tendientes a profundizar el “modelo” –sea éste lo que fuera- y su particular socio, el colorido tirano venezolano, contribuyó a la confusión general, con su inveterado estilo.
Lo que más curioso resulta es que los tres episodios no han generado, en la sociedad argentina en su conjunto, reacción alguna. Y eso hace encender luces rojas en el tablero de comando de este avión sin brújula en que se ha transformado la Argentina.
Don Néstor comenzó la partida de sinrazones intimando –sí, ¡intimando!- a Edesur a abstenerse de distribuir, por primera vez desde 2001, un dividendo a sus accionistas. Más allá de las absurdas razones invocadas por el ENRE para comunicar la decisión del gran jefe (“la distribución de ese dividendo pondría en riesgo el servicio prestado por la eléctrica”), dada la cifra en cuestión, pocos medios han reflejado como correspondía esta vergonzosa intervención del Estado en una empresa privada.
No creo que el sonriente Rodríguez Zapatero, que no impidió el saqueo de los Kirchner a Repsol para entregarle parte de la compañía a los cómplices amigos del poder, reaccione fuertemente ante este atropello sufrido por su connacional Endesa, pero sí estimo que Lula, que se puso al frente de un reclamo de Petrobras ante Evo Morales, perdone una salvajada similar de don Néstor.
Por su parte, el inefable don Huguito, desde su Caracas bolivariana, no quiso ser menos notorio, y prohibió la importación de automóviles argentinos. Pese a que nuestras fábricas han visto caer sus exportaciones en casi un 26%, por efecto de la crisis internacional, los Kirchner estaban demasiado ocupados anoche, cenando con un Clinton (a quien, por lo demás, no reprocharon su “neoliberalismo”) global, para protestar por esta medida de su incondicional aliado.
Si fuera ingenuo pensaría que, cuando este episodio se produce a pocos días del manotazo de Chávez a empresas argentinas, don Néstor ha dado orden a su canciller (con minúscula, dada su actuación) de pedir las explicaciones oficiales del caso o, en su defecto, de llamar a nuestra también original embajadora (más minúsculas, por igual razón), la querida Alicia Castro.
Pero, como tampoco ví que los Kircher reaccionaran cuando, después de cobrar a la Argentina una tasa usuraria en un empréstito entre amigos (no sé por qué, pero me hace acordar a la “banca solidaria” de Heller, cuyo banco es el más caro del mercado local), a las cuarenta y ocho horas se desprendió de los bonos soberanos adquiridos de esa guisa y, con esos pequeños detalles, hizo disparar el “riesgo país”. Tal vez, en aquella oportunidad, los Kirchner vieron calmados sus patrióticos dolores con las aspirinas que trajo Antonini Wilson pero, en este caso, ¿con qué lo harán?.
Vayamos, ahora, al tercer episodio: la pretensión del Gobierno encabezado por la vocera de don Néstor de designar síndicos en las empresas en las cuales la ANSeS participa del capital.
Para comprender a qué me refiero, debo hacer un poco de historia. Esas compañías, de los rubros más diversos, obtenían parte de su capitalización mediante las participaciones atomizadas que realizaban las ex AFJP’s en las bolsas de valores. Esta es una actitud idéntica a la que realizan las empresas en todos los países en los cuales existen sistemas de jubilación privados, los famosos fondos de pensiones. En Brasil, por ejemplo, son importantísimos, y qué decir en los Estados Unidos.
Las reglas de juego vigentes permitían que los accionistas originales pudieran realizar un monitoreo permanente de la concentración de tales adquisiciones de acciones, para evitar maniobras que pudieran desposeerlos de sus posiciones de control.
Entonces el Gobierno, movido por su desesperación financiera (a la luz de los números actuales, lo necesitaba más que un trasplante) y con la aquiescencia de una ciudadanía adormecida por la propaganda oficial, se lanzó como un águila sobre los ahorros privados, llevando a sus arcas los fondos líquidos y, también, todas las tenencias accionarias de las AFJP’s, concentrando todo ese paquete en manos de don Amado.
Así, el Estado se vio dueño de importantísimos porcentajes en el capital de gran número de empresas, casi todas de primer nivel, aplicando en ellas los modales habituales del inefable Guillermo Moreno.
Comenzó don Néstor a mover sus fichas, colocando directores amigos en la mayoría de ellas –por cierto, cediendo alguno de esos cargos a su incondicional Hugo Moyano- y hoy ha completado la exposición de su política exigiendo la designación de síndicos en las mismas.
No es que tenga una especial simpatía por los industriales argentinos, los cuales –con algunas escasísimas honrosas excepciones- no dudan en integrar la cohorte de aplaudidores para obtener prebendas, protecciones y subsidios, todos en su beneficio pero perjudiciales para todos los demás (véase “Una respetuosa sugerencia a la Unión Industrial ”, una nota que publiqué hace tiempo en http://egavogadro.blogspot.com).
Mientras escribía esto llegaba a mi casilla una excelente nota de Mario Teijeiro, Director del Centro de Estudios Públicos, que expresa, mucho mejor de lo que yo hubiera podido hacerlo, lo que intento decir aquí. (http://www.cep.org.ar/articulo.php?doc=populismo_e_industrialismo&ids=236).
Pero la tardía reacción que las organizaciones que nuclean a nuestros empresarios tuvieron días pasados, con motivo de la confiscación bolivariana de las compañías de Techint, parece no haber durado demasiado. Hasta ahora, y han pasado muchas horas, no he visto comunicado gremial empresario que exprese la repulsa debida.
Y de allí mi grave preocupación.
Estoy convencido que, sea cual sea el resultado real de las elecciones, don Néstor se adjudicará públicamente el triunfo, dirá que su “modelo” ha sido plebiscitado favorablemente, e intentará, con la complicidad del Congreso servil que lo acompañará hasta el 10 de diciembre, profundizarlo emulando a su rojillo colega bolivariano.
Y si la ciudadanía en Argentina responde de igual modo, con una inacción total, veremos a los Kirchner avanzar sobre los medios de comunicación, sobre los bancos, sobre las empresas y, por encima de todo, sobre las libertades individuales que tanto nos costó conseguir.
Gracias a Dios, para que don Néstor pueda vestirse de verdadero papagayo caribeño le faltan dos requisitos esenciales: los millones, ahora menguantes, de Chávez y un Ejército cómplice. Eso no quiere decir que no lo intentará, ya que es totalmente irrazonable, pero –como le sucedió con el campo y como dicen allí- le haremos “un hijo macho”.
Bs.As., 3 Jun 09
Enrique Guillermo Avogadro
Abogado
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