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domingo, 19 de agosto de 2007

EL CRISTINISMO

La irrupción del cristinismo



En rigor, hay sectores del oficialismo convencidos de que el azar no tuvo nada que ver con el episodio de Aeroparque; adictos a las explicaciones conspirativas, imaginan más bien que fue una expresión de la lucha interna entre pingüinos auténticos y cristinistas, dos bandos virtuales en que últimamente se fracciona el oficialismo que tienden a agrupar, respectivamente, a los que creen que serían despedidos en una eventual administració n de la señora de Kirchner y a quienes creen que formarán parte de ella. Alberto Fernández (a quien los rumores enrolan en el bando cristinista) no deja de proclamar su inocencia cada vez que un suceso complica la vida de su colega de gabinete Julio De Vido, epítome de pingüinismo puro y duro.

Si bien se mira, aunque la situación de la valija haya estallado por causas diversas, el episodio inevitablemente se inscribe en esa incipiente lucha fraccional. Los cristinistas tienden a interpretar el "cambio que recién empieza" como una promesa de puestos que quedarán vacantes después de apartar de ellos a personajes mediáticamente vulnerables, como Uberti. Verbitzky –periodista y asesor oficial- transcribe fragmentos de una conversación muy ilustrativa (y lo hace con tanto detalle como si él mismo hubiese sido testigo o parte):

"–El nuevo mandato es la oportunidad de oxigenar el gobierno. Julio no puede seguir.

–No se equivoquen, que quienes le apuntan a él atacan a Kirchner.

–Seguro. Por eso tiene que irse. Le apuntan y le pegan siempre."



En verdad, el cristinismo no parece ser otra cosa que una operación de lavado del kirchnerismo, un maquillaje destinado a pasar mejor el escrutinio de los sectores bienpensantes. Inclusive eso es aun más una conjetura que una evidencia, ya que la candidata oficialista se cuida mucho de incluir elementos de la realidad en su discurso. Prefiere un tono, digamos, docente y abstracto, como el de su discurso la tarde de presentación de la fórmula oficial, que completa el Gobernador de Mendoza (un radical K). Esa tarde la señora de Kirchner ofreció algo parecido a una clase de instrucción cívica para aludir a esa nueva versión de la Alianza, unida por el pegamento de la Tesorería, que ha tomado el nombre Concentración Plural después de abandonar el de Transversalidad. La primera dama no está, obvio, en condiciones de pedir explicaciones al Gobierno, del que ella forma parte protagónicamente, por el escándalo de la valija. Tiene que atenerse a la historia oficial, a las excusas oficiales, a los pequeños sacrificios oficiales (como el de Uberti y el de la joven Victoria Bereziuk, otra de las viajeras frecuentes a Caracas). No puede avanzar más: lo de ella (en relación con el Gobierno) no es cirugía estética, es apenas maquillaje liviano. Más sombra que delineador.

Tampoco hay programa, sólo generalidades. Y eso que la realidad presenta muchos interrogantes. El vertiginoso ascenso del índice de riesgo país de la Argentina en medio del torbellino financiero internacional es un inequívoco signo de vulnerabilidad. ¿Qué respuestas ofrece la señora a esos desafíos? Misterio.

Por otra parte, a veces las abstrusas generalidades que le acerca algún politólogo amigo y que ella despacha con tono doctoral o con puño crispado desde su atril de campaña, le vuelven a la señora como boomerangs. En Río Gallegos, donde hacía meses que no podía pisar una de sus residencias, la primera dama y candidata se indignó el viernes contra la violencia. Casi a la misma hora, uno de sus amigos santacruceños, funcionario local, provincial y nacional de su esposo –Daniel Varizat- lanzaba su cuatro por cuatro Grand Cherokee contra un sector de la manifestación de unos tres mil santacruceños que protestaba contra el doctor Kirchner y sus delegados del Gobierno provincial. Varizat dejó un tendal de heridos, cuatro serios y uno de gravedad. Alguna vez la primera dama deberá descender del álgebra a la aritmética para ponerle un nombre propio a los males generales que enumera. Se encontrará, seguro, con muchos apellidos de gente próxima.



Jorge Raventos

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