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lunes, 20 de agosto de 2007

ME GUSTA CUANDO CALLAS.........

"Me gustas cuando callas porque estás como ausente"...

Dentro de las cuestiones que han cambiado en la Argentina de los últimos meses, se destaca el papel que cumple el periodismo en la presentación de la información y análisis de numerosos casos de corrupción que parecen enlodar a funcionarios del gobierno nacional. Este es un cambio beneficioso para la población, incluso, para una gran parte del sector que en los tres primeros años y medio de gestión de Néstor Kirchner se encontraba como aletargado, quizás, reponiéndose del impresionante desgaste que sufrió en épocas de Carlos Menem, cuando sindicaba al ex Presidente como el causante de toda la descomposición social y económica conocida y por conocer.

La década del 90 fue la hora del avance incontenible del “progresismo”, una coalición de personajes de izquierda y radicales que formaron, hasta su estrepitoso fracaso, la Alianza 1. En la actualidad, la Casa Rosada ha promulgado para la próxima elección presidencial la Alianza 2, una mezcla de sucesión hereditaria, Capitalismo Versace y nuevos radicales viejos. Claro que hay otras Alianzas, la 3 y la 4, pero al parecer, pagan demasiado a ganador. Está claro que sus chances de arribar triunfantes al disco son escasas. De ahí el valor de sus boletos.

Poca importancia tiene si el Presidente designó a su esposa como máximo aspirante a sentarse en el sillón de Rivadavia o si su mujer se designó a sí misma, o ambas cosas a la vez. Soportar situaciones al límite es una costumbre bien argentina que de vez en vez explota en puebladas o con la quema de un vagón de ferrocarril, para bien de la salud mental de los contribuyentes. Es una terapia. Como salir de compras, viajar o ir al fútbol.

La teatralización de la candidata Cristina de Kirchner, con plateas repletas de funcionarios impecablemente trajeados y mejor perfumados; y con un proletariado subvencionado alojado en las tribunas populares, se encuentra acorde a los tiempos que corren: de escasa o nula participación política por parte de la ciudadanía. Todo se maneja por televisión con el zoom in.

Sería importante que el votante se encuentre al tanto de los gustos y el entorno de cualquier candidato. Conocer mínimos detalles del funcionamiento de su familia, profesión o empleo, parientes, amigos, lugares de veraneo, religión, actividad física que realiza y, en momentos que reina lo diferente, hasta las preferencias sexuales de tal o cual postulante, pueden resultar un agregado útil para el elector que es obligado por ley a entrar al cuarto oscuro.

Las últimas elecciones en las que se eligió Jefe de Gobierno en la Ciudad de Buenos Aires, presentaron la novedad que, como nunca, hubo propuestas al por mayor. Si bien algunas podrían ser descartadas por irrealizables y otras dignas de un mayor estudio, el hecho es que existieron. Esa particularidad marca una diferencia sustancial con episodios anteriores en donde los candidatos poco ofrecían de interés a los votantes.

Como frase fuerza de todo su andamiaje discursivo, la campaña publicitaria de la senadora Kirchner anuncia desde los carteles: “El cambio recién empieza”. Deberíamos preguntarnos por qué debería cambiar si su marido dice que todo está bien o al menos, no enuncia lo que está mal. He ahí el nudo del problema. O en otras palabras: ¿qué propone? Y leyendo y releyendo sus discursos es difícil encontrar alguna solución para lo que en teoría no funciona. En teoría, porque en la práctica todo marcha de maravillas. ¿Para qué y por qué querría cambiar lo que está bien? El votante también podría preguntarse cuál es el motivo por la que se obliga a hacer campaña en el exterior cuando las elecciones se realizan en Argentina. ¿La globalización?

Los candidatos deberían obligarse a explicar a los electores cuáles son sus propuestas. Pero creemos que algunos candidatos son mucho más candidatos que otros y tienen mayores obligaciones. De actuales y pasadas experiencias que fracasaron hay, lamentablemente, demasiados casos. No sería agradable que se volvieran a repetir, y mucho menos que mañana se achaque la culpa a quienes estuvieron antes en el Poder. Eso sería poco feliz... e imposible.

bajo la lupa

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