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domingo, 12 de octubre de 2008

KARETAS KAIDAS

Parálisis de obras en el conurbano
La última vez que Cristina Kirchner inauguró viviendas en la provincia de Buenos Aires se animó a una confesión. Se emocionó la tarde del 19 de junio, en Tres de Febrero: "Abriéndole la puerta a la esperanza, me siento más Presidenta que nunca. Inaugurar viviendas es inaugurar ilusiones".

Las "ilusiones" bonaerenses, sin embargo, son de inauguración lenta. Hasta ayer, de las 135.500 casas que el Gobierno anunció entre 2004 y 2005 -que estarían listas para ser habitadas en 2007- terminó sólo 27.028; es decir, el 19%. Y apenas otras 30.902 están en ejecución. El 58% del programa está parado, de acuerdo con los datos oficiales de la Subsecretaría de Vivienda, a los que tuvo acceso LA NACION. Si se mantuviera este ritmo, el plan estaría completo en 2028. Dentro de 20 años.

"Hemos tenido muchas dificultades", admitió Carlos Pisoni, administrador del Instituto de la Vivienda bonaerense. Las dificultades preocupan a intendentes, sindicalistas y empresarios, que temen la parálisis. Pisoni reconoció la magnitud del atraso: "La segunda etapa del programa, ni siquiera la empezamos". El Gobierno anunció esas obras en agosto de 2005.

Un año antes, el 21 de julio de 2004, Néstor Kirchner había lanzado en la Casa Rosada la primera etapa del Programa Federal de Construcción de Viviendas. Prometía invertir 3900 millones de pesos para levantar 120.000 casas en todo el país. El plazo: un año. Del total, 43.000 eran para Buenos Aires, el distrito que acumula el 40% del déficit habitacional de la Argentina.

Al año siguiente, el 11 de agosto de 2005, en plena campaña legislativa de Cristina Kirchner, el ex presidente lanzó la segunda etapa del programa, aún más ambiciosa: otras 300.000 casas en dos años. De esas, 92.500 eran para Buenos Aires.

En la provincia, debían estar instaladas 135.500 viviendas a mediados de 2007, sumadas las dos etapas. La promesa languidece: hasta hoy no se completó ni la mitad de la primera.
Pérdidas millonarias

No está saliendo gratis. De hecho, el Estado ya perdió cifras millonarias por un detalle no previsto, la inflación. En estos años, hubo que reajustar los precios promedio de todas las casas. Valuadas originalmente en 30.000 pesos (en promedio, tienen 50 m2 cada una), hoy cuestan no menos de 60.000. Y si alguna vez comienza la segunda etapa, ya se estipuló que saldrán todavía más, 90.000 pesos. En algunos distritos, hay actualizaciones de hasta el 200%.

La razón inicial para las demoras es que el Gobierno comenzó el Programa sin prever que las viviendas necesitarían obras paralelas, como cloacas, escuelas, salas de primeros auxilios, gas natural, agua corriente Cada jurisdicción se ocupó de las dificultades sobre la marcha, cuando los problemas eran inevitables.

La imprevisión acumuló reclamos, incluso de vecinos que ya tienen su casa, que sufren también fallas edilicias. En un severo informe, los diputados provinciales de la Coalición Cívica Maricel Etchecoin y Walter Martello sospecharon de la relación entre el Estado y las constructoras. "Las empresas más favorecidas por los reajustes y con fallas edilicias suelen ser las mismas", advirtió Martello.

La falta de dinero agravó la continuidad. Sucesivamente, el Gobierno discontinuó las partidas para viviendas. "Hubo momentos de vacío en los desembolsos", recalcó Pisoni. "Con algunos fondos, tuvimos demoras", admitió Carlos Wagner, presidente de la Cámara Argentina de la Construcción.

Hundido en las dificultades, el programa quedó al borde de la parálisis. Los intendentes hicieron reclamos públicos. "Están suspendidos los pagos", supo quejarse el intendente de Tandil, Miguel Lunghi. "Las viviendas están paralizadas", advirtió el jefe comunal de Monte, Raúl Iribarne. Tres influyentes intendentes oficialistas del conurbano confirmaron sus temores: "Estamos mal. Los barrios no avanzan".

Hasta los sindicalistas de la Uocra se alarman. El secretario general del gremio, Gerardo Martínez, dijo la semana pasada que hay 60.000 trabajadores suspendidos por problemas en la obra pública. Después, intentó relativizarlo, pero otras fuentes gremiales fueron taxativas: "El plan está parado".

En el Instituto provincial de la Vivienda hacen nuevas promesas. Pisoni confirmó que se renegociaron plazos de obra y que habrá "una prioridad": terminar cuanto antes la primera etapa, que debería haber finalizado hace ya tres años. "Cada casa que no se termina corre el peligro de ser usurpada -alertó-. Nos pusimos un plazo: terminar las primeras 43.000 viviendas a mediados de 2009." Justo cuando empieza la campaña legislativa.

Para eso, el Estado nacional deberá normalizar las partidas. Un vocero de la Subsecretaría de Vivienda, que pidió no ser identificado, aseguró: "No habrá problemas en el futuro", pese a los coletazos de la crisis global. Y justificó las demoras: "¿Conocen el conurbano? ¡Está lleno de complejidades! Hasta 2003, se construían 900 casas por año. ¡Nosotros instalamos una política de Estado! Pero esto no es ampliar un quinchito, ¿entendés?".

-Si sabían que había problemas, ¿por qué hubo anuncios tan grandilocuentes?

-Porque necesitábamos garantizar previsibilidad política-, contestó el vocero, mientras seguía sacando papeles para justificar las cifras. (La Nación)

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